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Acaba de aterrizar en España Ruth Lorenzo cuando descuelga el teléfono. Vislumbra su tierra murciana después de trabajar varios días en Londres, esa metrópoli que ... tan bien conoce desde que triunfara en 'Factor X', y donde ha estado «grabando coros y cosas que tenía que terminar para la producción del disco», detalla nuestra cantante más internacional. No es una definición gratuita. Lo comprobamos de primera mano aquel sábado, 1 de febrero, antes de que se celebrara la final del Benidorm Fest que presentó la propia Ruth Lorenzo, con una multitud apostada en el hotel Don Pancho. Dos ingleses levantan los móviles, ajenos al motivo del follón. Ni pajolera idea del festival. «¿Madonna is here?», me preguntan. No. La que acaba de salir es Ruth Lorenzo. «¡Oh, yes!», arquean las cejas. Y tan contentos. Porque medio Reino Unido y parte del otro se enamoró hace años de nuestra Ruth, y el corazón se queda donde se le mima. Y para mimos los de Ruth Lorenzo, que siguió conquistando almas por medio mundo mientras cantaba bajo la lluvia en Eurovisión. Pero el corazón que más late ahora con su música es el suyo propio. Porque el disco que está a punto de ver la luz –'Black sheep', que se presentará este próximo 6 de marzo en Murcia, en la sala Garage Beat Club– es quizás el más auténtico de su carrera. Una vuelta a los orígenes. Una ruptura con las ataduras de la industria musical. Cambiar las lentejuelas del escenario por las tachuelas de su día a día. Y una Ruth Lorenzo en una plenitud vital y profesional que solo puede suponer un bombazo en toda regla con su amado rock por bandera. Vayan cogiendo sitio, si pueden.
–Ruth Lorenzo haciendo rock. ¿Sorpresa?
–¡Toma ya! [Risas] Yo creo que puede ser más sorpresa para el público en general, pero creo que mis fans llevaban pidiéndolo desde el principio de mi carrera, porque ellos ya conocían mi ramalazo. Es volver a mis orígenes. Siempre he intentado hacer lo que yo quería, hasta que por fin he podido. Por fin he 'parido'.
–Un género familiar para usted.
–Sí, sí. Por supuesto. Al principio de mi carrera empecé con una banda de rock y luego he grabado para artistas como Jeff Beck. He trabajado con mucha gente del rock, con artistas importantes que lo mismo en España no tienen tanta repercusión, porque quizá en España mucha gente no sabe quién es Jeff Beck, pero luego cruzas la frontera y todo el mundo lo conoce. Yo compuse con Jeff Beck en su disco anterior una canción que se llama 'Tribal', y la 'screamer' soy yo. Lo que le vengo a decir es que sí, que yo tengo recorrido en este género. En mi primera banda hacíamos temas originales y también versiones de rock nacional. Desde Rosendo a Los Suaves, pasando por Scorpions. Yo era la cantante, pero hacía de todo. También asistía al técnico de sonido, que por eso me gusta tanto el tema del sonido. He tirado cables y me he subido a las torres de luces.
–¿Cómo se llamaba aquella primera banda?
–La Saga.
–Y de niña, ¿qué cantaba? ¿Qué referentes tenía?
–Siempre fui muy ecléctica. Yo cantaba ópera. Me encantaba María Callas y aprendía a cantar con ella. Mi familia no tenía medios para pagarme clases de canto y aprendí a cantar con ella. Una de mis hermanas fue la que me influenció mucho. Cuando fuimos a Estados Unidos recibí toda mi cultura musical anglosajona. Janis Joplin, The Black Crowes, Led Zeppelin, Alanis Morissette, Pearl Jam, Red Hot Chili Peppers... Son bandas que me han alimentado muchísimo y que son mi 'playlist' diaria.
–¿Por qué fue cambiando del rock a otros géneros?
–Simplemente fue una cuestión de intentar encajar en la industria musical, según la visión que otros tenían de mí. Toda la primera parte de mi carrera en el Reino Unido fue lo que hice. 'Burn' es un tema de rock. Después, cuando se me fichó para ir Eurovisión representando a España, el sello que llevaba la propuesta decidió hacer algo más pop clásico. Y quizá la versatilidad de mi voz y explorar otros lugares hizo que me encaminara hacia otro sitio donde mi identidad no tenía cabida. Me siento orgullosa de todo lo que he hecho, ¿eh? Porque todo ha tenido una calidad musical muy grande, que al final para mí es muy importante. Pero sí es verdad que mi identidad se ha visto luego cuando he cantado en directo y no tanto reflejado en mis trabajos discográficos.
–¿Cómo y cuándo decide dar este giro hacia sus orígenes, hacia esa identidad inicial?
–Pues realmente ha sido a raíz de poder liberarme de un contrato discográfico en el que estuve atrapada, de encontrar al equipo que cree en mí de esta manera. Creo que los equipos son fundamentales para el desarrollo de un artista. Y encontrar a mi banda ha sido fundamental para desarrollar lo que quería hacer. Muchas veces me han dicho que mi voz era demasiado potente para la música que me acompaña. Pero ahora me escuchas y mi voz no sobresale de ningún lugar. La guitarra, la batería, los teclados, el bajo... Todo está en un mismo prisma. Se trata de encontrar el engranaje y el hueco perfecto. Son cosas que tardan tiempo. Como digo yo: 'from Murcia to the world' [risas].
–¿Hubo un momento de revelación concreto?
–Yo creo que fue aquel día que me corté el pelo en el escenario [en noviembre de 2022, durante un concierto en el Teatro Eslava de Madrid]. Aquel día se me revolucionó todo y decidí no volver a hacer nada que no quisiese hacer de verdad. Este disco, que se llama 'Black sheep', oveja negra, refleja mucho el intentar encajar dentro de un lugar que no es el tuyo, porque tienes otro color, y es ese color el que te hace diferente, el color que tienes que abrazar para mantener tu identidad. Y en este proceso me he encontrado con más ovejas negras que estaban en el mismo punto. Y así ha nacido esta familia y este disco.
–Pero ser la oveja negra siempre ha tenido una connotación negativa, ¿no?
–Ser una oveja negra solo puede tener una connotación positiva. Y más en los tiempos que vivimos. Por el ritmo de vida, por el consumo rápido, parece que vamos todos dirigidos como un gran rebaño hacia un mismo lugar que no decidimos nosotros mismos por nuestra propia voluntad. Y vamos siguiendo corrientes en las que nos vemos atrapados. Yo siempre he intentado mantenerme firme frente a esas corrientes. Abrazar el hecho de que prefiero destacar por mis diferencias.
–Se habrá quitado bastante peso de la maleta.
–¡Bueno, muchísimo! Es que hay un momento en el que necesito hacer música para ser feliz, no para alimentar a un 'tamagotchi' gigante que se llama industria musical. Cuando yo empecé a hacer música, y a cantar, era por felicidad absoluta, por lo que yo quería sentir. Y eso se nota en la sala de ensayo y cuando te pones a componer. Este disco lo hemos compuesto entre toda la banda. Lo hemos arreglado entre todos, ha sido un trabajo de equipo, un trabajo muy artesanal. Hemos tardado un año en componer y arreglar. Ahora estamos en plena mezcla. El disco tiene una artesanía preciosa y estoy muy orgullosa del trabajo que hemos hecho.
–Hablando de la banda y del equipo, hay que hacer mención al 'fichaje' de varios miembros que formaban parte de Second. ¿Eso cómo fue?
–¡He sido muy lista! [Risas] Nos encontramos cuando ellos estaban realizando sus últimos conciertos en el Teatro Circo. Sergio Bernal [baterista] y yo sabíamos hace tiempo que queríamos hacer algo juntos. Pero el resto de la banda [Nando, Ricardo y David, excomponentes de Second hasta su disolución] estaban en un momento crítico para ellos. Se cerraba una puerta pero se abría una ventana. Nos encontramos todos en un proceso de cambio, de dejar cosas atrás, de lanzarse al abismo de lo desconocido, del futuro. Yo aposté por ellos pero ellos también apostaron por mí. Y de esa unión salieron unas canciones que nacieron de una manera muy natural. Hemos compuesto unos 40 temas, de los que once se han quedado en el disco. Canciones que salieron en una mañana. Literalmente, fueron vomitadas por el corazón. Fue increíble. Todos estábamos en un momento emocional muy fuerte y ese momento fue nuestro director de orquesta, por así decirlo. En nuestro primer ensayo, en la primera mañana, nos salieron tres temas principales del disco. Fue como la primera cita en la que te enamoras y ya es tu amor para siempre. Pues eso.
–Y cambiar automáticamente las lentejuelas por las tachuelas.
–[Risas] Me encanta. Totalmente. Pero es que las tachuelas están mucho más presentes en mi día a día que las lentejuelas. Al final es poder ser yo misma en el escenario. Y poder tener a mi banda a mi lado y no salir a cantar yo sola, que es terrorífico.
–¿Qué más le ha dado este proceso de cambio?
–Liberación verbal. Decir lo que quiero decir y cómo quiero decirlo. Nos perdemos en lo políticamente correcto y al final ahí no se te conoce. Dejar de ser políticamente correcta.
–El disco entero está en inglés. ¿Habrá espacio en el futuro para el rock en español?
–Pues no lo sé. Por ahora no. De momento ha nacido así. Supongo que llegará un momento en el que nos sentaremos y compongamos en español. Pero, de momento, ha nacido así.
–Mucho, mucho, ¿qué le apetece ahora mismo?
–Irme corriendo a ensayar para el bolo del día 6 en la sala Garage Beat Club. Será una cosa que solo va a suceder ese día, porque por primera vez vamos a tocar el disco en directo. Va a ser nuestro primer beso con el público.
–Su gran sueño, ¿cuál es?
–Tener un autobús doble, con la banda y sus familias y las mascotas. Y estar en el escenario hasta los 80 años dándolo todo.
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