Una nave espacial llamada BRMU

Pero hay una misiva entre ese centenar, que por su fuerza de síntesis e inspiración, me gustaría traer hoy a esta mesa. Y es la carta del escritor y divulgador científico Isaac Asimov, que con su particular lirismo y poder de evocación, decía así: «Queridos chicos y chicas. Felicidades por la nueva biblioteca, porque no solo es una biblioteca. Es una nave espacial que os conducirá a los más lejanos límites del universo, una máquina del tiempo que os trasladará al lejano pasado y al lejano futuro, una profesora que sabe más que ningún ser humano, una amiga que os entretendrá y os consolará y, por encima de todo, será una puerta hacia una mejor, más feliz y provechosa vida».

La Biblioteca Regional de Murcia (BRMU), que acaba de cumplir 25 años dando servicio público a la Región, es la nave nodriza de una flota estelar que acerca la cultura a los ciudadanos a través de sedes fijas repartidas por toda la geografía murciana, por internet a todo el planeta y también con los bibliobuses, esas avanzadillas móviles de acción rápida cultural que aparecen por las playas de nuestra costa en verano o durante eventos como salones del cómic y manga. Servicio de préstamo de libros, cómics y películas, clubes de lectura, exposiciones, ciclos de conferencias, hemeroteca para investigadores, talleres, cuentacuentos, difusión del patrimonio, guías de lectura, reedición de clásicos y un sinfín de actividades, configuran este monumento regional murciano, siendo una referencia ilustrada que traspasa fronteras.

Pero lo mejor de esta particular nave espacial está dentro, en su tripulación, en todos los estratos y funciones, desde el personal que atiende cada una de sus sedes, pasando porlos que ajustan la maquinaria y los engranajes para que nada falle, hasta llegar alos gestores culturales que recargan el comburente de los propulsores y que nos guían en el viaje por los océanos del conocimiento.

Parafraseando a Asimov, creo firmemente que las bibliotecas son puertas hacia un futuro mejor, lugares de creación, aprendizaje, encuentro y fomento de vocaciones. Libros, por supuesto, pero también experiencias. La inmersión como forma de consumo cultural. El orden en el caos de la sobreinformación de las redes sociales e internet. Y el placer del silencio frente al ruido de fondo.

Durante estos dos años de pandemia, la lectura y el consumo de cultura han sido un refugio para muchas personas. Poco agradecemos el privilegio de tener a nuestra disposición, bien ala vuelta de la esquina o a un golpe de clic, a una biblioteca pública, un ágora moderna. Ajústense bien el cinturón cuando suban a esta nave espacial, pónganse cómodos y abran bien los ojos, porque les espera lo insólito. Buen viaje.