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Hemos conocido estos días una historia que ocurrió en 2023. En junio de ese año la UCO registraba el domicilio de Herennia Trillo e incautaba ... un Ecce homo que había vendido por 275.000 € a un particular diciéndole que era de Caravaggio. No era, ni siquiera se parece mucho, pero la fecha es importante. En aquellos momentos estaba muy cerca la impactante historia del otro Ecce homo que se iba a subastar por 1.500 € en 2021 como de escuela de Ribera. Hoy cuelga del Prado prestado por un particular que pagó 36.000.000 por él tras haber confirmado los expertos que es obra de Caravaggio.
No es difícil entender que esta señora, a la que un periódico llama marchante de arte, jugó con la imaginación del comprador estafado. Todos pensamos que podemos encontrar un tesoro porque somos más listos que el resto. Alguna vez pasa, pero era demasiado que apareciesen dos Caravaggios perdidos con el mismo tema, en la misma ciudad y en casi en el mismo año.
Vamos por partes. Esta señora no es conocida en el mundo del arte, he tenido que buscarla en Google para descubrir que hizo una ponencia en 2021 en la Asamblea Regional de Murcia sobre mecenazgo invitada por Juan José Liarte, entonces VOX. Este escribía una carta para presentarla en la que se glosaba su currículum: licenciada en Derecho, crítica de arte experta en diagnóstico de obras de arte (sic ) y responsable de inversiones de patrimonio y arte de la embajada de Antigua y Barbuda. Es maravilloso. Políticamente sí tiene una posición notoria como portavoz de Alianza Cívica, un partido nacido en la pandemia que denunció a Vox por varios delitos.
Nos encantan las historias de cuadros falsos. Están en el cine, la literatura y las conversaciones de barra de bar. Sin embargo, provocan un daño enorme a la historia del arte. En la Región tenemos un ejemplo tan triste como fue la 'Operación Lienzo', que destrozó el arte murciano del siglo XIX y principios del XX. El procedimiento en la mayoría de redes de falsificaciones es similar: no se falsifica, se atribuye fraudulentamente. Compramos en el mercado una obra anónima por un precio muy bajo y la atribuimos usando un experto que rara vez es tal.
Aquí surge el gran problema, y es que cuando se va a juicio se suscitan todas las dudas posibles y los jueces rara vez pueden llegar a determinar que es una falsificación, escapando en muchos casos el delincuente. En el caso del falso Caravaggio el Museo del Prado ha emitido un dictamen de una rotundidad demoledora, algo no muy frecuente: no es Caravaggio.
Volviendo a la asesora de la embajada de Antigua y Barbuda, cuando el comprador empezó a sospechar ella escondió el cuadro, que iba a ser enviado a Suiza, alejando la prueba. La obra, una pintura del norte de Italia que el Prado sitúa en el circulo de Annibale Carracci, no resistía un análisis serio, así que ella fue interponiendo supuestos expertos que emitían dictámenes irrelevantes.
La lección de este asunto es clara: para comprar arte hay que trabajar con profesionales contrastados, ir a galerías y marchantes que respondan de la operación. Se puede fallar en una atribución, hay miles de cuadros en discusión, pero dudemos de las historias que parezcan de cine, como el Caravaggio aparecido en 2021 y hoy en el Prado. Normalmente solo pasa una vez cada muchos años. Salvo en el cine.
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