![Muere Maurizio Pollini, el intelectual del piano](https://s2.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2024/03/23/maurizio-k7x-U21019071537618rB-1200x840@RC.jpg)
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César Coca
Sábado, 23 de marzo 2024, 18:42
Existen grandes pianistas, artistas que conectan con el público de una forma imposible de definir y luego están los que revolucionan el estilo interpretativo. Maurizio Pollini, nacido en Milán hace 82 años, fue uno de esos raros artistas que lo tienen todo. Defensor a ultranza ... de la música contemporánea y de la fidelidad a la partitura, despojado de cualquier signo de vedetismo, austero en sus formas y en su concepto del arte, comprometido políticamente, Pollini suscitaba también entre sus colegas una admiración sin fisuras. Este intelectual del piano, el mejor socio de Claudio Abbado, otra leyenda, ha muerto este sábado en Milán. Deja un legado discográfico de enorme valor aunque menos voluminoso que el de otros grandes de su generación y un rastro de respeto reverencial. Aunque él ya parecía consciente de que su forma de concebir la vida y la música eran cosa de otro tiempo.
Pollini destacó muy pronto. Hijo de un arquitecto y una músico, tuvo una formación exquisita y a los 18 años ganó el Concurso Chopin. Quizá sea solo una leyenda, pero se dice que al escucharlo el presidente del jurado dijo a sus compañeros que aquel joven tocaba mejor que todos ellos. Ese presidente se llamaba Arthur Rubinstein. Con el tiempo, el músico milanés daría una vuelta de tuerca al planteamiento interpretativo que había abanderado el 'viejo Ruby', como lo conocían sus amigos. Si este despojó a Chopin del almíbar que se le había adherido con tantas interpretaciones de salón destinadas a conmover al público por la vía fácil de un sentimentalismo extremo, Pollini avanzó un paso más con unas versiones austeras, objetivas, muy atentas a la arquitectura de las obras y sin recrearse en el virtuosismo.
Hizo lo mismo con muchos otros. Su Beethoven es más contrastado, más seco, menos melódico que el de casi cualquier otro pianista. Y así con un repertorio que va de Bach a Brahms. Muchos han visto en su estilo la influencia de otro grande del teclado: Arturo Benedetti Michelangeli, con quien tantas cosas compartió, como un control absoluto del instrumento y una medida distancia respecto de la obra.
Luego estaba su compromiso con la música contemporánea. Amigo de un puñado de compositores de los que Luigi Nono era la cabeza más visible, fue un divulgador infatigable del repertorio más actual. Desde hacía muchos años no daba apenas ningún recital en el que no incluyera partituras contemporáneas. En un ciclo en Londres se atrevió incluso a reunir a Bach con Stockhausen, para escándalo de los puristas. Y aunque no se prodigó demasiado, también dirigió desde el teclado.
Entre las pocas críticas que recibió a lo largo de su carrera solo destacan las que hablan de un estilo demasiado objetivo en un tiempo de afición a los excesos de todo tipo. Él era consciente de ello. Como de que muchos de los pianistas más jóvenes no comparten su objetividad ni su austeridad.
Su trascendencia va más allá de sus actuaciones. Pollini entendía la música, y la cultura en general, como un elemento transformador de la sociedad. Simpatizante de la izquierda, encabezó un grupo de artistas que quisieron llevar la música a ámbitos a los que no llegaba o lo hacía con dificultad. En los setenta, dio conciertos en talleres y espacios industriales, en un intento por acercar a Bach, Mozart, Beethoven o Schumann a unos trabajadores que no habían ido nunca a las grandes salas. En 2011 fue también junto a Eco y Saviano uno de los promotores de una manifestación que pedía la dimisión de Berlusconi.
Desde hace más de un lustro, su salud se había resentido por problemas cardiacos. En su agenda había cada año muy pocos conciertos y las cancelaciones se multiplicaban. Sucedió con los que tenía previstos en Madrid, Zaragoza y Barcelona para abril, anulados ya hace semanas, para tristeza de sus seguidores, que confiaban en poder escucharle una última vez.
La capilla ardiente por este artista irrepetible se ha instalado este sábado en La Scala de Milán, donde tocó 168 veces. Un apóstol de la música, homenajeado en uno de sus grandes templos.
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