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Jorge Ruiz, en el concierto de Maldita Nerea de este sábado en Murcia. E. Botella / AGM
Maldita Nerea: apto para todos los públicos

Maldita Nerea: apto para todos los públicos

La banda murciana liderada por Jorge Ruiz inaugura la gira ‘Bailarina’ con un concierto en el que brillaron las nuevas composiciones por encima de los éxitos más reconocibles

Alberto Frutos

Domingo, 3 de diciembre 2017, 08:30

El instante que mejor resume el concierto ofrecido por Maldita Nerea en Murcia con el que, además, se estrenaba la gira ‘Bailarina’, título compartido con el último trabajo de la banda murciana, ocurrió entre el público y no sobre el escenario. Sus protagonistas, un padre y su hijo, uno de los muchos menores que podíamos encontrar en un Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas prácticamente lleno, se encontraban escuchando y cantando ‘En el mundo genial de las cosas que dices’ cuando, de repente, las luces bajaron ligeramente su intensidad y llegó el momento de los móviles al aire. Entonces, mientras el pequeño quedaba hipnotizado por la escena, su padre no dudó en encender su teléfono y prestárselo para que se sumara a la celebración colectiva. El niño, sin dudarlo un segundo, elevó su mano y sintió, con toda probabilidad por primera vez, las sensaciones que convierten a un concierto en algo diferente, único, una experiencia que, en las ocasiones más especiales, pasa automáticamente a formar parte de la memoria eterna.

El concierto

  • Artista: Maldita Nerea

  • Dónde y cuándo: Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas. Sábado, 2 de diciembre

  • Calificación: Bueno

Por eso, y aunque la noche estuvo lejos de ser perfecta, lo primero que debemos hacer es aplaudir y felicitar a Jorge Ruiz y los suyos por la cantidad de pequeños y pequeñas que en la noche del pasado sábado descubrieron la emoción de un directo y el entusiasmo que provoca ver a tus ídolos interpretar las canciones que un día te despertaron la curiosidad por la música. Una vez que han estallado estas sensaciones en tu cabeza, solamente piensas en repetir lo más pronto posible y seguir buscando las palabras que consigan describir lo que finalmente se revela como indescriptible. Siempre es un regalo comprobar que las butacas del futuro cuentan con tantos aspirantes a ocuparlas. Y esa fue la mejor consecuencia de una velada que, en lo que respecta a lo puramente musical, estuvo marcada por los nervios y la emoción, dos factores que no siempre se terminan de llevar del todo bien. Ambos, dadas las circunstancias, estaban más que justificados, después de todo se trataba de un inicio de gira, pero, tras el entusiasmo general originado gracias al tridente inicial formado por ‘Me pesan las alas’, ‘¿No podíamos ser agua?’ y ‘Por el miedo a equivocarnos’, tres cartuchos que sorprendió comprobar como se gastaban en un primer disparo, el concierto entró en el siempre peligroso terreno de la irregularidad.

La primera y más importante víctima de esas idas y venidas fue, como el propio artista confesó, la voz de Ruiz, la cual estuvo librando a lo largo de la noche una lucha a vida o muerte con las imposiciones de todo estreno. Y todo funcionaba y fluía a las mil maravillas cuando alcanzaba la victoria, como en la estupenda ‘El beso siguiente’, ‘No pide tanto, idiota’ o ‘Tú eres la vida’, pero las ocasiones en las que desaparecía y se convertía en un elemento casi imperceptible, caso de ‘Buena energía’ o las más rockeras ‘Desde las nubes’ y ‘La canción que no termina’, la sensación era bastante frustrante. Especialmente porque Ruiz es un tipo que cae bien de inmediato, que conversa con su público con calma e interés real, que no juega el papel de frontman amparado bajo el artificio y la pose, que se divierte y disfruta sobre las tablas sin aspavientos ni excesos. Está arriba, pero lo sientes al lado. Una sensación que se convirtió en auténtica emoción durante la interpretación de la sobresaliente ‘Despídeme’, canción escrita a raíz de una experiencia traumática vivida por el artista y que ya es una de sus mejores composiciones hasta la fecha, y que finalizó entre lágrimas, tanto arriba del escenario como entre las butacas. Ovación cerrada para uno de los grandes momentos de la noche al que podríamos sumar los vividos con ‘Tu mirada me hace grande’, otra de las más destacadas del repertorio, ‘El secreto de las tortugas’, infalible en su capacidad de generar buen rollo, o la sorprendente ‘Calcetines’, tema con afortunados matices de folk tradicional incluido en ‘Bailarina’.

Y es que, si algo quedó también claro tras el punto final de la noche, fue el nivel de madurez alcanzado por Maldita Nerea con su último disco. De acuerdo, es innegable la conexión que se crea con el público a través de las canciones más reconocidas de la banda, pero temas como ‘A quien quiera escuchar’, ‘Siempre estaré ahí’, ‘Bailarina’ o ‘Cuando todas las historias se acaban’, suponen un paso hacia delante que apuesta a favor de una mayor complejidad e intención melódica y creativa. Por eso, esta gira debería servir para ampliar esos horizontes, remarcando la importancia de un disco que, en su primer asalto a los escenarios bajo la condición de ser un David, terminó venciendo a más de un Goliat. En definitiva, la bailarina danzó entre un público entregadísimo a la causa, capaz de cantar a pleno pulmón cada estribillo como si fuera el último cuando, insisto, para muchos era el primero. Por encima de las imperfecciones, se me ocurren pocas recompensas mejores.

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