![Kevin Johansen: mapas y hogueras para el corazón](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202302/10/media/cortadas/1461505180_20230210130206-U190591241848IaE-1248x768@La%20Verdad.jpg)
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Perdón por generalizar, pero hay que ver lo que nos gusta complicarnos la vida. Todos, unos más y otros menos, buscamos incesantemente la opción del sendero abarrotado de piedras que se presenta frente al camino fácil, practicamos la lectura más enrevesada que habita entre las ... líneas del sentido común, alborotamos con excesos de ruido la calma momentánea que ofrece la rutina y edificamos interrogantes incluso en el terreno fértil de la solución natural. Por eso, cuando uno es cautivado por la aplastante belleza de lo sencillo y la poesía del simple y llano disfrute, el impacto roza con la punta de los dedos lo indescriptible. Los laberintos siguen imponiendo, hay cosas que no se pueden evitar y son lo que son a pesar de los pesares, pero, de repente, las salidas de emergencia adquieren la forma de magníficas canciones y un faro se eleva entre las paredes con el eco de la voz de un Kevin Johansen que te guía con delicadeza, amabilidad y toneladas de encanto. Y el concierto, de eso hablamos, da entonces vueltas sobre sí mismo hasta encontrar su verdadera esencia: la de un acogedor abrazo que te protege del hielo y un susurro que te recuerda que, casi siempre, todo es menos difícil de lo que parece.
La obra de este fabuloso cantautor nacido en Alaska, de madre argentina y padre norteamericano, combinación familiar y geográfica que se instaló desde el principio en su cancionero, atrapa desde la primera escucha por una aparente falta de complejidad que no se debe confundir bajo ningún concepto con simpleza barata. Discos tan robustos como 'Sur o no sur', 'Bi', 'Mis Américas' o 'Logo', su gran obra maestra, están tejidos con la inteligencia, la ironía, el sarcasmo, el romanticismo y la autenticidad de un ciudadano del mundo que acumula flores en los bolsillos, agua en el sombrero, barro en las botas y melodías en la maleta. Un malabarista de las palabras y los géneros que maravilló de inicio a fin al público entregado que casi llenó por completo el Teatro Circo de Murcia, espacio perfecto para una velada de estas características. Contando con Paco Leiva en guitarras y teclados y Pablo Bonilla en labores de lanzamiento de pistas y percusión, el artista autodefinido 'argengringo' optó de manera acertada por combinar los temas más destacados de su intachable trayectoria con algunas de las preciosas versiones presentes en su último trabajo, 'Tú ve', título compartido con una canción cuya belleza provocó uno de los primeros nudos en la garganta de los muchos que se fueron acumulando a lo largo de cerca de dos horas que pasaron como el más delicioso de los suspiros. Y es que, por más que uno esté acostumbrado a convivir con sus compases, reencontrarse en directo con piezas tan maravillosas como 'Baja a la tierra', 'Desde que te perdí', 'Amor finito' o 'Anoche soñé contigo', la joya de la corona Johansen, resulta siempre un regalo para el alma y una invitación irrechazable para la inundación en la mirada.
Dónde y cuándo: Teatro Circo (Murcia). Jueves, 9 de febrero
Calificación: Sobresaliente
Una emoción que también estuvo presente en los numerosos tributos a otros artistas que se dieron cita en el concierto, destacando las fascinantes relecturas de la legendaria 'Suzanne' del maestro Leonard Cohen y 'El albertío' de Violeta Parra, influencias capitales para un Johansen que también convenció sin fisuras con una sobrecogedora versión a guitarra y voz del 'Modern love' de Bowie; una hipnótica 'Oração ao Tempo' de Caetano Veloso; la apertura ganadora con 'Perfect day' de Lou Reed; o una elegantísima interpretación de 'A little respect', clásico de Erasure.
Así, entre las muestras de admiración y respeto hacia lo ajeno y las muestras de genialidad del repertorio propio, el concierto fue creando un ambiente tan relajado como cercano, tan contenido como apasionado, tan generoso como familiar. Los ojos no se podían apartar del escenario, efecto al que ayudaba una puesta en escena que atrapaba sin artificios y deslumbraba sin necesidad alguna de acudir a la espectacularidad vacía, pero uno podía sentir la satisfacción en cada uno de los rostros de las personas que disfrutaban desde su butaca de un viaje que, naciendo de las entrañas de lo íntimo, alcanzó la altura de lo colectivo. Una sensación que, en cualquier caso, terminó siendo luminosa realidad en un excelente tramo final que redondeó la noche de manera inmejorable. Desde las festejadas 'Guacamole' y 'Cumbiera intelectual', ambas interpretadas en compañía de un grupo de valientes que se lanzaron al escenario a demostrar su talento como bailarines y bailarinas, hasta el cierre con la divina 'Fin de fiesta', Johansen y su banda provocaron el entusiasmo general, desbordando felicidad y pasión en un cierre de oro que nos hizo regresar a las frías calles de la ciudad con la sensación de atesorar una nueva reserva de hogueras para el corazón. Ojalá nunca se gasten los mapas musicales de este tenaz viajero de sonrisa inquebrantable y siga compartiendo sus descubrimientos con esa calidez tan representativa de la sencillez más conmovedora.
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