![Israel Fernández: «Mi padre me dijo: 'Tú piensa que estás en un sembrado de patatas y que cada espectador es una patata'»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/01/28/1476846405-kcOI-U2101368114621aAB-1200x840@La%20Verdad.jpg)
![Israel Fernández: «Mi padre me dijo: 'Tú piensa que estás en un sembrado de patatas y que cada espectador es una patata'»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/01/28/1476846405-kcOI-U2101368114621aAB-1200x840@La%20Verdad.jpg)
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Con 11 años, y nada menos que con un cante de Porrinas de Badajoz, Israel Fernández, nacido en 1989 en el seno de una familia gitana en Corral de Almaguer (Toledo), ganó su primer concurso televisivo; pasmados se quedaron Juan y Medio y Lolita, presentadores ... de 'Tu gran día' en TVE. Aquel niño, portador de un don indiscutible, es hoy un compositor e intérprete, de melena leonina, cuyo cante, dicen los expertos, es «una confluencia de todo ese tesoro que nos legaron los grandes genios del flamenco, aderezado con la frescura interpretativa y creativa que el artista aporta a todo lo que toca». Su nuevo disco, 'Pura sangre' (2023), es su trabajo más personal, que incluye 'Me encuentro solo', un doliente cante de Levante, de los que el artista es admirador. Qué placer escucharle interpretar, como lluvia que amamanta los arroyos, la serrana 'Seré silencio', «cuando tú quieras silencio, seré silencio yo mismo...». Este viernes, 2 de febrero, abrirá la XXXI Cumbre Flamenca de Murcia, que dirige Antonio Parra, presentando 'Pura sangre' en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia; la cita, a las 21.00 horas. Las entradas están a la venta en Oferplan con un descuento. Le apasionan los caballos. Cuenta con un fan muy especial: Mick Jagger.
-No me diga que no hay mucha gente que le pregunta que cómo se cuida el pelo.
-[Risas] Sí que la hay, sí. Yo tengo muy claro que el pelo no me lo corto.
-¿Qué no pretende?
-Mi intención nunca es la de convencer a nadie. Yo soy flamenco, no abogado, y lo que busco es que si escuchas mi cante te haga sentir cosas, te acompañe, te haga el día un poquito más feliz.
-El silencio.
-Lo necesito cuando escribo, igual que la soledad. Se llevan bien entre ellos y yo me llevo bien con ambos.
-¿Por qué canta?
-Porque me lo pide el alma; más que el cuerpo, me lo pide el alma. Y el alma está por encima de lo material.
-La infancia.
-Yo fui un niño que se crió en una familia muy humilde, y digo humilde en las dos vertientes: humildes de corazón, y humildes en cuanto a vivir muy modestamente, aunque yo nunca pasé hambre. La verdad es que me crié mucho en la casa de mi abuela por parte de madre. Era una casa chiquitita, pero donde se respiraba amor y donde siempre sonaba flamenco en los típicos cassettes de entonces. ¡Mucho Caracol y mucho Rafael Farina y mucha Paquera! Yo era un poquito el niño raro, calladito. Cuando los otros niños jugaban al fútbol o a las consolas, yo escuchaba cante.
-¿Soñaba con ser cantaor?
-Yo el cante siempre lo he llevado dentro, y para mí cantar ha sido, y es, algo tan necesario y tan natural como respirar. Lo que yo no me imaginaba era sin cantar, pero no pensaba que un día tendría la responsabilidad tan grande que tengo ahora con respecto al flamenco, al que le tengo una gran devoción, al que adoro.
-Su vida ha cambiado mucho, también en lo material.
-Muchas veces es mejor no tener muchas cosas, porque sino te entretienes...; a veces te entretienes tanto que puedes dejar de lado lo más importante, que es tu familia y estar tú bien. Lo que yo quiero es poner mi granito de arena en el flamenco; por ejemplo, intentando que la juventud lo conozca y lo valore, porque el flamenco es una música que te llena el alma y el corazón.
-¿Quién fue la primera persona que confió en usted?
-Mi madre, que me llevó a un casting con diez años a un sitio que estaba detrás del [Estadio Santiago] Bernabeu. Ella me llevaba y ni me preguntaba si yo quería ir, ni nada [risas]. Me llevaba como quien lleva al niño al parque. Y un día me encontré cantando en la tele.
-¿Qué aprendió de sus padres?
-No he recibido de ellos ninguna clase, pero sí ejemplos; con hechos me han enseñado a ser una persona agradecida, noble y humilde.
-¿Usted qué no ha hecho nunca?
-Pelearme [risas]. Yo nunca me he peleado con nadie; yo, de niño, era ya más de separar.
-¿Su carrera le ha provocado vértigo?
-Respeto, yo lo que he sentido y siento es mucho respeto: por el flamenco y por el público. No me planteo otra cosa que no sea estar al cien por cien en cada actuación. Y, cuando canto para un público muy numeroso, es cierto que la responsabilidad, a lo mejor, me provoca un poquito de ansiedad y otro poquito de pánico [sonríe], aunque al final tengo comprobado que cuando me subo al escenario me convierto en otro. No soy el mismo Israel Fernández en el escenario que fuera de él. En el escenario me siento unido al público de un modo muy especial, y me llega la inspiración y me resulta muy placentero devolverles la energía y el cariño que noto en ellos, aunque no es fácil darle cariño a dos mil personas, ¡eh!
-¿Anda en casa en zapatillas?
-No soy mucho de zapatillas, yo voy con botines, que me encantan, hasta a la playa.
-¿Se baña, bucea?
-Si acaso me meto hasta la cinturilla y hasta ahí hemos llegado. ¿Bucear? ¡Yo veo un calamar y salgo corriendo!
-¿Qué música suele escuchar últimamente?
-Me gusta el jazz, me encanta la salsa, admiro la música negra... Toda la buena música me gusta. Pero, últimamente, además de mucho cante de esa época dorada que va de 1900 a 1930, cuando me quiero relajar escucho clásica, sobre todo de Bach, en el que encuentro, además de placer y belleza, una música que te señala muchos caminos maravillosos a seguir.
-¿Vive como quiere?
-Bueno, yo procuro vivir respetando a los demás, porque yo sí que creo en lo de que hay que amar al prójimo como a ti mismo y en que no hay que hacerle daño a nadie. Hoy vivo feliz, estoy en un momento profesional muy bonito y tengo la suerte de que el cante me hace libre.
-¿Qué echa de menos?
-Vivir todos en paz, y con más cercanía entre nosotros. Hoy somos muy digitales y se palpa poco lo real; faltan abrazos, acariciar a los animales, cuidar las plantas, tocar los instrumentos musicales... Nos movemos más en lo digital que en el mundo real. Y que siga habiendo guerras en el mundo es algo que yo no comprendo.
-¿Se le ha ido alguna vez la cabeza desde que ha triunfado?
-Yo sigo siendo el mismo, pero está claro que no es igual que te falten 20 euros que te sobren 30, y eso puede hacer que caigas en la tentación de distraerte, como decíamos antes. Pero yo creo que la cabeza no se me ha ido nunca... Yo no he tenido problemas de alcohol, ni de drogas, ni de malos rollos. Procuro llevar una vida en orden porque la de los artistas es una vida difícil, trabajamos de noche y la noche está llena de tentaciones. Sé que estar bien tanto psicológica como emocionalmente te hace mucho más fuerte. Yo estoy enamorado, y eso es importante. Pero, bueno, que si alguna vez estoy de fiesta, y me dejo llevar un poco, tampoco pasa nada. No sé quién dijo eso de que si uno no se pierde nunca, tampoco se encuentra [risas].
-¿En qué cree?
-En que la unión hace la fuerza. No hay ningún hombre que haya hecho algo verdaderamente grande solo, sin ayuda de nadie.
-¿Qué sueño tiene hoy?
-Me gustaría que el flamenco llenase estadios, como lo hacen el pop y el rock.
-No ha actuado usted en el Festival del Cante de las Minas de La Unión...
-... solo no, estuve una vez con la maestra Sara Baras. Me haría mucha ilusión cantar en La Unión, es un festival con una historia muy bonita.
-¿Sabe usted que el Auditorio Víctor Villegas tiene un aforo de 1.768 espectadores?
-No lo sabía, no.
-¿Qué hará para no ponerse nervioso?
-[Ríe] Esto no lo he contado nunca: mi padre me dijo una vez, 'tú no te pongas nervioso, tú piensa que estás en un sembrado de patatas y que cada espectador es una patata'.
-Actúa en la Cumbre Flamenca de Murcia, en la que este año también actuará Lole Montoya, ¡palabras mayores!
-¡Lole! Coincidimos una vez en Pamplona. Recuerdo una actuación suya, en el Café Berlín de Madrid, que aquello no me lo podía ni creer, ese directo de Lole ha sido uno de los que más me ha sorprendido en la vida.
-¿Tiene usted alguna relación con la Región de Murcia?
-Mi familia de La Mancha viene de un gitano de Murcia que se fue para allá; yo creo que era de Totana.
Israel Fernández es autor de los temas de 'Pura sangre' -producido por Diego del Morao y Pional-, en cuyas letras va desgranando su particular forma de estar en el mundo, la importancia de su familia, su manera de entender ser gitano, su pasión por la naturaleza, el malestar que le provocan las injusticias...; temas como 'Pucheros y sartenes', 'Soleá de mi casa', 'Caminos y vereas', 'Me encuentro solo', 'Al Tercer Mundo', 'Ni príncipe ni rey', 'Seré silencio', 'Despierta' y 'La tuya y la mía'.
-¿La magia está en la pureza?
-Yo creo que la magia está precisamente en la mezcla. En 'Pura sangre' escuchamos sonidos electrónicos, pero sin que falte la guitarra de un genio como Diego el Morao. A mí me gusta mucho colaborar con otros flamencos.
-Dice usted que, en efecto, las apariencias engañan.
-No me fío de la gente que no es natural, de las personas que tienen una personalidad falsa, forzada, interesada. No entiendo esa obsesión por resultar original sea como sea. Si observamos la naturaleza, que es tan sabia, nos daremos cuenta de que no hay ninguna hoja igual a otra. Pero nosotros nunca nos conformamos con cómo somos, siempre queremos ser lo que no somos. Y hacemos lo que sea.
-¿La familia es lo primero?
-Sí. ¿Qué tienes más importante que hacer en la vida que cuidar a tu familia? Yo no me olvido de mis padres ni un solo día.
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