Isabel Rubio: «Probé un curso de Dirección en Águilas y fue una catarsis»

–¿Cuántas horas de trabajo le dedica en casa y con los músicos a preparar un concierto?

–El trabajo en casa depende de la dificultad del repertorio. Si tengo un repertorio más exigente, tardo más. Pero, por ejemplo, con un repertorio al uso de obertura, sinfonía y concierto de solistas, puedo estar un mes o dos antes estudiándolo. Normalmente, cuando te invita una orquesta, sueles realizar cuatro ensayos.

–¿Qué significa para usted dirigir a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia?

–Les dirigí por primera vez en Águilas, en 2021. Es muy emocionante porque yo he tocado con ellos hace tiempo. Me gusta ver a los compañeros, a quienes tengo muchísimo respeto, desde la tarima. Ahora tengo una visión diferente y empatía máxima. Me han recibido con mucho cariño. Estoy muy contenta de compartir otra vez el escenario con ellos.

–¿Echa de menos tocar?

–Sí, lo echo bastante de menos pero la verdad es que no tengo tiempo de dedicarme a ello, porque la profesión de dirección es muy completa, tienes que tener en cuenta muchos factores de todos los ámbitos de estudio y tocar también necesita invertir mucho tiempo. No me da tiempo a hacer las dos cosas bien.

–¿Qué cualidades debe tener un director o directora de orquesta?

–Aparte de estudiar mucho, que eso se presupone, que si no te sabes bien la partitura no deberías subirte a liderar un proyecto musical con los profesionales de la orquesta –cada uno es profesional de su instrumento y hay que respetarles desde el punto de vista del estudio al máximo–, a partir de ahí, creo que sobre todo tiene que ser empática, tienes que tener una capacidad de comunicación con la gente muy elaborada para comunicar lo mejor posible en menos tiempo y tener muy buen oído para saber manejar lo que se pueda moldear en cada momento. Saber dónde hace falta más trabajo, dónde menos....

–¿Cómo se lleva ser autónoma en esta profesión?

–No me voy a meter en jardines sobre lo que significa ser autónoma en España pero la verdad es que llevo muy bien la libertad que me da ser 'freelance', porque tengo tiempo de estudio y, aunque este mes lo tengo bastante completo, normalmente tengo más huecos. Viajo un montón, conozco gente nueva... me gusta mucho esta forma de vida. Igual en otro momento me cambia la percepción y prefiero estar más estática, pero ahora mismo es lo que quiero y me gusta mucho.

–¿En otros países de Europa hay más trabajo y están mejor pagados los directores de orquesta?

–Fuera de España, creo que la profesión de músico, incluyendo la de director, está mejor considerada, por supuesto. Sobre todo si nos referimos a Europa Central, que es el referente de la música clásica que tenemos aquí. Pero estar en España me encanta. También a veces salir de España es muy difícil. Yo he hecho un montón de cursos y concursos fuera, pero si en tu país no te promocionan, no te ayudan, no te dan la oportunidad, fuera es difícil que alguien se fije en ti. Además, tenemos ese concepto de que España es menos que Europa Central en cuanto a música clásica, pero no es así. Ahora mismo hay una calidad brutal de músicos profesionales jóvenes en España. Esa idea se cambia poco a poco y de momento todavía está costando. Por otra parte, cada uno también tiene su camino. Hay gente que ha estudiado fuera y está trabajando fuera y no hace nada en España y al contrario. En cuanto a lo económico, no tengo ni idea. Por el momento fuera solo he trabajado en Portugal y fue en un conservatorio.

–¿Cómo empieza su historia con la dirección?

–Mientras se formaba en el Conservatorio Superior de Murcia, notaba que me faltaba algo para sentirme realizada, así que probé un curso de Dirección en Águilas y fue una catarsis. Fue una locura la sensación que percibí de todo el sonido que me llegaba, me emocionó tanto estar ahí que decidí apostar por la dirección y me apunté a las pruebas.

–Llega a ser finalista a asistente de dirección de la Filarmónica de Berlín. ¿Cómo fue el proceso?

–Yo me apunto a todos los concursos que me interesan. De repente veo un 'mail' de la Filarmónica de Berlín que me invita a hacer el concurso y no me lo creía. Y fui a Berlín, que no había estado nunca. Fueron tres o cuatro días y cada día una prueba diferente con diferentes repertorios y varias obras de solistas, sinfonías... obras contemporáneas muy difíciles. Cada día era eliminatorio. Pasó todo muy rápido y a la vez muy lento. Había mucha incertidumbre. Lo disfruté mucho porque se celebró en la sala donde toca la Filarmónica de Berlín y por ahí han pasado todos los grandes profesionales de referencia. Solo ir allí fue un regalo.

–¿Qué funciones tiene el asistente de dirección?

–Es un apoyo para el director titular y el director invitado de esa semana en el repertorio. Escuchar desde fuera los balances instrumentales y en algunos momentos dados, cuando lo necesite la orquesta, hacer algún ensayo. El asistente aprende mucho dentro de su trabajo.

–Del programa de este concierto con el que se celebra el 120 aniversario de LA VERDAD, ¿tiene predilección por alguna pieza?

–Todas tienen su magia, pero personalmente la que más me gusta es 'La oración del torero', de Turina. Es superespecial y para mí tiene mucha historia.