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Solamente por su punto de partida, 'Líbranos del mal', y su desenlace, 'La cámara de ecos', el último trabajo discográfico de León Benavente justifica con creces su presencia entre los discos españoles más aplaudidos de los últimos años. Pero hay mucho más en 'ERA', una ... de esas obras pensadas al milímetro, admirablemente equilibradas, rabiosas y sutiles, descarnadas y conmovedoras, impactantes y liberadoras. Es la enésima demostración de fuerza y talento de una banda que, tras cumplir este mismo año una década en activo, sigue entusiasmando con la energía del primer día. León Benavente, que abren gira este viernes en Las Noches del Malecón, en Murcia Parque, ya suena con la esencia de los clásicos. Hablamos con el murciano César Verdú, batería del conjunto.
–'ERA' ha sido definido como un disco que trata del fin de una etapa y el comienzo de algo nuevo. ¿Qué es lo que más les interesa a la hora de realizar una búsqueda artística entre esos dos puntos del camino?
Cuándo Mañana, 22 horas.
Dónde Murcia Parque.
Entradas 25 euros.
–Para responder a esta pregunta tenemos que remontarnos a lo que sucedió con la pandemia, una etapa que nos pilló en un momento de crecimiento, con muchos planes de futuro y un verano envidiable. Pero pasó lo que pasó y nos encontramos con dos únicas formas de tomárnoslo: como el fin de algo que no iba a volver o el principio de algo que, además, teníamos que provocar nosotros. Entonces, y aunque lo habíamos hecho igual con todos nuestros trabajos anteriores, afrontamos artísticamente este disco buscando algo que nos sorprendiera, aportando lo mejor de cada uno de nosotros mismos y tratando de dar con elementos diferentes mientras hacíamos las canciones.
–¿Creen que el concepto de la ambición cuenta con demasiadas connotaciones negativas dentro del mundo artístico? Parece que se suele relacionar con demasiada facilidad con términos como la prepotencia.
–Sí, entiendo lo que dices. A ver, yo concibo el arte como algo que tiene que estar en movimiento y que la persona que lo realiza debe ser valiente y salir de su zona de confort. En el arte es imprescindible ser ambicioso porque si no al final te conformas con lo primero que sale o con lo que te da cierta seguridad y estabilidad. Nosotros somos un grupo al que le gusta asomarse al precipicio y arriesgar. Y no solamente somos ambiciosos a nivel musical, también nos ocurre con la puesta en escena, la manera de gestionar las giras, el arte de los discos o la gente con la que trabajamos. Nos gusta rodearnos de personas que sean ambiciosas y valientes a la hora de afrontar propuestas que a lo mejor se salen de los circuitos más comerciales.
–Me parece muy interesante el enfoque que le han dado en el disco a las guitarras, consiguiendo que no sonaran de una manera nada usual y, al tiempo, otorgándoles un papel clave en el desarrollo de los temas. ¿Cómo fue el trabajo en la grabación?
–Antes de empezar a generar ideas y crear música siempre nos sentamos a conversar para ver con qué aparatos contamos y la manera en la que vamos a limitar la grabación. Y en este disco queríamos que las guitarras no sonaran a guitarras y aportasen más en lo rítmico. Salvo en 'Viejos rockeros viejos', donde son más clásicas por el espíritu de la canción, las guitarras que aparecen en 'ERA' buscan crear un ambiente muy específico. Son completamente distintas a las de nuestros anteriores discos.
–Tras la publicación, fue curioso comprobar como las opiniones se dividieron entre quienes señalaban a 'ERA' como el trabajo más complejo de la banda hasta la fecha y quienes asegurábamos que estábamos ante su obra más directa y accesible. ¿Qué peso real tiene para el grupo el posible efecto de las canciones en el público durante el proceso de creación?
–No nos consideramos un grupo que haga experimentación musical ni nada parecido. Nos gusta arriesgar con nuestras canciones y nada más. Está claro que hay una parte del público a la que le gusta más los 'hits' o los temas más fáciles, y es cierto que en 'ERA' no hay tantas de ese tipo, son canciones que requieren tiempo y escuchas atentas. No es un disco para poner como música de fondo mientras haces otras cosas. Es curioso que en estos tiempos en los que la gente puede tirarse dos horas viendo una serie o delante de una pantalla no tengan esa misma capacidad para escuchar un disco sin hacer nada más.
–Tanto la primera canción del disco, 'Líbrame del mal', como la última, 'La cámara de ecos', ambas extraordinarias, desprenden un aroma clásico donde la contención adquiere protagonismo. ¿Ese trabajo de autocontrol surgió de un modo natural o supuso en cierto modo un esfuerzo?
–Efectivamente, esos temas tuvimos que contenerlos porque era lo que pedían. Al final, concebimos las canciones como hermanas que deben convivir dentro de un disco y que forman parte de un recorrido donde también tiene que haber momentos un poco más calmados.
–En 'Viejos rockeros viejos' reflexionan de manera bastante irónica, pero también certera, sobre el inevitable paso del tiempo en el mundo de la música y el momento idóneo de «abandonar la fiesta». ¿Es algo sobre lo que suelen pensar a menudo?
–Los cuatro somos muy amigos, hablamos mucho, y el paso del tiempo ha estado en nuestras conversaciones, sobre todo cuando notamos que se acercan los cincuenta (risas). Siempre lo hemos planteado y conforme vas creciendo te vas dando cuenta de que al final también tienes que saber encajar el tiempo dentro de la música y el rock. Pero no se trata solamente de este mundo artístico, sino que es algo que cualquiera puede aplicar en su día a día. No tienes que perder la ilusión por las cosas ni acomodarte, hay que seguir arriesgando, porque de lo contrario la vida se convierte en un aburrimiento.
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