![Carlotta Cossials en pleno concierto de Hinds en el Murcia Parque.](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202009/28/media/cortadas/1427820821-kApB-U120306700044VnH-1248x770@La%20Verdad.jpg)
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Por más que haya no pocos estudios sobre la relación entre sucesiones armónicas y sensación de placer, la ciencia y la música pop no podrían tener menos que ver entre sí. Dicho lo cual, añado: Hinds molan. Ni son las mejores instrumentistas -algo ... que nunca se valora cuando el grupo es de chicos, pero además es que tocan tal como su propuesta reclama-, ni van a cambiar el rumbo de la música contemporánea -¿conocen a alguien que sí?-, pero molan. Ellas, su actitud y sus canciones. Tal vez por eso actúan en 'late nights' televisivos en Estados Unidos, están muy bien valoradas en media Europa y hasta entran en listas oficiales de ventas en el Reino Unido. ¿Y por qué molan? Pues esto es lo que intentaré explicar, por más que sea más sencillo de observar que de razonar.
Antes conviene señalar que el de Murcia era el último concierto de su gira, saldado con aforo completo por parte de un público muy joven, y que por segunda vez -en Valencia el día anterior ya ocurrió- tuvieran la baja de su guitarrista Ana Perrote, cosas del covid, sustituida en algunos temas por Nico Aguilera. «Bienvenidos al concierto más extraño de Hinds», saludaron, antes de arrancar con la quedona 'Riding solo' y la estupenda 'Just like kids (miau)'. Ahí ya quedó claro y el resto del concierto no hizo sino confirmarlo: Hinds molan porque tienen gancho, porque su cierto desaliño a la hora de tocar sus piezas se transforma en encanto, porque huyen de la ortodoxia tanto en composición como en interpretación, porque su actitud y sonido recuerda un tanto al de los sensacionales primeros The Strokes, porque su pose no puede estar más lejos de la amanerada y cansina de las 'rock stars'. Y quien necesite una cuerda más para abarcar otra escala, mejor que se la eche al cuello y deje de dar la brasa, como dibujara el gran Mauro Entrialgo. La música pop (o rock, incluso punk) es esto: algo directo que toca la fibra. Lo demás es pirotecnia.
Carlotta Cossials, Ade Martín y Amber Grimbergen tocan sus (notables en su mayoría) canciones sin el menor ánimo de salvar el mundo. Lo hacen cantando en inglés, en español y también en 'spanglish', de ahí que les encaje bien su versión del 'Spanish bombs' de The Clash, cambiando oportunamente para la ocasión Granada por Murcia. No es, en cualquier caso, el mejor momento de un concierto en el que también sonó su versión de 'Davey Crocket (Gabba hey!)' de The Headcoats y en el que destacaron canciones como las estimulantes 'Burn' y 'The play' o las melódicas 'The club' y 'Waiting for you', esgrimidas ambas con ese desaliño 'strokiano' antes mencionado y que tan bien le sienta a las madrileñas.
Bien, estos son mis argumentos y si no le gustan, da igual porque no tengo otros. Amables en su relación con el público, la corrección sonora no es algo que vaya con Hinds. Simplemente la sensación es que van a su bola, que no se rigen por parámetros técnicos y que tampoco juegan a la honestidad del rockautor nudista. Son así y así molan. Es todo.
Definitivamente, no es el rock lo que ha muerto, como demostró la media de edad de la audiencia, sino sus viejos tópicos, poses y amaneramiento.
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