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No sabría decir la fecha exacta, ya me disculparéis esta falta de rigor cronológico, pero todavía recuerdo la primera vez que tuve un discman en ... las manos. Me lo dejó un compañero de clase que se había transformado en la envidia general al convertirse en la primera persona del aula en conseguir uno de esos aparatos que parecían llegar desde el futuro para que pudiésemos escuchar nuestras canciones favoritas mientras recorríamos la distancia existente entre el hogar y el pupitre, durante los tramos de autobús de los viajes de estudios o cuando salíamos a pasear por la playa durante un periodo vacacional que siempre terminaba antes de lo deseado. La cuestión es que, tras prestármelo, le pedí que no me dijera que disco estaba dentro del codiciado aparato. Quería descubrirlo por mí mismo y facilitar el efecto sorpresa. Y así, después de unas breves notas de teclado, un torrente de instrumentos, sonidos y sensaciones se abalanzó sobre mí hasta dejarme absolutamente hipnotizado. «I wanna bomb your submarines…». Palabras que surgían en mitad de una atmósfera que había hecho desaparecer el mundo que me rodeaba y que quedaron clavadas en mi memoria. La canción se llamaba 'Then', pertenecía a 'Some Friendly', el debut de The Charlatans, y me atravesó sin remedio.
Desde entonces, la banda formada en West Midlands a finales de los ochenta se convirtió en uno de esos lugares felices a los que uno jamás se cansa de regresar, espacios en los que se entrelaza el aprendizaje, la nostalgia, el miedo a crecer, el instinto, la ternura y la caprichosa inspiración. Refugio seguro y compartido con muchas de las personas que acudieron a la jornada de inauguración de un Visor Fest cuya nueva edición presenta uno de los carteles más atractivos de cuantos se han ido sucediendo en la Región a lo largo de 2024. Y no han sido pocos.
Por lo tanto, empecemos por el final, es decir, por el concierto de unos Charlatans que cerraron la cita desde el Espacio Nueva Condomina con un fantástico directo repleto de clásicos. Liderados por un pletórico Tim Burgess, la banda arrancó a lo grande con la citada 'Then', 'Can't get out of bed', 'So Oh' y 'Crashin'In', casi nada, y no dejó de pulsar la tecla que les conectaba con lo mejor de su catálogo hasta el final. Cerca de noventa minutos en los que las señas de identidad de su trayectoria, el pop psicodélico aderezado con acid house y las gotas justas de un rock siempre dispuesto a lanzarse a la pista de baile, salieron a relucir en piezas destacadas como 'North country boy', 'Here comes a soul saver' o las abrasadoras 'One to another' y 'The only one I know'. Sí, varias décadas después, el hechizo sigue intacto.
LA DELICIA DE CAMERA OBSCURA
Previamente, cuando la madrugada todavía no había revelado ninguna pista sobre su apariencia definitiva, ya habíamos sumado un concierto sobresaliente gracias a Camera Obscura, banda que maravilló en Murcia con una oda casi perfecta al pop con mayúsculas. Marcada por el fallecimiento en 2015 de la teclista Carey Lander, la formación de Glasgow aterrizó en Murcia con 'Look to the East, look to the West', un nuevo disco que compartió protagonismo en el repertorio con el excelente 'Let's get out of this country', su cima incontestable de 2006 que coló, atención, seis de sus diez temas. Así, junto a canciones recientes como 'The light nights' y 'Big love', composiciones por las que Stuart Murdoch y Paul McCartney pelearían a cuchillo, la banda recuperó joyas absolutas como 'Tears for affairs' o unas 'Lloyd, I'm ready to be heartbroken', 'If looks could kill', 'Come back Margaret' y 'Razzle Dazzle Rose' que protagonizaron una traca final de aplausos, sonrisas y lágrimas de pura felicidad. Suavidad, delicadeza y elegancia. Uno de esos grupos que calientan el corazón con cada una de sus melodías. Desde Escocia con (y por) amor.
REMONTADAS Y RESFRIADOS
En lo que respecta al resto del día, Sad Lovers & Giants, encargados de abrir la jornada, fueron de menos a más hasta alcanzar una brillante altura en los últimos compases de su actuación con las espléndidas 'Things we never said', 'Colourless dream', 'Imagination' y '50:50'. No hay peros que valgan ante una despedida de tal calibre. Por su parte, The Mission se vieron afectados de manera considerable por el resfriado que arrastraba un Wayne Hussey cuya voz sufrió a lo largo de todo el concierto, dividiéndose entre el esfuerzo sin demasiada recompensa y el grito de auxilio para que el público cantara en solitario más de una estrofa. Por supuesto que la fuerza de una banda que reúne temas como 'Severina', 'Swoon' o 'Butterfly on a wheel' es innegable, pero resultó complicado conectar al cien por cien bajo el liderazgo de una garganta así de castigada.
Un pequeño gran contratiempo que, en cualquier caso, no empaña la satisfacción general que dejó un Visor Fest cuyo regreso nos hizo gozar brindando por esos viejos tiempos que reaparecen cuando menos te lo esperas, ya sea en forma de grandes conciertos o en el espejismo de un discman que resplandece con la belleza de lo eterno.
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