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Ópera de Viena. C. E.
La batuta silenciada

La batuta silenciada

Música inesperada ·

El desafío de la creación artística

Miércoles, 9 de febrero 2022, 19:26

La audición de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler (1860-1911) desde el patio de butacas del Auditorio Víctor Villegas nos aproxima a entender la dimensión del protagonismo de este compositor en la historia de Viena y de la música.

Mahler posiblemente fue el músico que agitó con más energía los cimientos de la Ópera Imperial revolucionando la concepción musical de una sociedad que nunca llegó a comprender del todo su genialidad.

Durante los diez fructíferos años en los que Gustav mantuvo y mejoró el ya excelso nivel de la ópera de Viena, el compositor y director de la institución pasó de ser una prioridad para el propio emperador a convertirse en una incómoda presencia para el entorno.

A pesar de todo, Mahler pudo triunfar en su cometido gracias a sus dotes artísticas y humanas. Hay que recordar que su origen judío era un serio impedimento para su nombramiento como director de la Ópera de la ciudad imperial a finales del siglo XIX. Por ello, tuvo que convertirse al catolicismo y así hacer valer su brillante trayectoria como director musical de los teatros de ópera de Praga, Leipzig, Budapest y Hamburgo.

Sin embargo, su carácter autoritario, su exigencia artística y su intransigencia hacia lo tradicional , entre otras cosas, generó lo que su discípulo Bruno Walter describió como «hostilidad debida a la desafiante magnitud de los logros del compositor».

Resulta paradójico e incomprensible que una persona tan profesionalmente preparada y con tanto talento, pudiese ser criticado con tanta ferocidad por la prensa y medios oficiales al final de su carrera. Cualquier ausencia del maestro con motivo de una gira de conciertos, el mínimo desequilibrio económico, los cambios de repertorio por necesidad o cualquier otra excusa servía para incrementar y sacar a la luz la lista de defectos del responsable artístico de la Ópera.

Gustav marcó una época en la ciudad de la música lo que no se le reconoció debidamente en vida. 1907 fue un año especialmente duro para el director y compositor, ya que al fallecimiento de su pequeña Marie se añadió el diagnóstico de una grave e incurable dolencia cardiaca. A todo esto, se añadieron las presiones sufridas a nivel profesional que le obligaron a presentar la dimisión como director artístico de la Ópera Imperial.

En el momento que comienza el Adagietto de la Quinta Sinfonía, se aprecia la ambigüedad de esta bella música en función de nuestro estado de ánimo. El hecho de sentir amor o pérdida, compromiso o renuncia, vitalidad o fracaso, depende de cómo nos sintamos en un instante dado. Cuando alguien decide que el ciclo de una responsabilidad llega a su fin, debe saber dignificar y poner en valor los méritos logrados. En caso contrario, el tiempo se encargará de poner a cada uno en su lugar.

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