![Las alas musicales de Ginebras](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/12/02/ginebras-k1mH-U210894508118usE-1200x840@La%20Verdad.jpg)
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Al final de '¡Qué bello es vivir!', la inmortal obra maestra de Frank Capra, el personaje interpretado por James Stewart, en pie, recibe un último mensaje de su ángel de la guarda: «Querido George, recuerda que ninguna persona que tiene amigos es un fracaso. ¡Gracias ... por las alas! Con amor, Clarence». Por supuesto, a estas alturas del clásico cinematográfico navideño más indiscutible de todos los tiempos uno ya anda rozando la deshidratación por torrente incontrolable de lágrimas, pero, al igual que le sucede al bueno de George, termina triunfando esa emoción tan difícil de describir (y conseguir) que guarda un enorme parecido con la felicidad. Se trata de un sentimiento aupado sobre los resistentes hombros de la alegría compartida, de los primeros rayos de sol que atraviesa un cielo nublado, de los saltos entre abrazos sobre los charcos que deja la lluvia de la nostalgia, del arrebato de entusiasmo sin prejuicios ni complejos, del beso que se refugia de la multitud en un portal, de la canción que suena en el momento preciso, con la forma exacta y en compañía de las personas soñadas, de la complicidad sin paréntesis, de la valentía sin arrogancia, de la generosidad sin condición. Un conjunto de sensaciones que, por ejemplo, se dan cita de modo prácticamente tangible en un concierto de Ginebras.
Artista Ginebras
Dónde Sala Mamba. Murcia
Calificación Muy bueno
De inicio a fin, Magüi Berto (voz y guitarra rítmica), Sandra Sabater (guitarra solista y segundas voces), Raquel López (bajo) y Juls Acosta (batería) se muestran en el escenario como cuatro amigas que, por encima de todo, están disfrutando y quieren hacerte disfrutar. Están cantando y te quieren hacer cantar. Están vibrando y te quieren hacer vibrar. No se trata de aparecer, tocar el repertorio correspondiente, cumplir con el contrato y decir hasta pronto. No, las componentes de Ginebras se suben al escenario para entregarse al cien por cien y darlo absolutamente todo, incluyendo las gotas extra de gasolina que queden en la reserva. Sudor, alguna lágrima que otra, risas y, sobre todo, melodías que forman parte imprescindible de una nueva generación que hemos encontrado en ellas un refugio feliz contra los inevitables ataques del frío. El que se respira fuera y el que cala por dentro.
Por eso, y gracias a un repertorio que ha necesitado 'solamente' dos discos largos y un EP para descubrirse inapelable, la noche vivida en la sala Mamba de Murcia fue una auténtica fiesta en la que resultó imposible no detectar una energía tan vitalista como grupal desde el fulgurante arranque con 'Alex Turner', 'Crystal Fighters' y 'En bolas', tridente que arrasó en su condición de perfecta bienvenida, declaración de intenciones y causa directa de la afonía del fin de semana.
Redondeado por un trabajo de luces digno de mención, el concierto vivió atado al éxtasis permanente, facilitando un único momento de respiro con 'Muchas gracias por venir', preciosa balada con alma McCartney cuya versión de estudio, en un conmovedor acto de coherencia y justicia poética, fue grabada en los mismísimos Abbey Road. Y es que, como sucede con el noventa por ciento de la obra de Ginebras, tirando por lo bajo, la huella de los Beatles está omnipresente, especialmente la correspondiente a aquellos primeros y briosos años en los que los genios de Liverpool empezaron a conquistar el mundo con discos como 'Please Please Me', 'With The Beatles' y 'A Hard Day's Night', primera obra maestra incontestable de un grupo cuyo eco es fácilmente detectable en temas tan sensacionales como 'Chico Pum', 'Todas mis ex tienen novio', 'Billie Max' o la encantadora 'Filtro Valencia'. En este sentido, y puestos a buscar un reproche, fue una lástima que no recuperaran la maravillosa 'Campos de fresas para siempre'. Otra vez será.
Y así, entre el nervio de 'Lunes negro'; la trepidante versión de 'Con altura' de Rosalía; el ímpetu rock de 'Desastre de persona'; esa 'Ansiedad' que te pellizca el corazón mientras gritas a pleno pulmón su estribillo; la adictiva 'Rapapá'; o 'La ciudad huele a sudor', de la cual merece ser subrayada la labor de una pletórica Juls a las baquetas, fue desarrollándose una velada que finalizó a lo grande con el delirio general provocado por el memorable zarandeo rumbero de 'Paco y Carmela' y el monumento pop que es 'La típica canción', tema con el que muchos descubrimos a (y nos enamoramos de) una banda cuyas canciones han adquirido la forma de lugares felices, amistades infalibles y alas musicales con las que alzar el vuelo cuando el suelo se convierte en arena movediza. ¡Qué bello es vivir con Ginebras!
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