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«Sí, estoy feliz», dice José Carlos Martínez (Cartagena, 1969), director desde septiembre de 2011 de la Compañía Nacional de Danza (CND), a la que llegó, con entusiasmo pero también con una humildad cautivadora, con el marchamo indeleble de ser Bailarín Estrella de la Ópera de París y con dos importantes reconocimientos en su haber: recibió el Premio Nacional de Danza en 1999, y fue nombrado Comendador de la Orden de las Artes y las Letras (Francia). Pero, tras superar muchas dificultades y lograr éxitos clamorosos con el programa 'Una noche con Forsythe' -que recibió una ovación unánime- o con el espectacular 'Don Quijote Suite' -coreografiado por él a partir de las versiones de Marius Petipa y Alexander Gorski-, el próximo 31 de agosto finaliza su contrato al frente de la CND. Una recta final que él y la compañía están encarando arropados por otro nuevo gran éxito: la puesta en escena de 'El Cascanueces', que con la interpretación en vivo de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM), y la colaboración de la Coral Discantus, podrá disfrutarse mañana, el viernes y el sábado en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Transcurridos ocho años, podría ser la última vez que José Carlos Martínez asiste en Murcia, como su director, a una función de la CND. De momento, y en mitad de una gran expectación y de muestras de afecto y de admiración, «más de 5.000 personas», según Vicenta Hellín, promotora del evento junto a Blancamp 2001, disfrutarán de este 'Cascanueces', con música de Tchaikovsky, de cuyas coreografía y dirección es responsable el artista cartagenero. «Con esta producción de 'Cascanueces' he ido más lejos que con la de 'Don Quijote', con cuya versión original fui muy respetuoso. A 'Cascanueces' le he dado un toque mucho más personal y he dejado más clara mi visión de ese ballet», dice Martínez, convencido de la importancia que tienen estas dos experiencias: «Abrir la mente y descubrir cosas nuevas». Ayer, durante la entrevista y la sesión de fotos para 'La Verdad', estaba feliz, como recién llegado, como la gran persona con los pies en la tierra, y un talento excepcional, que es.
Espectáculo 'El Cascanueces'.
Música Tchaikovsky.
Coreografía y dirección José Carlos Martínez.
Interpretación Compañía Nacional de Danza (CND), Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM) y Coral Discantus.
Dónde Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Cuándo: Jueves 20, viernes 21 y sábado 22, a las 20.00 horas. Entradas: de 25 a 70 E.
-Empezamos bien, poniéndome en un compromiso [risas]. No, no, qué va, en serio que, globalmente, le pongo muy buena nota. Hemos llegado mucho más lejos de donde yo pensaba que sería posible, aunque evidentemente queda mucho trabajo por hacer y hay que seguir avanzando. Mi aspiración es la perfección, a la que persigo siempre sabiendo, como sé, que es prácticamente imposible alcanzarla. Pero, bueno, un 8 sí que le pongo. Estoy muy satisfecho con la calidad de los espectáculos que estamos ofreciendo, aunque es cierto que tenemos mucho potencial por seguir explotando que todavía, y soy muy consciente de eso, no se ha visto.
-Creo que sí; y, además, compararnos con total tranquilidad. Nosotros, por la historia de la compañía [durante años la dirigió el bailarín y coreógrafo de corte contemporáneo Nacho Duato, hasta la llegada a la dirección de José Carlos Martínez tras ganar un concurso público] tenemos una particularidad importante, y es que a los bailarines muy versátiles y muy contemporáneos con los que ya contábamos, se han ido sumando en estos años bailarines clásicos también muy buenos. Muchas compañías clásicas hacen algo de contemporáneo, y lo hacen bien; pero nosotros, cuando hacemos programas más vanguardistas, lo hacemos muy, muy bien. En el plano internacional, en el que ya se empieza a valorar y a demandar nuestros ballets clásicos, algo que antes no pasaba, las piezas contemporáneas siguen teniendo mucho éxito. De hecho, terminaremos la temporada en París, casi seguro, con diez representaciones de 'Carmen' [cuya coreografía firma el coreógrafo sueco Johan Inger]
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-Ha pasado muy rápido, sí, y en mi caso prácticamente dedicado casi al completo a trabajar, trabajar y trabajar. El trabajo ha sido tan intenso, enfocado a ir paso a paso superando una etapa tras otra con sus correspondientes complicaciones, que ha sido de verdad un no parar durante años. Y, bueno, ahora parece que esto ya se ha acabado y que hay que dejar la compañía en manos de otra persona. Le reconozco que es una sensación extraña.
-No, pena no sería la palabra. No estoy apenado, todo lo contrario; estoy muy ilusionado por lo conseguido y por todo el cariño y los aplausos que nos regala el público en cada representación. Pero le digo la verdad, creo que sí sentiría pena si viese que en el futuro la compañía no evolucionase como yo creo que debe hacerlo. Si en el futuro todo el trabajo que hemos hecho hasta ahora se echa por tierra y no se tiene en cuenta, claro que lo lamentaría. Pero si, sea cual sea la persona que se ponga al frente de la CND, se sigue evolucionando a partir de este punto de excelencia en la que yo la voy a dejar, de alguna manera seguirá siendo mi proyecto, de alguna manera seguirá siendo mi bebé. Sería como si hubiese criado a un hijo con todo mimo durante ocho años, y después éste iniciase otro camino en el que continuase creciendo saludable y feliz; tendrás la satisfacción de saber que has colaborado y has sido útil.
-No, ¿debería arrepentirme de haberme entregado al 200% para que esto funcionase? [Risas] Desde que me vine de París ha sido eso lo que he hecho, pero es que era la única manera, digamos, de conseguir que con tan poco presupuesto y tan pocos medios se pudiera sacar la compañía adelante. Hemos optimizado todo al máximo.
-Pues en eso estoy. Llevo ochos años dándole prioridad absoluta a la compañía, y es lógico que ahora me diga: «José Carlos, parece haber llegado el momento de pensar más en ti, de enfocar tu vida de otro modo, de cerrar un paréntesis durante el que te has dedicado a trabajar para la compañía con total exclusividad. En principio, voy a intentar estar un poco más tranquilo. No tengo ganas de ponerme, así de forma rápida, a dirigir otra compañía. Me voy a centrar más en mi faceta de coreógrafo, no teniendo que ocuparme tanto de la parte económica y sí más de la parte artística. Me gustaría poder disfrutar de un poco de tranquilidad, pero también le digo que mis amigos, que me conocen bien, están seguros de que en cuanto pase el verano me meteré en cualquier fregado [risas]. Mi carácter disfruta haciendo muchas cosas.
-Sí, sí, aunque viajando mucho. Está claro que mi vida vuelve a estar abierta a la aventura.
-La posibilidad existe, pero el INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música) tiene la intención de cambiar a todos los directores de todas las unidades de producción [incluido Antonio Najarro al frente del Ballet Nacional de España (BNE)]. Habrá nuevos concursos públicos para ocupar esos puestos. Cuando me preguntan si me voy a presentar de nuevo, lo cual sería legítimo, respondo la verdad: no lo sé. Tendría que ver primero las condiciones en las que se trabajará en el futuro en la CND, y lo que se le pide al nuevo director. Hoy sé perfectamente las necesidades de la CND para que pueda seguir avanzando, y yo solo continuaría siempre y cuando tuviésemos la opción de poder seguir progresando y construyendo. Si se quiere que la compañía haga nuevas producciones y siga creciendo, hay que aumentar su presupuesto.
-A ponerme más en el lugar del otro. Cuando solo te dedicas a bailar, te ocupas de tu cuerpo y de ti mismo y ya está. Yo, durante todo este tiempo he tenido que gestionar también emociones, sueños, tristezas... de mucha gente. He tenido que intentar motivar para que creciesen artísticamente a gente muy joven, he tenido que aprender a escuchar, a observarlo todo, a tomar decisiones que afectan a otras personas. Y todo ello, sabiendo que tú eres el que manda, el que tiene la responsabilidad, el que debe asumir el éxito o el fracaso. Creo que he crecido como persona, y lo cierto es que no le tengo ningún miedo al futuro; es interesante ver qué tipos de aventuras pueden esperarte. Estuve 28 años en París, después me lancé a regresar a España para dirigir la CND y ahora, si finalmente esta etapa se acaba definitivamente, pues empezará una nueva aventura y puede que, incluso, haga cosas que ahora mismo ni me imagino. Siempre hay que dejar una puerta abierta. No me preocupa qué será de mí, lo que sí le digo es que yo estaré súper contento siempre que la compañía vaya bien. Yo, los sueños que tenía ya se cumplieron hace mucho. El principal, mi sueño de niño, era llegar a ser bailarín profesional. ¡Y ya ve si lo he conseguido!
-[Risas] Mi madre, que en su día no quería que volviese a España a dirigir la CND, ahora dice que lo que hemos conseguido es increíble y que tengo que continuar luchando para que esta compañía llegue lo más lejos posible. Como verá, creo que a mi madre no le gustan los cambios [risas]. A mí, cuando llegan, me resultan estimulantes.
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