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Está feliz Javier Gutiérrez (Luanco, 1971) con el resultado del reciente estreno en el Teatro Romea de Murcia de '¿Quién es el señor Schmitt?', la obra de Sébastien Thiéry, versionada y dirigida con mucho acierto por Sergio Peris-Mencheta, cuyo reparto encabeza junto a la también popular intérprete Cristina Castaño. Ovación del público, ovación de la crítica y ausencia en el mismo, justificada con todo el dolor de su corazón de «maravillosa amiga», de la actriz murciana Pepa Aniorte -se quieren y se admiran a partes iguales-, junto a la que conoció el éxito en 'Los Serrano' (Tele 5) y con la que volvió a repetirlo en 'Águila Roja' (TVE), todo un filón de oro que logró audiencias por encima de los cinco millones de espectadores. Javier Gutiérrez, excelente, popular y respetado actor que asegura ser «un gran tímido» y cuyo buen hacer ha sido recompensado hasta ahora con dos 'goyas', por 'La isla mínima' (2014) y 'El autor' (2017), y con la Concha de Plata al Mejor Actor, también por 'La isla mínima', no había actuado en Murcia desde que en abril de 2014 se subió al escenario del Teatro Circo Murcia (TCM) para representar, junto a esa 'bestia escénica' llamada Carmen Machi, 'Los Mácbez', un espectáculo dirigido por Andrés Lima y basado, de forma muy libre y escrito por Juan Cavestany, en 'Macbeth', de Shakespeare. Un montaje con el que, cuenta, aprendió «lo que no debo hacer: ambicionar llegar a lo más alto pasando por encima de todo y de todos, sin límite alguno, caiga quien caiga, a lo bestia. Quedé advertido de la barbaridad que es entrar en esa espiral de violencia y locura en la que entra él».
Está siendo 2018 un buen año para el actor, protagonista de la serie en antena 'Estoy vivo' (TVE), y de la aclamada y taquillera 'Campeones', la mucho más que recomendable comedia de Javier Fésser, que está suponiendo una bienvenida inyección económica para las taquillas del cine español y que ha sido elegida para representar a nuestro país en la próxima edición de los Oscar. Y como remate, el estreno de una función de teatro, tan divertida como inquietante, que le da la oportunidad de «hacer una pirueta interpretativa que te permite transitar por el drama, la comedia, el suspense, el absurdo..; un ejercicio de virtuosismo, suponiendo que salga bien y que no te estrelles con todo el equipo [sonríe]». «Llamé a Pepa Aniorte para el estreno en Murcia, pero le fue imposible asistir. En su honor, me comí unos paparajotes. Cuando estábamos rodando 'Los Serrano', un día me dijo: '¡Te voy a hacer unos paparajotes!'; no sé, me sonó raro, raro y pensé: '¿qué querrá decir con que me va a hacer unos papajarotes?' [Risas]. La adoro, es una actriz con un talento y una personalidad como pocas», cuenta durante su entrevista con 'La Verdad'.
Un sueño cumplido
Su hijo mateo
Cultura y educación
Su amiga murciana
-Lo deseaba, porque es una película muy necesaria ya que siguen vigentes el miedo y el desconocimiento que existen con respecto al mundo de la discapacidad. 'Campeones' ha conquistado el cariño del público y de la crítica, y después el reconocimiento de los académicos que la han elegido para que represente a España en los Oscar. Pero el gran valor que tiene esta película, y el gran premio que ya hemos recibido todos los que la hemos hecho, es que está acercando a diversas generaciones de espectadores a este mundo del que ignoramos muchas cosas, y al mismo tiempo dando una lección sobre cómo manejarse en él.
-Sí, porque tengo un hijo con discapacidad, con lo cual éste era un proyecto muy personal, muy ansiado, muy soñado. En el cine español faltaba una película que hablase de toda esta gente y de sus singularidades, y ya la tenemos. Además, creo que ha sido un inmenso acierto que los personajes estén interpretados por actores con discapacidad, y que no se haya hecho en plan película americana, con Tom Hanks en plan 'Forrest Gump'. Los actores de 'Campeones' han sabido conquistar muy bien el corazón del público.
-Ha sido muy placentera y enriquecedora. Javier Fésser es un auténtico capitán de barco, un líder que sabe muy bien lo que hace en cada momento y qué tecla tocar para lograr que brote la emoción en el espectador. Cada día de rodaje era una aventura, porque no sabíamos qué iba a pasar. De hecho, cuando nos sentamos a hablar del proyecto, Javier me dijo: «Comprenderás que tendremos que ir adaptándonos a la circunstancias y que cada día de rodaje será diferente. Habrá que improvisar y estar muy pendientes de cómo respiran los chicos cada día y de lo que nos ofrecen». De hecho, los chicos nos han regalado algunos momentazos increíbles que no había que dejarlos pasar. A lo largo de mi carrera, he hecho personajes que han conectado muy bien con el público, y trabajos muy populares como el personaje de Sátur en 'Águila Roja', pero con 'Campeones' se ha producido una vuelta de tuerca, y he podido sentir tanto cariño y agradecimiento por parte del público que ha llegado a desarmarme. ¡Y me alegra tanto que los chicos se hayan convertido en auténticas estrellas! No sabe usted lo que es ir con ellos por la calle, por los aeropuertos, por la playa...; son auténticas celebridades y eso es un chute de autoestima, para ellos y sus familias, que le está haciendo mucho bien también a todo el mundo de la discapacidad. Porque no solo están los que la tienen, sino también sus familiares, sus amigos, su entorno. Si te pones a pensar, quien más quien menos ha vivido esta historia de cerca, o la conoce de primera mano o tiene a alguien querido con algún familiar con discapacidad.
-Al principio es una película de terror. Obviamente, nadie te da un manual ni unas instrucciones infalibles para manejarte cuando tu hijo nace con una discapacidad. De hecho, y es muy crudo que así sea pero es lo que hay, lo primero que desaparece de la habitación del hospital son las flores, que incluso en muchos casos ni siquiera llegan. La gente no sabe cómo reaccionar, cómo funcionar en estos casos. No saben muy bien si felicitarte o no, si llamarte o no llamarte... Al principio es durísimo, claro, pero con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que la vida es así y de que hay cosas muchísimo más duras que el que te nazca un hijo con una discapacidad. Porque, además, con el tiempo tu hijo se convierte en una auténtica lección de vida, y eso es lo que nos ofrece a día de hoy nuestro hijo Mateo; una auténtica lección de vida diaria, de superación, de ganas de salir adelante. Y vives la experiencia alucinante de experimentar lo que es el amor incondicional.
-Sí. De hecho, creo que personal y profesionalmente sé el terreno que piso y soy realista. A ver, yo soy actor, no me dedico a salvar vidas. No me creo más importante que nadie, ni imprescindible, ni el mejor en nada, aunque estoy muy orgulloso de mi profesión y de dedicarme al mundo de la cultura, que de verdad creo que es muy importante para la vida de las personas y para el buen funcionamiento de un país. La pena es que pienso que la cultura se ha convertido, en este país en el que por parte de los gobernantes se ha denostado tanto la cultura como la educación, en algo de usar y tirar. Se cambian los planes de estudio, no se le da a la cultura el valor que tiene, hay un desmadre generalizado en este sentido. Y los que nos dedicamos a la cultura lo vivimos muy de cerca. Es inadmisible que en un país como España la gente que nos dedicamos a la cultura hayamos estado sometidos a tanta presión, a tanta intoxicación informativa y a algo tan inaceptable como ese 21% de IVA cultural que nos ha hecho tanto daño.
-Pues, por ejemplo, de que con una película como 'Campeones' ayudamos a construir un mundo mejor, una sociedad más justa, más honesta, más sincera. Y que con espectáculos como '¿Quién es el señor Schmitt?' ofrecemos no solo una función de teatro que sirva simplemente de divertimento, sino que también deje un poso de reflexión, o eso quiero pensar. Y para eso me dedico yo a esta profesión, aunque evidentemente hay trabajos alimenticios que haces porque uno tiene que llenar la nevera y llegar a final de mes. No he dejado nunca de pelear, y reconozco que soy una hormiguita, un trabajador incansable que ama mucho este oficio y que trata en la medida de lo posible de dignificarlo.
-Me voy a meter en un jardín, pero le diré que percibo como una anestesia generalizada; nos hemos quedado tan estupefactos ante tanta corrupción, ante tanto desmadre por parte de la clase política, que el ciudadano ha dejado de creer en ella y asistimos, entre impasibles y estupefactos, a lo que está ocurriendo día a día. Y le diré más: me provoca también mucha tristeza cómo se utiliza el tema de Cataluña, de 'el procés'; no sé si como una cortina de humo o no, pero creo que hay en nuestro país problemas de base muy graves como para que todo el día esté el tema catalán en primera página y solo se hable de eso, cuando todos sabemos que hay situaciones lamentables que solventar que afectan a muchísimos ciudadanos. Yo no creo que mi opinión sea importante, de hecho tengo Twitter y no me atrevo a expresar mi opinión porque no considero que tenga algún interés más allá de mi ámbito privado, pero sí que es cierto que antes que actor soy ciudadano y que me interesan los problemas de mi país. Y si usted me pregunta, no tengo inconveniente en decirle que pienso que, básicamente, el mayor problema son nuestros políticos, que no están a la altura de la sociedad ni de los ciudadanos, a lo que añado que nosotros tampoco hemos sabido sacudirles. Falta eso, despertar. ¿Se acuerda de lo que pasó con Podemos en su día? Las asambleas en la calle y todas esas ganas de cambiar el escenario de nuestro país...; pero todo eso se ha ido poco a poco diluyendo y es una auténtica pena.
-Yo confío mucho en el ser humano, y me parece que en nuestro país hay mucha gente que se sabe poner en la piel del otro. Creo que nos podemos salvar y confío mucho en las nuevas generaciones. No dejo de pensar que es posible construir entre todos un mundo mejor, y ahí es donde entran la educación y la cultura, a las que como le decía los políticos le dan la espalda. Y eso nos puede llevar a caer en un país embrutecido, donde lo peor que nos puede pasar es pensar solo en nosotros mismos, ser soberbios y egoístas y no ponernos en el lugar del otro.
-[Amplia sonrisa] Me llevo bien conmigo mismo de vez en cuando, pero no siempre. No siempre vivo feliz en mi traje, aunque yo me dedico a la interpretación no para huir de mí mismo, sino para vivir otras vidas. De pequeño era un niño enfermizamente tímido, y me sigue sirviendo mucho de terapia esto de meterme en el pellejo de otras personas.
-No quisiera vivir ajeno al mundo real y acercarme peligrosamente a un mundo virtual que a mí no me interesa; o, por lo menos, no me interesa vivir veinticuatro horas pendiente de Twitter, ni hacerle fotos, para enviárselas a la gente, al plato de comida que tengo delante. A mí me parece muy importante la privacidad, pero allá cada cual.
Javier Gutiérrez, a la hora de relacionarse, prefiere «el contacto físico». Menos Facebook y Twitter, y más besos y abrazos. Más combate de risas en directo, más oxígeno en vivo. Y tampoco está pegado al móvil todo el tiempo, porque en cuanto puede, lo apaga y punto. «A mí lo que me gusta es estar activo, salir a la calle, jugar con mi hijo...; con las nuevas tecnologías, si nos descuidamos vamos a dejar hasta de follar. Mucha gente solo quiere ya casa y ordenador, casa y ordenador», dice/lamenta el cómico. Le gusta, sencillamente, «la vida de barrio, comprar en los pequeños mercados, charlar con los vendedores de los puestos, curiosear novedades editoriales en librerías en las que te sientes como en familia, leer a Philip Roth, tomar unas cervecitas en las terrazas de verano de Madrid, comer y beber bien, ir al teatro y al cine como espectador...».
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