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MAPAS SIN MUNDO (29/07/2018)

PEDRO ALBERTO CRUZ

Domingo, 29 de julio 2018, 11:54

La expresión 'buenos tiempos' se inventó para indicar la imposibilidad de un presente pleno. No hay un 'aquí' y 'ahora' que rezume bienestar. Aunque tampoco debemos ser tan ingenuos como para considerar que lo que denominamos 'buenos tiempos' lo fueron en verdad, y no están manchados por la sensación de desasosiego. Padecemos en presente y disfrutamos de nuestra vida en pasado. En realidad, se trata de una artimaña de nuestra mente para otorgar un poco de sentido a nuestra decepción. Nos comportamos como Frankensteins: profanamos nuestros recuerdos -los trozos de vida muerta-, les insuflamos una energía artificial y los cosemos y maquillamos a fin de que nos devuelvan una imagen mejor de nosotros mismos. Nuestro pasado feliz es un monstruo que hemos creado, y cuyos rasgos deformes nos resultan tan familiares que ya somos incapaces de percibirlos.

Cada día el mundo se divide en dos mitades. Y hoy esa división es entre quienes consideran prioritario salvarle la vida a un pájaro que se han encontrado moribundo por la calle y los que lo consideran inútil. La inutilidad es la mayor fuente de empatía y compasión que existe. Lo que no sirve para nada es lo que más vidas salva.

Como le ha sucedido a otros muchos 'ismos', el Humanismo se ha ido dejando jirones de su humanidad a lo largo de la historia hasta ser lo que es: una máquina de matar.

Si hubiera que salvar una sola frase de la quema final, yo indudablemente me quedaría con aquella de Rimbaud: «Je est un autre» («Yo es otro»).

Cada día que repite simétricamente al anterior inventa una nueva forma de autodestrucción.

Al final, solo romperemos nuestro silencio para hablar con las teleoperadoras de las compañías telefónicas. Mensajes impersonales de alguien que no conoces y sobre algo que no quieres. Si la felicidad se encuentra a través del desinterés, ¿qué mejor fórmula que ésta?

El verano no conoce término medio entre su deseo y su odio. O dicho de otra manera, lo soportas mientras recuerdas que era eso lo que tanto habías deseado, y lo quieres echar a patadas en el momento en que te das cuenta de que lo tienes.

La única juventud que se tolera en política es aquella con una edad mental tan avanzada que no molesta a los pilares más rancios del 'establishment'.

Nadie debería sentirse culpable por ser optimista. Pero yo de esa persona no tardaría en tomar medidas. Hay resfriados que han tenido fatales consecuencias.

La integración es el nuevo mantra del despotismo: te quiero pero no con tus ideas, sino con las mías. Es decir: me quiero.

Recuperar la esencia y actualizarla constituyen estrategias incompatibles entre sí. La esencia lo es porque es fija e intemporal y, por lo tanto, no conoce ni de contextos, ni de épocas viejas o nuevas. Una esencia nunca se podrá actualizar.

A partir de ahora, cualquier revolución mínimamente seria dirá: «Bajo los adoquines, un lago de Marte».

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