Secciones
Servicios
Destacamos
La sociedad siempre ha estado polarizada en sanos y enfermos. Esas dos categorías netas han servido para clasificarnos y crear grandes campos de identidad. Sin embargo, con la pandemia, ha surgido una tercera categoría que ha terminado por abarcar a todos los ciudadanos: los «no-enfermos». El «no-enfermo» es un tipo de individuo que, a cada segundo, y como su propia denominación indica, ha de estar demostrando que no está enfermo. El alcance de esta nueva identidad es enorme para nuestra configuración como sociedad. Para empezar, supone la transformación de cada sujeto en sospechoso. Todo ciudadano es un enfermo potencial. Y, como tal, debe someterse al control de las autoridades. El «ser» de una persona se articula en torno a esta declaración explícita: «No estoy enfermo». Se trata de una identidad a la defensiva que surge de una acusación generalizada: todo ciudadano es culpable de estar enfermo hasta que se demuestre lo contrario. Hasta hace unos meses, estar enfermo constituía un hecho consumado: tras un diagnóstico especializado, pasabas a engrosar una de las dos categorías netas en las que se dividía la sociedad. Pero, en la actualidad, se ha pasado del hecho consumado al hecho «a priori» &ndasho lo que es igual: la «presunción de inocencia» se ha tornado en una «presunción de culpabilidad». Cada uno de nosotros nos levantamos cada mañana con la ansiedad insoportable de demostrar públicamente que no estamos enfermos. Y de esta «tensión demostrativa» continuada solo se puede derivar un estado de miedo y de mala conciencia perpetuo. La sociedad se siente culpable por una infracción que «todavía» no ha cometido. El adverbio «todavía» constituye un matiz crucial para entender este concepto de la «no-enfermedad»: introduce la dimensión temporal del «ahora» o del «futuro inmediato». El no estar enfermo no nos convierte en sanos; antes bien, y de cara a la autoridad sanitaria, hace de nosotros futuros enfermos. La co-responsabilidad que constantemente se demanda de la ciudadanía no quiere decir otra cosa que la demostración de no estar enfermo. De ahí que la tan cacareada responsabilidad no se ejerza en un contexto de libertad cívica, sino, por el contrario, de acusación previa: «Eres culpable. Demuéstrame ahora no estar enfermo».
***
En realidad, no existen políticas contra el Covid-19. La existencia de éstas implicaría diseño, inversión y creatividad. Y, hasta el momento, lo único a lo que se ha procedido es a prohibir y a confinar. La traducción de «prohibiciones y confinamiento» a la realidad cotidiana es que la contención de la pandemia solo se consigue mediante el sacrificio de decenas de miles de pequeños empresarios que se encuentran en situación de ruina. Esa, y no otra, es la única estrategia propuesta por las administraciones. Todo lo que no sea prevención e inversiones obliga al sacrificio; y el sacrificio siempre lo realizan los mismos: esos pequeños empresarios a los que, lejos de aplaudirse y de ayudarse, se los criminaliza como causantes de este caos. Lo que no termino de comprender es cómo ningún gobernante llega a la conclusión de que el coste de las inversiones en sanitarios, profesores, rastreadores, etc. siempre será menor que el montante total que se deje de ingresar por el número de empresas cerradas. No hablamos de utopías, sino de pragmatismo puro y duro. Sinceramente, no entiendo nada.
***
O no somos tan inteligentes o cuando la inteligencia es filtrada y mediada por la gestión pública desaparece. Después de tantos avances y desarrollos, las únicas medidas implementadas para frenar la pandemia son más policía y más ejército. A menor inteligencia, mayor represión.
***
No estamos conviviendo con el virus, sino con nuestra incompetencia.
***
La prudencia soluciona problemas; el miedo, los agrava. Somos la sociedad menos prudente y más aterrorizada de la historia reciente. Y las consecuencias de ello son letales.
***
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.