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MAPAS SIN MUNDO (23/02/2020)

PEDRO ALBERTO CRUZ

Murcia

Domingo, 23 de febrero 2020, 11:32

Estamos a un tris de que se pida la retirada del &lsquoGuernica&rsquo, de Picasso, por adoctrinamiento. Después de que un poema de Miguel Hernández haya sido retirado del Memorial a las víctimas de la Guerra Civil por el Ayuntamiento de Madrid, cualquier cosa es posible. Hay obras que son universales, que hablan de principios que nos atañen -o que nos deberían atañer- a todos. Pero parece que esto no resulta evidente para la estructura de mediocridad que ha tocado poder en los últimos tiempos. Si volvemos a mirar la genealogía política de cada creador, nos limitaremos a «hablar de pelota», como dicen los cubanos cuando tienen que cambiar la conversación por estar entrando en asuntos espinosos. Aquellos que tanto se jactan de querer y defender a la cultura española, que empiecen por lo básico: no someter a sus artífices a una caza de brujas. Si un poema sobre la libertad resulta incómodo y sospechoso, es que la situación es mucho peor de lo que creíamos. El arte puede y debe ser político, pero jamás puede y debe ser politizado.

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Siempre que me han insultado y agredido verbal o físicamente, lo primero que se me ha venido a la cabeza es: ¿cómo le explicaré esto a mi hijo? Y el que esta pregunta me asalte al instante responde a dos motivos: el primero es que me considero culpable. ¿Qué he hecho para que me suceda esto? Me siento en la obligación de autojustificarme -de hecho, me recuerdo durante toda la vida intentándome justificar por errores y hechos que no son míos, que me vienen de fuera y que he asumido como algo íntimo y esencial. El segundo de los motivos reside en una estructura mental -la mía- que considera que la realidad solo adquiere sentido cuando mi hijo la ha comprendido y adaptado a su mirada. Todo cuanto él no logra delimitar en el perímetro de su experiencia es como si habitase en el caos, en lo incivilizado. Y hay tantas cosas que todavía no le he dicho que, mientras llega ese momento, las guardo en mí como un mundo demencial, oscuro, a falta de ser salvado en su claridad.

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Mientras la universidad sea temida por la ignorancia y la mediocridad despótica, su salud será buena y su futuro estará asegurado.

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Lévinas cifraba la ética en el rostro del otro, en la capacidad del yo para mirarlo fijamente, para quedar sujeto a él. Me pregunto si estos neofacistas que tan impunemente se pronuncian sobre los otros -todos esos que entran en el objetivo a batir del &lsquoa por ellos&rsquo- tendrían el arrojo de repetir sus mismas proclamas de odio mirando a los ojos de personas específicas, con nombres y apellidos, con historias y dolores abrasadores. El fascismo siempre ha sido la ideología de los mensajes de masas y de las víctimas sin rostro. Su cultura de la muerte se los arranca para que, de esta manera, quienes sufren sus rigores no puedan devolverles la mirada y hacerles sentir lo sumamente miserables que son. Sin ojos, no existe lo humano. Y despreciado lo humano, el supuesto &lsquohumanismo&rsquo que se arrogan se descubre como una farsa cruel, un salvoconducto falso con el que intentan engañar a la ética y entrar en el reino de los cielos.

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Qué fácil es vencer a los que ya llegan vencidos.

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Me sigo haciendo la misma y desasosegante pregunta: ¿Por qué los mismos que condenan contritamente los asesinatos neonazis de Hanau avalan los pactos con Vox en España? ¿Por qué? Vemos el horror del supremacismo en el ojo ajeno pero no el odio del racismo en el propio. Lo pagaremos caro.

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