Secciones
Servicios
Destacamos
Johann Kaspar Lavater, padre de la ciencia de la fisionomía, escribió en 1775, que «una mujer con barba no resulta tan repugnante como una mujer librepensadora». Una barbaridad como ésta, que de inmediato tenderemos a justificar por su localización en un contexto cultural tan alejado del nuestro como el de la segunda mitad del siglo XVIII, posee una serie de connotaciones que desgraciadamente no resultan extrañas en el momento actual. La repugnancia que a Lavater le provocaba una «mujer librepensadora» es la misma que, hoy en día, le causa a determinados sectores una mujer feminista. En esencia, lo que subyace en ambas reacciones es el mismo tipo de temor atávico a la liberación de la mujer y a la ruptura del cordón umbilical del patriarcado. Lavater, además, abundaba en esta criminalización moral mediante otra diferenciación igual de demencial: un hombre que ha abandonado a Dios abraza la fealdad; pero una mujer que se aparta de Dios se convierte en un monstruo. La monstruosidad de la mujer que «va por libre», sin la tutela masculina, es la misma que destila un calificativo tan familiar en el vocabulario de los cavernarios como el de &lsquofeminazi&rsquo. La feminazi es el paradigma del monstruo contemporáneo: sin ética ni respeto por las costumbres, al margen de la civilización, una &lsquodevora hombres&rsquo y una &lsquocome niños&rsquo, tan oasada que le otorga a la mujer la capacidad de pensar por sí misma y cuestionar el racionalismo machista.
Como se observa, la transposición de estereotipos desde el siglo XVIII hasta 2020 se realiza de una manera tan milimétrica y fiel, que conduce a una conclusión desesperanzadora: poco o nada hemos avanzado. La caverna patriarcal sigue ensimismada en sus mismos planteamientos, contemplando sombras y fantasmas ante los que siente en peligro de extinción.
Nada asusta más que una mujer libre. Ni la peor de las pandemias. Y, desde tiempos inmemoriales, todo lo que no cae del lado del &lsquobien&rsquo consensuado socialmente pasa a formar parte de lo demoniaco, de lo monstruoso. El 8M ya está cerca, y conviene recordar estas cosas para combatirlas si cabe con mayor convicción y conciencia.
***
El Mobile World Congress de Barcelona ha sido cancelado. ¿Quién gobierna el mundo? El miedo. ¿Y quién es el miedo? Todos aquellos que aspiran a paralizar el mundo. Una sociedad con miedo es una sociedad expropiada de sus derechos. La libertad es el sacrificio que tenemos que pagar por nuestra seguridad.
***
Si hay un margen para la revolución, es en la derrota. El derrotado es la parte maldita de la sociedad, lo sobrante y, por esto mismo, lo excesivo. Y, como todo exceso, los derrotados constituyen esa parte incómoda que el sistema no sabe cómo asimilar. Su debilidad se les atraganta y siempre se termina por escupir. La derrota contradice el principio de eficiencia y efectividad. Resulta escandalosa, obscena. Las heridas de los derrotados ciegan los ojos de los vencedores.
***
La culpa de que estemos a punto de no creer en nada la tienen aquellos que lo creyeron todo a ciegas, y que devaluaron la experiencia de creer. Paradójicamente, el reencantamiento del mundo solo será posible desde la revalorización social de la duda y del escepticismo.
***
Aquellos que defienden el &lsquoveto parental&rsquo se agarran siempre a una frase sacada de contexto en una charla cuya celebración no se llega a precisar. Se alimentan de mitologías y de leyendas urbanas, elevan al plano de absolutos palabras rebuscadas con las que intentan demostrar el carácter nocivo de la información ofrecida a los niños. Viven en una paranoia demencial, desde la cual pretenden hacer pasar por el ojo de odio de su aguja el vasto mundo contra el que operan. Persiguen aplicar a las actividades complementarias un rigor e infalibilidad que, aplicado a cualquiera de ellos, los condenaría a ese infierno al que condenan a todos aquellos que solo buscan la salvaguarda de la diversidad. No es análisis lo que practican; es rencor.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.