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Llevo tiempo diciendo que los brotes filofascistas surgidos durante los últimos tiempos en el ejército no deben ser minusvalorados como una excentricidad más de la extrema derecha. El vídeo que se ha difundido esta semana en el que se muestra a varios militares cantando una canción de la banda Extirpe Imperial &ndashconocida por sus simpatías fascistas&ndash, mientras realizan el saludo nazi es una evidencia más de un proceso de 'desacomplejamiento' del ejército que, como mínimo, habría de llamarnos a la reflexión. Que un grupo de militares cante, en plena fiesta, párrafos del 'Cara al sol' y estiren el brazo para imitar el ritual hitleriano no entra en ninguna de las acepciones de lo normal. Es cierto que la mayoría del ejército no se halla representada por estos comportamientos, y que su contribución social dentro y fuera de España es encomiable. Pero la historia nos dice que los levantamientos militares requieren de una mínima parte de las fuerzas armadas para producirse. Cuando hay armas de por medio, una parte es suficiente para alterar el orden constitucional. De ahí que las excepciones resulten extremadamente peligrosas. El totalitarismo siempre tiene un origen minoritario. Pero su capacidad de expansión es rápida e incalculable. Además, lo que revelan tanto el chat de los militares retirados como este video de 2019 es una deriva inesperada en el decurso de la historia contemporánea de España: en las décadas de los 80 y 90, el sentimiento franquista afloraba marginalmente como una reliquia dentro del tejido social español; a punto de comenzar el 2021, el franquismo es una tendencia en España. Las generaciones que no han vivido sus estragos están construyendo una mitología de esplendor patrio desde la que recuperar una identidad perdida. Como en cualquier periodo caracterizado por la proliferación de modelos totalitaristas, vivimos un momento en el que se considera que la democracia merma las posibilidades de desarrollo de un territorio: la democracia es enfermedad, degradación, pérdida de pureza. Para contrarrestar este estado de degradación, se requiere de figuras públicas que apliquen la ley y el orden &ndashlema repetido por Vox hasta la sociedad&ndash. Desde la óptica de estos perfiles filofascistas, la democracia es caos, feminidad, indulgencia con los débiles, libertinaje, deshonra a la patria. Hace falta disciplina para corregir este 'extravío histórico'; y ello a costa &ndashsi fuera necesario&ndash de renunciar a las libertades individuales y a los derechos humanos fundamentales. El 'nuevo franquismo' &ndashexpresado perfectamente en las declaraciones y manifiestos de decenas de militares retirados&ndash se expresa en una idea tan elocuente como inquietante: la democracia &ndashy, por inclusión, nuestro sistema de convivencia&ndash sufre un deterioro. Atentos a este aviso: los golpes de estado militares siempre se producen previo aviso de un 'deterioro democrático'. En realidad, la degradación del sistema democrático a la que se refieren no pretende sino expresar la deslegitimación implícita de sus mecanismos: la democracia genera gobiernos ilegítimos que atentan contra la identidad de España. La libertad es tolerable mientras respete unas reglas del juego establecidas por los poderes fácticos. En el instante en que la voluntad del pueblo sorprende con una elección que desafía el status quo, la democracia queda invalidada como modelo de convivencia. Y justamente esta es la situación en la que nos encontramos. Para muchos españoles, la democracia está amparando un gobierno ilegítimo que rompe con el relato predeterminado. La libertad ya no sirve; es hora de volver la vista a la dictadura y de depurar la sociedad de sus componentes espurios &ndashaunque para ello haya que recurrir a fusilamientos masivos&ndash.
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Solo hay lágrimas alrededor. Últimamente puedo transitar el periodo de tiempo existente desde que me despierto hasta que me acuesto, saltando de isla de lágrimas a isla de lágrimas &ndashlas propias y las ajenas&ndash. Los mapas diarios de este 2020 se han trazado conectando ojos empañados.
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Tiempos de precariedad son aquellos en los que todo lo que hacemos, absolutamente todo, se considera necesario. La belleza es el margen de lo inútil.
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Lo bueno de ser pocos es que ninguna pandemia altera la celebración de la Navidad. Ya estamos restringidos de por sí.
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