MAPAS SIN MUNDO (15/07/2018)
PEDRO ALBERTO CRUZ
Domingo, 15 de julio 2018, 12:43
Secciones
Servicios
Destacamos
PEDRO ALBERTO CRUZ
Domingo, 15 de julio 2018, 12:43
¿Cuál es el programa de los partidos burgueses?», se pregunta Walter Benjamin. Y su respuesta no puede resultar más certera e incontestable: «Un mal poema sobre la primavera, cuyo rompimiento se halla lleno de metáforas». La realidad sigue siendo tal cual así noventa años después; quizás con los síntomas más agravados. Los buenos diagnósticos son intemporales porque los problemas de fondo son inveterados.
No estoy de acuerdo con Pierre Naville cuando expresaba la necesidad de organizar el pesimismo. En rigor, esta demanda constituye una aporía en sí misma. El pesimismo brota principalmente como consecuencia de la organización de las emociones y de la sensación de angustia y esclerosis que se manifiestan a raíz de ello. El pesimismo será desorganizado o no será; afirmación ésta que suscita una cuestión de calado: entonces, si el pesimismo, por naturaleza, no puede organizarse, ¿queda descartado como agente revolucionario? Desde el punto de vista del 'programa', de una 'comunidad ideológica', por supuesto que sí. Pero no desde la óptica de las micropolíticas cotidianas, ejercidas individualmente o en pequeñas redes de acción no organizadas. El pesimismo desprecia el orden imperante no porque aspire a sustituirlo por otro, sino porque evidencia una intolerancia de origen a la disciplina y la autoridad. Organizar el pesimismo no supone, por tanto, una alternativa plausible. El mal precisamente de esta sociedad es su exceso de estructuración. Y si se quieren plantear paradigmas de convivencia nuevos, el sentido de la acción debe ser desagregar y destensar, no reglamentar lo que de por sí es un grito de rebeldía e insatisfacción.
Ya está la banca poniendo el grito en el cielo por el impuesto que el Gobierno quiere imponerle para engrosar la pírrica caja de las pensiones. Con total seguridad, terminará por repercutirlo sobre los clientes. Porque, claro está, mientras el resto de la sociedad ha de moverse por imperativos éticos y de solidaridad, la banca es esa pieza suelta que solo atiende a los objetivos del mayor beneficio posible. Derechos solo, y nunca obligaciones. Bajo el supuesto mil veces cacareado de que la banca es sistémica y de que, por ende, es obligado hacer lo imposible para que no quiebre, se olvida un 'pequeño' matiz: la base granítica del Sistema son las propias personas. Si, en lugar de analizarse la estructura sistémica de arriba hacia abajo, se opta por el sentido de lectura inverso y se lo escanea desde abajo hacia arriba, será de nivel competencial de primaria entender que si las personas quiebran, la banca se va a la mierda. No hace mucho el Estado invirtió casi 60.000 millones de euros en su rescate a cambio de nada; ahora lo que toca es el rescate de las personas. Está claro que la inyección de dinero público a la banca no ha servido para hacer sostenible sus servicios -los bancos despiden personal diariamente, cierran sucursales y realizar una gestión mínima se ha convertido en una odisea que puede llevar horas-, sino para garantizar la sostenibilidad de su creciente margen de beneficios. Una vergüenza, vamos.
Lo más curioso y terrorífico de nuestra época es la vocación nostálgica de gran parte de la juventud. Su edad biológica no se corresponde con su edad mental: son viejos que aspiran a recuperar las pompas de un 'ancien régime' para curar las enfermedades del presente. Me espanta este retorno a las esencias, a la mano dura, al macizo de la raza. La renovación nunca puede ser un 'flash-back': en el pasado solo hay fantasmas con sed de venganza.
Sin darte cuenta, y como si se tratara de 'Vinieron de dentro de…', aquel clásico de Cronenberg, las expectativas son devoradas por los miedos. Una mañana te levantas, y tú ya no eres tú, sino un instinto de conservación extremo y angustioso que solo aporta conciencia del peligro. Ya nunca te sentirás a salvo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La artista argentina Emilia, cabeza de cartel del Música en Grande
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.