Mapas sin mundo (24/5/2020)

Abascal tendría que saber que hace falta algo más que el Cid Campeador para derrotar a la Covid-19.

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El artista Víctor Ochoa ha donado a la Comunidad de Madrid una escultura titulada 'Los héroes de la Covid-19', en la que una suerte de masa ectoplásmica surge desde una base con claras reminiscencias excrementicias. En rigor, esta parte inferior de la obra se asemeja al gigantesco inflable con forma de mierda que Paul McCarthy realizó para su colocación en espacio público. No entiendo las motivaciones que han podido llevar al autor a materializar tal artefacto, pero el resultado no se puede valorar más allá de la mofa. Es una pieza que no se puede tomar en serio. Que una persona que piensa en imágenes no haya sido capaz de intuir siquiera las evidentes connotaciones que iba a suscitar su obra da mucho de lo que pensar -mucho, y nada bueno-. Una mierda es una mierda. Y siempre salta a la vista.

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Las caceroladas que reclaman libertad por toda España, y que tienen su epicentro en el madrileño y marginal barrio de Salamanca, están impulsadas por la organización HazteOir. Resulta cuanto menos curioso que un colectivo cuyas señas de identidad son el odio a la diversidad sexual, el recorte de los derechos de la mujer y la xenofobia se atreva a denunciar la existencia de una dictadura encubierta tras el estado de alarma. En realidad, lo que mueve estas estrategias es una 'envidia del control social'. HazteOir no tiene más conocimiento de la realidad que el proporcionado por los estereotipos. Un estereotipo es la proyección de un estado de ansiedad por parte de quien teme perder el control sobre lo que le rodea. Categorizar es la mejor manera de fijar y de someter todo aquello que se considera peligroso. La ultraderecha no ha entrado, de repente, en una fase libertaria que le incita a llevar a España al desconfinamiento anárquico y excesivo. Todo lo contrario: la ideologización del virus que está operando no tiene otro objetivo que incubar un cambio de régimen que sustituya el control de la movilidad del estado de alarma por un control moral de la vida de cada ciudadano. Aspiran a meterse en la cama de cada uno, a regular su vida sexual, a imponer un patrón de conducta, una identidad hegemónica. Para ellos, la noción de 'libertad' es un mero salvoconducto para ocupar las calles y desestabilizar no ya a un gobierno, sino a un sistema de derechos. Hasta que no consigan controlar los genitales de cada sujeto no van a parar. Ese y no otro es su objetivo último: la disciplina de la intimidad. El combate ideológico ha suplantado al combate contra el virus. Esto ya no va de cuál es la mejor estrategia para desescalar, sino de cómo intervenir en la libertad de cada uno para follar cómo y con quien quiera.

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La única tristeza no impostada es aquella que te excede, que posee un componente que no es tuyo. La tristeza familiar no es tristeza; es ridícula complacencia.

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Si Casado compite con Abascal en ver quién tiene la bandera más grande, siempre ganará Abascal. Por más que sobreactúe el líder del PP, el de Vox solo necesitará respirar para resultar más ultra que él. Mal camino ese.

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Los hay que, cuando ya no haya nada que ordenar, se van a quedar sin vida interior.

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Quiero volver a ser tratado como un ciudadano adulto, y no como un gilipollas descerebrado.