El oportunismo ideológico también es feminista
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Me preocupa que se pretenda analizar la realidad social en clave de género, a golpe de lemaNo me cabe ni la menor duda de que convertir las causas sociales en oportunismo ideológico constituye una de las aficiones favoritas de los narcisistas patológicos. Sí, de esos personajes que, con o sin el apelativo de 'experto', en la tertulia televisiva o en el ... furor de las redes sociales, amparados por algún partido político o presentándose como neutrales mesías, asumen un liderazgo personalista y carente de virtudes morales y cívicas. De este narcisismo ideológico no se libran ni las principales líderes feministas. ¿Y si los seres que destellean rara vez fueran buenas guías, verdaderos seres de luz?
La aceptación social de personalidades sospechosamente narcisistas, como Lidia Falcón, Sindy Takanashi, Leticia Dolera o las exministras de Igualdad, Carmen Calvo e Irene Montero, por citar solo algunos ejemplos, no se entiende sin el contexto de una sociedad cada vez más acrítica y vulnerable. Esta tendencia contribuye abruptamente al éxito de los populismos, a la desconfianza en las instituciones y a la manipulación masiva que los medios de comunicación hacen de los hechos. La notoriedad del narcisista ideológico, su ansia de adulación o la creencia de saberse especial empaña lo inspirador e incluso necesarias que resultan las reivindicaciones de determinadas ideologías, como es el caso del movimiento feminista.
Es obvio que el narcisista ideológico ha existido siempre y que no se acota a quienes abrazan (o eso dicen) los valores de la igualdad de género. En los partidos políticos, en las viejas o nuevas derechas, en las viejas o nuevas izquierdas, abundan estos arquetipos. Silvio Berlusconi, Donald Trump, Javier Milei, Pablo Iglesias o nuestro actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, han convertido la política en un escenario autorreferencial, en una especie de obra teatral marcada por la autocomplacencia hacia la propia identidad y el individualismo cultural. Sin embargo, en un momento donde el feminismo resulta francamente influyente para el desarrollo de las sociedades e incluso constituye un interés comercial, los disparates de sus líderes y sus respectivas consecuencias, no son irrelevantes. Lo que antes vociferaba una feminista no importaba nada, siendo a menudo motivo de mofa y de desprecio. Si bien, en la actualidad, las cosas son muy distintas.
Quizá por ello me preocupa excesivamente que se pretenda analizar la realidad social, en clave de género, a golpe de lema o de hashtag. Por efectistas que sean algunos mensajes, a menudo su trascendencia resulta efímera y poco efectiva para dar solución a un problema social. Un ejemplo reciente lo encontramos en la expresión 'violencia vicaria'.
Dicho término, acuñado en 2012 por la psicóloga argentina Sonia Vaccaro, goza de gran popularidad en la actualidad y, tristemente, carece de una fundamentación científica y victimológica. La violencia contra la infancia por parte de los progenitores, conocida en el ámbito científico como filicidio, no es una extensión de la violencia de género (Stöckl et al., 2017). Es decir, dañar a los hijos para causar sufrimiento en el otro progenitor es una conducta criminal que puede encontrarse en cualquier tipo de violencia en la pareja, independientemente del sexo del agresor o de si existe (o no) violencia cruzada (Pajón et al., 2015; Reif y Jaffe; 2021).
Además, cuando una madre o un padre decide asesinar a sus hijos no existe una única motivación. Ni solo se ejecuta por venganza ni por supuesta compasión. Se deben valorar las variables demográficas, ambientales y psicosociales, así como las características individuales de cada persona. Aun cuando a los poderes públicos y a determinadas activistas feministas les interese ignorarlo, ya hay estudios (Lysell et al., 2014; Carrasco-Sánchez et al., 2023) que apuntan que los trastornos psiquiátricos graves, el abuso de sustancias y la conducta suicida en progenitores que sufren un alto nivel de estrés pueden ser un factor de riesgo mayor que el hecho de que en una pareja exista violencia interpersonal. Solo renunciando al oportunismo ideológico y atesorando el valor de la ciencia podremos prevenir esta victimización infantil.
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