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Más que un libro, afirma su autor, es un disco. Sus capítulos se dividen en 'singles' y sus textos aparecen capitaneados por una canción, melodías que en los 70 y en los 80 se convirtieron en himnos, ya fueran juveniles, populares, políticos, festivos o reivindicativos. 'Cuando éramos horteras' (Plaza & Janés, 2019), es, describe Oché Cortés (Puertollano, 1961), «un viaje por nuestro tiempo» que el músico y periodista manchego, estrechamente vinculado con la Región de Murcia, relata en primera persona.
-¿Qué le ha recordado la escritura de este libro?
-'Cuando éramos horteras' trata una historia muy cercana para los españoles y las españolas, como son los años 70, y lo hace desde un punto de vista diferente porque está escrito en primera persona. Lo que intento con el libro es ponerle voz a la situación y vivencias a las que asistimos toda una generación de españoles durante esos diez años en los que terminó una etapa de nuestra vida en común y comenzó otra llena de libertad y democracia. El esfuerzo ha sido poner los ojos en aquel niño que fue, en el aquel adolescente que vio o en aquel joven que sintió.
-¿Esto último le ha resultado complicado?
-No, porque recuerdo como recuerda la gente de mi generación: sin ningún rencor y sin ninguna ira. De este modo, solo han proliferado las emociones, lógicamente algunas eran encontradas, pero como también lo fue nuestra generación, que venía de grandes silencios y de grandes miedos para encontrarse con un futuro en el que abrimos una puerta muy grande a la democracia y a la libertad.
-¿Por qué cree que aquellos años fueron horteras?
-[Sonríe] Era un estilo de vida. Éramos horteras porque no nos importaba llevar un jersey de rayas y unos pantalones de cuadros; andábamos más preocupados por tener cuidado con lo que decíamos y más tarde por tener muchas cosas que decir. Pero es cierto que nuestro modo de vida de entonces hoy es tendencia en muchos aspectos. Por ejemplo, los pantalones de campana que a nosotros nos parecían muy horteras, ahora se llevan mucho, o las mochilas de Múnich del 72, que en el 73 ya habían pasado de moda, ahora son 'vintage'. Aunque eso no implica que no hubiesen cosas horribles: eran los años de Tony Manero y la gente se ponía pantalones ajustados marcando paquete, y se dejaba bigotazos como si fueran guerrilleros mexicanos; nuestras piscinas se llenaron de señoras con unos gorros llenos de flores que parecían ensaladas... ¡Dime si esto no es hortera! Y sin embargo, convivíamos con total normalidad.
-¿En alguna ocasión ha deseado volver a aquel tiempo?
-No, solo he regresado ahora porque tenía la necesidad de escribir sobre una década que, desgraciadamente, está infravalorada. A mitad de los 70 muere Franco y finaliza una dictadura muy larga; lo asombroso e impecable de aquella sociedad es que, desde la extrema derecha del franquismo hasta el Partido Comunista que se legaliza en el año 78, liberales, gente de la derecha, centristas, monárquicos, catalanes, vascos, socialistas y comunistas se ponen de acuerdo para crear una Constitución; para que haya unas elecciones libres y para que los ayuntamientos se elijan libremente y votando. Y ese consenso no se había producido antes.
-¿Qué cree que lo hizo posible?
-La necesidad de perdonar, de no volver a coger las armas entre hermanos, el sentido común y unas personas que en un momento determinado entendieron que España no podía ser la de la charanga y la pandereta, y tampoco la del fusil y la horca, sino la que preconizaba Machado, una España que naciera desde el acuerdo.
-Su libro se hilvana a través de la música que entonces sonaba; ¿aquellas canciones resumen bien el momento que se vivía?
-Perfectamente. Desde grupos extranjeros como Led Zeppelin, The Beatles, los Rolling, hasta los artistas italianos de las grandes baladas, que son los que nos enseñaron a bailar agarrados en los guateques, o las canciones del verano, los cantautores o grupos folk españoles; cada uno ha tenido su gran momento, y sobre todo ha cantado en su propio idioma, algo que muchos de mi generación nunca vimos mal porque entendíamos que teníamos un país tan rico y diverso que, al fin y al cabo, se cantaba en uno de los idiomas de nuestra tierra. Eso que ahora parece que molesta tanto, en los 70 no fue molestia alguna. ¿Por qué no nos iba a molestar que los Beatles cantaran en inglés pero sí que Serrat lo hiciera en catalán?
-Hablaba antes de sentido común; ¿hoy lo hemos perdido?
-Nos hemos radicalizado y hemos negativizado todo lo que no nos gusta hasta casi meterlo en un agujero; y eso no me parece normal porque cercena nuestra propia libertad de convivencia. A la convivencia, a la paz y a la libertad se llega hablando, como hicieron los padres de la patria cuando crearon nuestra Constitución. ¿Cómo es posible que un documento creado en los años 70 siga tan vivo y que en la actualidad no se llegue a los mismos acuerdos a los que llegaron nuestros mayores?
-¿Cómo le gustaría que recibieran su libro los lectores?
-Con la naturalidad con la que cada uno vivió aquella época. 'Cuando éramos horteras' no se ha escrito con ganas de revancha ni de ajustar cuentas, sino desde la pasión y la visión de un chaval que vivió en distintas provincias de España mientras se desarrollaban un montón de acontecimientos. Si el lector lo mira desde ese punto de vista se va a sentir muy identificado y va a disfrutar mucho.
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