![Dolores Redondo: «Recuerdo decir 'soy ecologista', y creerse la gente que eso era tomar el sol en pelotas»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202002/05/media/cortadas/dolores-U70822519266DOD-U10052326525ACH-624x385@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
![Dolores Redondo: «Recuerdo decir 'soy ecologista', y creerse la gente que eso era tomar el sol en pelotas»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202002/05/media/cortadas/dolores-U70822519266DOD-U10052326525ACH-624x385@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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Llovió sobre mojado, una buena y próspera tormenta porque, a ver, cuando Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) ganó el millonario Planeta en 2016, con 'Todo esto te daré', no era nueva en esta plaza del éxito literario, ni una desconocida que viviese hasta ese momento ... en alguna calle polvorienta y fantasmal de Comala, o dedicada a echar las cartas del Tarot. No. Llevaba ya más de 400.000 ejemplares vendidos de su 'Trilogía del Baztán', que protagoniza la inspectora Amaia Salazar y que integran las novelas, traducidas a más de veinte idiomas: 'El guardián invisible', 'Legado en los huesos' y 'Ofrenda a la tormenta'. Su nueva obra, 'La cara norte del corazón' (Destino), vuelve a contar con su personaje femenino estrella. Mañana, a las 20.00 horas, en la Biblioteca Salvador García Giménez de Molina de Segura, la popular autora se encontrará con sus lectores en el marco del XIV ciclo literario 'Escritores en su tinta', que dirige y presenta la periodista Lola Gracia. Redondo habla con LA VERDAD al mediodía de una jornada que preside un sol radiante, como de verano y no de principios de febrero. Con ella te olvidas de que el tiempo pasa.
Quién Dolores Redondo.
Qué Participa en el ciclo literario 'Escritores en su tinta'.
Dónde y cuándo En Molina, mañana a las 20.00 horas. En la Biblioteca Salvador García Aguilar.
Organiza Concejalía de Cultura. Ayuntamiento de Molina.
-¿Y usted cómo es?
-Valiente, lo que no quiere decir que me lance a todo de cabeza. Y también soy muy responsable.
-¿En qué consiste serlo?
-La responsabilidad siempre la he entendido como libertad, y creo que cuando uno se responsabiliza de lo que hace, de lo que dice, de sus actos, es libre de verdad.
-¿De qué huye?
-Siempre huyo de que me manejen, y de caer en todas las trampitas que hay en el mundo; alrededor del escritor, por ejemplo, hay muchas, que tienen que ver, sobre todo, con despistarse del camino. Tienes que saber muy bien cuáles son las fuentes de las que bebes y cuáles son tus valores, y no olvidar tus orígenes.
-¿Qué no rechaza?
-Hay que huir de las palmaditas en la espalda, pero no rechazar el cariño sincero; el de mis lectores es para mí muy importante. Encontrarme con ellos es un alimento extraordinario; de hecho, de vez en cuando entro a las redes sociales y hablo con alguien cuyo mensaje me ha conmovido. Tengo muy claro que son los lectores los que me sostienen. Por eso, para el lector estoy siempre, pero no para las fiestas, el oropel y algunos reconocimientos vacíos que no significan nada y que ni siquiera tienen que ver con la literatura. El lector te da calor al corazón, y como escritora necesito ese calor porque los escritores estamos mucho tiempo solos.
-¿Vive como quiere?
-Sí, pero detrás de eso hay un trabajo de muchos años; y no tiene tanto que ver con el éxito literario como con tener en orden las cosas que de verdad importan; las fuentes de las que bebes, que le decía antes: tu familia, tus amigos, que ellos estén bien. Al final, yo soy una persona muy empática, y estoy bien si los demás están bien, así es que estoy muy pendiente de ellos.
-¿Qué tiene Amaia Salazar para seguir conquistando a una multitud de fieles lectores?
-Amaia es un homenaje a las mujeres que me gustan, a las mujeres de mi vida; Y hablo de ella y de las mujeres que la rodean. Tienen caracteres que han estado siempre a mi alrededor. He crecido, me he criado en una sociedad matriarcal, por obligación, porque todos los hombres de mi familia son marinos y todas las mujeres de mi familia han estado siempre solas, eran como viudas con maridos que venían de vez en cuando. Ellas hacían y deshacían, y ellos cuando llegaban a casa no se tenían que preocupar de las cosas de la vida cotidiana; la vida cotidiana la llevaban ellas, y todos sabemos que la vida cotidiana es la dura.
Amaia tiene su carácter, sus errores, su confusión, el no saber muchas veces por dónde tirar; pero también esa fuerza que homenajea a todas las mujeres que han trabajado y sacado a sus familias adelante, muchas veces solas o casi solas y, bueno, sin saber si lo estaban haciendo bien o metiendo la pata. ¡Tirando siempre hacia adelante!
-¿Le gusta este momento que vivimos, se siente cómoda en él?
-Por supuesto que no; de hecho, estoy bastante defraudada porque esperaba un mundo bastante mejor. Cuando era pequeña, aborrecía el mundo en el que vivía porque me parecía tremendamente injusto, irrespetuoso, machista, racista, clasista. Pero llegó un momento, a finales de los 80 y principios de los 90, en el que me pareció que iba a producirse una gran revolución del pensamiento, que entrábamos en una especie de 'era de Acuario' en la que todo el mundo iba a abrir su mente, al mismo tiempo que la tecnología avanzaba tanto. Pensaba que llegaba el tiempo de un mayor respeto por el medio ambiente y de un mayor respeto entre todos, con una mayor igualdad entre hombres y mujeres. Parecía que todo iba a tener un avance mucho más rápido, y siento que no ha sido todo lo rápido que pensaba.
-Y a partir de ahí, ¿qué?
-Tengo esperanza, soy madre, tengo hijos y una profesión maravillosa. Personalmente no tengo de lo que quejarme, pero confío en poder ver un mundo mejor.
-¿Cómo?
-Sin tantos prejuicios, sin tanta falta de entendimiento. Precisamente, a finales de esos 80 daba la sensación de que muchos prejuicios se habían roto y de que ya no iba a producirse una marcha atrás. Era como si todos quisiésemos ser más humanos y abrirnos más a todos los niveles. La revolución tecnológica había traído la promesa de un mundo más comunicado y parecía que por fin entendíamos todos que estamos en el mismo barco, y que no hay diferencia entre una persona que nace en un lugar u otro; es casual tu lugar de nacimiento, como lo es el haber nacido hombre o mujer. Y no, no se ha avanzado tanto, aunque es cierto que la supercomunicación hace que estemos pendientes de cosas que antes nos pasaban inadvertidas. Seguramente, de todo esto del coronavirus mis abuelos no se habrían enterado. No digo que todo sea negativo, claro que no, sé que hemos avanzado en conceptos de igualdad. He tenido en mi familia a mujeres muy luchadoras, y muy independientes, que dieron pasos en su momento haciéndose visibles, estudiando o estando al frente de negocios, cosas que no eran tan habituales en la época. Y veo la diferencia entre lo que le costó a mi abuela estar al frente de su negocio, y lo que le cuesta a cualquier mujer ahora, nada que ver.
-¿Qué le resulta esperanzador?
-En cuanto a los aspectos relacionados con la ecología, creo que ahora somos bastante más conscientes. Y nos damos cuenta, precisamente porque hemos tomado conciencia, de que la situación es alarmante, ¡la que hemos liado! Cuando era muy jovencita, con 13 o 14 años, me hice de Greenpeace, y creo recordar que hasta doné pasta para reflotar el 'Rainbow Warrior' [buque insignia de esta organización no gubernamental] cuando lo hundieron [agentes de la Dirección General de la Seguridad Exterior francesa, en 1985]. Yo quería salvar a las ballenas y a todos los animales, y que se acabasen los vertidos contaminantes al mar. Recuerdo haber dicho alguna vez 'soy ecologista', y creerse la gente que eso era tomar el sol en pelotas. '¡No, no, ecologista, no nudista!'. '¿Pero los ecologistas no son esos que van por ahí en porretas por el monte?', me preguntaban. 'Que no, que es otra cosa'. Con 14 años era ya muy combativa y me preocupaba mucho el mundo, algo que no ha dejado de pasarme.
-'Todo esto te daré', la novela con la que ganó el Planeta en 2016, también se llevará al cine...
-... de esto no puedo hablar, ya sabe cómo son las cosas del cine, que andan con todos los secretos hasta el final. Lo que sí puedo decir es que estoy muy contenta porque hay un proyecto muy bonito para sacar adelante esta película, y que espero que se ruede íntegramente en Galicia, del mismo modo que las de la 'Trilogía del Baztán' se rodaron en Navarra. Me parece que lo suyo es que se rueden en los escenarios naturales, y más cuando en mis historias los escenarios tienen tantísima importancia, hasta el punto de convertirse, por su influencia, en un personaje más de la novela.
Los escritores, cuando cedemos los derechos para que se adapten al cine nuestras obras literarias, damos un paso atrás. Realmente, entregas tu criatura con la confianza de que la traten bien, porque si no, no lo harías, pero también un poco con el corazón encogido. Es inevitable que sufra una transformación, y si no quieres que tu criatura se vea alterada de ninguna manera es mejor no ceder los derechos. Hay que entender que entran a formar parte de ese juego un montón de profesionales; todos son creativos, todos van a aportar su granito de arena, y tienes que dejarles hacer. Entre otras cosas, porque el del cine es un lenguaje que yo no domino. Además, opino que la mejor manera de contar historias es la literatura, por encima del cine. Si pensase que es el cine, igual dirigía películas, pero creo que la mejor manera de llegar al que está esperando recibir una historia es la literatura. El nivel de compromiso que requiere la lectura no se alcanza, o pocas veces se alcanza, viendo una película. La lectura exige que tengas todos tus sentidos en lo que estás leyendo, y por eso lo que percibes leyendo no lo vas a percibir de ninguna otra manera: ni viendo, ni escuchando.
-¿Qué es una suerte?
-Son muchos lo que me quieren de verdad, por suerte tengo una gran familia. En los últimos tiempos no he tenido que enfrentarme a un gran dolor, pero sí a momentos, como todo el mundo, de fragilidad, en los que te sientes un poco perdido, un poco alterado...; y, en esos momentos, ¡y siempre!, saber que ellos están ahí está muy bien.
-¿Qué más está muy bien?
-Algunas cosas muy sencillas. Me gusta mucho la jardinería, por ejemplo: remover la tierra, tocarla con las manos, plantar... Y también cocinar para mi familia; ponerte a preparar un par de platos de esos muy elaborados. ¡Y que luego ellos lo festejen [risas], cosa que es habitual porque a todos nos gusta disfrutar de un plato rico!
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