![«No pasa nada por compartir la alegría»](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/05/16/180361750--1200x840.jpg)
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La poeta Lola Tórtola (Murcia, 1997), que mereció uno de los accésit del Premio Adonáis 2022 con 'Los dioses destruidos' (Ediciones Rialp, 2023), soplará este martes las velas de su 26 cumpleaños en Madrid, donde es médico interno residente de primer año en el ... Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, en la especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. «Tengo que explicar siempre –reconoce la joven del Barrio del Carmen de Murcia, cuyo debut poético, con resonancias de las más bellas épicas, raya la perfección– que tenemos quemados, reconstrucción de accidentes y cánceres... Tenía claro antes de estudiar Medicina en la Universidad de Murcia que me gustaban las especialidades quirúrgicas, operar, el quirófano. Pero hay algunas más bastas, por así decirlo, y otras más finas a la hora de operar, como la neurocirugía y la cirugía plástica, porque hacen microcirugía, con un microscopio cosen vasos milimétricos. Y la cirugía plástica la encuentro más agradecida y versátil».
«Hay en lo profundo un punto que sangra / un punto oscuro y secreto», escribe en 'Comprobación de hemostasia'. «Me olvidé de palpar ciertos lugares, / me olvidé de contar / de los pliegues y espacios. / He ido dejando notas / por la herida abierta de tu abdomen, / notas como gasas blancas». Tórtola ha trasvasado inevitablemente su lenguaje médico a 'Los dioses destruidos', de forma inconsciente, reconoce: «Palabras que para mí eran normales, cosas anatómicas incluso. Obliterado, por ejemplo, [algo obstruido o cerrar un conducto o cavidad], es ya un cultismo, y quizás no lo tenía presente», cuenta a LA VERDAD en esta entrevista.
'Los dioses destruidos', su primer poemario, es, según valoró el jurado del Adonáis (Eloy Sánchez Rosillo, Enrique García-Máiquez, Julio Martínez Mesanza, Aurora Luque, Amalia Bautista y Carmelo Guillén Acosta, que concedieron el premio a 'Victoria menor', del también murciano Luis Escavy), la expresión literaria de todo un itinerario existencial de crecimiento y madurez. Esta dividido en dos partes: 'Los dioses destruidos' –en el que Tórtola y sus amigos y compañeros de viaje por Europa, representan «la imagen de una arcadia abolida, por una parte, y, por otra, una toma de conciencia de que la vida es mucho más que ellos mismos mientras aprendían a dejar de ser jóvenes»–, y 'Un destrozo endiosado', «una amplia reflexión sobre el paso de las experiencias vividas a una realidad alejada de las promesas y expectativas de la juventud».
Aún no ha presentado este libro en Murcia, si bien los lectores de LA VERDAD pudieron escucharla recientemente recitar los tres primeros poemas en www.laverdad.es con motivo del Día del Libro: 'Ídolo adolescente', 'Tiempo ordinario' y 'A nuestro panteón en crisis', donde dice: «Es en tiempos de aburrimiento que debemos decidir / –más que ninguna otra vez– a quién adoramos. / A los repertorios de fotografías a las apps sociales, / a sus cientos y cientos de imágenes sumergidas / en la digital fosforescencia de las redes, / tristísimos legados de ninguna de nuestras vidas. / A la Iglesia Católica despojada de sí misma, / a su preciosa imaginería a su narrativa histórica, / como una casa totalmente vacía que pueda llenar / nuestra aún más vacía memoria mitológica (...)».
–Es su primer libro publicado...
–Sí, el primer libro publicado y lo primero que he escrito. Ha sido como caer del cielo, para mí ha sido pasar de nada a todo. Llevaba cinco o seis años trabajándolo, y había perdido la visión de si era bueno o no realmente, porque no tenía ningún contacto con el mundo poético ni literario. Yo leía lo que a mí me interesaba, sobre todo poetas consagrados y gente que tiene más visibilidad en Madrid. Yo vivía muy al margen de todo, la verdad. Me ha chocado que 'Los dioses destruidos' guste a gente más vanguardista como a gente más conservadora. Mi personalidad no es muy conservadora, y no sabía cómo se iba a leer el libro. Estoy un poco ahí en el medio, pero eso me gusta.
–Cuando surgen estos primeros poemas, usted estaba haciendo tercero de Medicina en Roma con una beca Erasmus. Italia le cambia su manera de mirar...
–Hará ya seis años, yo estaba en segundo de carrera, cuando empecé a pensar en que 'Los dioses destruidos' sería el título. Quería hablar de gente de mi edad, de nuestros problemas y vivencias. Pero cuando al año siguiente me voy a Roma es cuando empiezo a escribir poesía, y al volver es cuando empecé a darle consistencia, cuando vi que había una temática común. Al año siguiente estuve unos meses en Bratislava, y hay poemas que yo escribí pensando en el tiempo que viví en Roma. Un amigo me dijo que la primera parte del poemario es el tiempo de exaltación de la juventud del tiempo que vivíamos en Roma, y la segunda parte, yo creo que es una toma de conciencia de la vuelta y cómo va perdiéndose esa juventud. No son poemas más tristones, sino menos exaltativos.
–¿De qué depende su felicidad?
–¡Yo soy superbásica! A mí me encanta ir a la playa con mis amigos y tomar unas cervezas cuando hay sol. Siempre me ha gustado muchísimo Murcia, pero ahora desde fuera echo de menos más el mar. Al menos hasta ahora, he tenido una tendencia a la nostalgia y lo elegíaco, pero ya me estoy cansando: no hay que ser tan pesada ni tan cargona, no pasa nada por compartir la alegría.
–¿Cuál es el detonante para que cierta imagen, o escena, o momento, le inspire un poema?
–A veces escribo tres palabras en las notas del móvil. Cuando pasan los meses o los años, a veces recuerdo imágenes muy vivas en la memoria y me digo: quiero capturar ese momento o esa imagen.
–No ha recurrido a escuelas de escritura, es 100% autodidacta.
–En los últimos años sí que a lo mejor atinaba a leer artículos más literarios, pero quizás mi forma de escribir haya surgido así por imitación o por intuición, no sé. Ahora, después del Adonáis, sí que he empezado a leer más, sobre todo para conocer otros recursos.
–¿Qué significa para un joven escritor ser finalista del Adonáis?
–Es una forma de legitimación por la vía rápida. Tú te presentas, el jurado formado por personas reconocidas dice que está bien, y automáticamente se te considera poeta, cosa que antes no, y se te da prestigio. A mí ya me resultó difícil quedar finalista, y lo que más ilusión me hizo cuando supe que era finalista es poder saludar a Aurora Luque. En la Biblioteca Nacional no paraba de mirarla. Al final la conocí, me dio sus impresiones sobre el libro, me dijo que le gustó mucho.
–Su voz poética es la de una persona con una madurez que no se espera en alguien de veintipocos años. Se ve en la organización de la mirada: hacia el mundo y hacia sí misma. ¿Qué le queda de la edad de la inocencia?
–Siempre fui una niña vieja, pero mis amigos [a los que dedica este volumen] son iguales. A veces me digo: ¿pero si tú eres superjoven para otras cosas? Es verdad que por lenguaje, o por mirada crítica, o por un poco de cinismo...
«Yo temía el olvido. / Componer historias, montar álbumes, / llenar escritorios de archivos, construir / palacios para la memoria, hacer atlas, / increíbles atlas del cuerpo, intentar / retener el tiempo. / Descuida, / no temas si te notas por dentro arder las venas, / el olvido es un pulso dulce y leve». Es el poema 'Propofol', agente anestésico intravenoso de corta duración que causó la muerte de Michael Jackson. En 'Los dioses destruidos', Tórtola habla de los huesos que se juntan con otros huesos en Praga, del parpadeo del tiempo en Venecia, de las horas suaves como una canción de Paul Desmond, de la eterna manía del mundo de ser bello... «Todas las Ítacas están en llamas, / viajar es otro vacío más / y ya no nos queda nada / de lo que huir», dice en este libro la murciana, que con 17 vivió la experiencia de la Ruta Quetzal, un mes en Perú, gracias a su escritura; ya entonces, remansada pero potente, indiscutiblemente convincente, penetrante.
–¿Qué le gustaría escuchar en boca de los políticos estos días?
–Lo que me gustaría es tan diferente a la realidad que tenemos que es un poco elegir entre lo malo y lo peor. A Murcia le tengo mucho cariño y siento que tenemos que avanzar, hacer cosas nuevas y tener una mentalidad más abierta.
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