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Última tarde con María Teresa
«La tarde huele a hortensia, a hoja plateada / a ensueño, a malva, a ocaso musical»
María Victoria Martín González
Académica correspondiente de la Real Academia Alfonso X
Martes, 15 de octubre 2024, 00:32
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María Victoria Martín González
Académica correspondiente de la Real Academia Alfonso X
Martes, 15 de octubre 2024, 00:32
En ese verso suyo, ya eterno, cabe toda la tarde en la que escribo estas palabras para María Teresa. Es una tarde que se extiende en mi memoria recordando el millar de horas de soles tibios o luminosos, serenos siempre, compartiendo literatura y vida, en ... los años que organizaba su archivo personal para legarlo a Cartagena, su amada tierra. Muchas veces, con el recuerdo de aquellas tardes de cartas, de notas y de recortes acudía la nostalgia; con las voces del pasado venían tantas historias de París y de Bonn, nos visitaban los aforismos, las fábulas, los versos de ese gran repertorio siempre presto. «Recoge ya, no importa, seguimos otro día», y entonces era la vida, sencillamente la vida y la cotidianeidad que daban paso al crepúsculo.
Este atardecer [el del día del fallecimiento de la poeta] lo he pasado recorriendo, en homenaje íntimo, las páginas de la obra-vida de María Teresa. Buscaba «tardes», casi en vano, porque «la noche» pesa demasiado en sus versos, a pesar de habernos confesado en su obra '¿En qué estás pensando?' (2021) que aprendió un poema de Juan Ramón Jiménez sobre la tarde que la acompañó siempre: «Solo la luz de la tarde / que hace el prado rosa y oro / solo el ocaso infinito / que me deslumbra en los ojos, / la soledad junto al mar / y el amor entre los chopos».
Sin embargo, un verso de 'A orillas del Rhin' parecía escrito para este momento: «Qué lenta cae la tarde en el recuerdo. / ¿Volveré por la sombra hasta tu paz?». Y estos otros, de 'Cartas a un apátrida', no me han dejado impasible: «En la tarde de octubre se callaron los pájaros. / Era la hora azul, la hora del misterio. / Una tras otra las olas se alejaban / por las venas sin nombre de aquello que era nuestro, / para acercarse al fuego del horizonte nuevo». En 'Ocaso musical' hay una tarde que «expira lenta y arrastra en su agonía una última hoja de otoño reciente» y un «atardecer verde azulado». Mucho más lejos y esparcidos están los versos donde la tarde es insomnio, tiene color ocre y cada vez que cae, que declina, siente miedo. Solo una vez evoca María Teresa gratos atardeceres serenos de La Unión, cuando visitaba a María Cegarra.
El camino personal que la escritora María Teresa Cervantes ha transitado, recreando un gran lienzo de poesía y vida, constituye una obra literaria de singular belleza tanto en verso como en prosa: un tapiz impregnado de cromatismos excepcionales mezclados de nostalgia y sueños; de búsquedas y hallazgos de tiempos y misterios; de honduras y silencios y horizontes selectos nacidos en arrebatos de distancia de los otros y de sí misma. Ella declaró cierta vez que convirtió sus versos en sus «hermanos menores que van de la mano de su soledad», para mejor obrar con la palabra. Así, esta poeta de lejanías que supo empaparse de impresionantes luces y brisas mediterráneas antes de embriagarse del latido de París, esta que se sumergió en la belleza de los espléndidos paisajes renanos, acabó construyendo un sólido edificio habitado por lo amado, lo evocado, lo posible, lo deseado, pero también lo temido, lo desconocido, lo infinito, lo eterno, además de los seres que han caminado con ella su senda. Y todo presidido por el respeto a la vida y sus orillas. Y todo poblado de una luz persistente aún en medio de la noche, desde la que siempre escrutó la dimensión de su tiempo y del tiempo del mundo. La captadora de acuarelas de emociones que ha sido María Teresa Cervantes logró contagiarnos de su recreación preferida: observar la gradación de los instantes, captar sus innumerables y efímeras imágenes, desplegar su paleta de espacios exclusivos, ya finitos, ya ilimitados que abstraen pedazos de existencia.
María Teresa Cervantes presentó su último poemario, 'En los grises del Rhin', el 8 de noviembre de 2023, día en que cumplía 92 años. El azar ha querido que sea en el último poema del libro donde encontremos el último verso de sus tardes.
«¿Quién percibe la hondura de tu pensar más triste, del espacio que habitas? La tarde ha declinado y la noche te ofrece su misterio. Hay un lirio en el cielo con ojos de cigüeña que se eleva, se eleva y se queda en su altura... ¿Regresará a tu sueño su blancura antes de que amanezca?».
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