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A modo de recopilatorio de las enseñanzas que la psicóloga María Jesús Álava (Madrid, 1954) ha reunido durante toda su trayectoria profesional, la autora que ... dio las «claves para aprender a vivir de manera positiva» en 'La inutilidad del sufrimiento' (La esfera de los libros, 2003), que ha vendido 500.000 ejemplares, acaba de publicar el que dice que será su último libro, 'Que nadie manipule tus emociones' en el que insiste en que, conviviendo en una sociedad que «ha convertido la mentira en una forma de vida», debemos protegernos de las personas sin sensibilidad ni empatía. La autora presentará su nuevo título esta tarde a las 19.00 horas en el Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia de Lorca. Estará acompañada por Santiago Parra, concejal de Cultura del municipio, y la doctora María del Carmen Giménez Castillo.
–¿Cree que hoy en día hay quien aplica sus conocimientos sobre psicología para manipular a los demás?
–Exactamente. A mí me hubiera gustado haber puesto otro título al libro porque este va a ser mi último libro y en él recojo las principales reflexiones de toda mi vida dedicada a la psicología, pero si hay algo que en este momento nos preocupa a la mayoría de psicólogos es lo fácil que actualmente se nos manipula. No solamente a niños, adolescentes o jóvenes, a personas adultas también. No nos han preparado para detectar a esas personas que se pueden aprovechar de nuestros buenos sentimientos, incluso de nuestra generosidad y que pueden confundir generosidad con ingenuidad. Por eso insisto en que la psicología puede ser tu gran ayuda. Ahora mismo, con toda la información que nos llega a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, que muchas veces no está contrastada y que llega por caminos donde es muy fácil la manipulación, tenemos a los adolescentes en estos momentos en las peores condiciones. No solo están peor preparados para afrontar estos peligros, sino también en el día a día, en el tú a tú, no saben detectar y lidiar con quienes se pueden aprovechar de ellos.
–¿Cómo podemos descubrir que alguien nos está manipulando?
–Uno de los signos es esa especie de intranquilidad, de ansiedad que tenemos en compañía de determinadas personas que unas veces parece que te hacen sentir muy bien y, automáticamente, te sientes muy mal. Son personas que al principio nos han conquistado diciendo lo buenísimos que somos, que nos destacan todas nuestras aparentes virtudes. En el momento en el que llegan a nosotros con esos halagos bajamos las defensas y, a partir de ahí, se dedican a buscar nuestros puntos débiles para explotarlos. Nos causan inestabilidad emocional y con su presencia sentimos estar en una especie de tobogán por la falta de control que experimentamos cuando estamos con ellas. Además, sentimos que nuestras emociones en ese momento no nos pertenecen. Nos someten a un chantaje emocional y quieren empequeñecernos y llenarnos de inseguridad. También tienden a aislarnos de las personas, digamos, más fuertes de nuestro entorno, de esas que para nosotros son de referencia y que nos transmiten más seguridad.
–¿Es más fácil manipular a unas personas que a otras?
–Hay una serie de perfiles muy característicos. En general, es más fácil manipular a las buenas personas que a las personas que son más egoístas, que piensan más en sí mismas. Las buenas personas actúan con mucha ingenuidad, es decir, piensan que todo el mundo es sensible, pero hay personas absolutamente insensibles y nos tenemos que proteger de ellas. Las personas egoístas son capaces de las mayores traiciones y mentiras para conseguir sus objetivos, mientras que quien tiene sensibilidad la puede cuidar y practicar cada día. También hay que alejarse de esas personas que se sienten superiores, que no buscan empatía, ni cercanía. La relación con ellas es agotadora porque no escuchan y desprecian las opiniones ajenas. Son personas superficiales, incapaces de aprender de los demás. Suelen abusar del tiempo de los demás y de la buena educación. Otro peligro que cada vez estamos viendo más ahora mismo son esas personas que carecen de empatía, que no reaccionan ante el sufrimiento ajeno, que agreden y que mienten. Y nos encontramos con muchas personas profundamente narcisistas, que se sienten superiores, que también muestran cero empatía, que buscan el reconocimiento, que son muy sensibles al halago y al elogio y que siempre tratan de ser el centro de atención. Conforman el 6% de la población, es decir, son muchísimos.
–¿Existen fórmulas para trabajar la empatía?
–Es muy difícil que alguien que carece de empatía termine reaccionando y convirtiéndose en una persona sensible. ¿Por qué? Porque no reconocen que no se sienten mal ante el sufrimiento ajeno. Solo si les aíslas un poquito, quizás, del entorno en el que están y haciendo un trabajo de empatía muy profundo les puedes hacer reaccionar y conseguir que algunas de estas personas terminen mostrando un mínimo de sensibilidad. Pero es complicado porque en psicología siempre decimos que no podemos ayudar a quien no se deja ayudar y no reconoce el problema importante que tiene. Y estas personas normalmente pasan por la vida sin mirarse por dentro. A veces hacen una especie de paripé y vienen a terapia pero para cubrir el expediente.
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