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Es uno de los libros del año, y hoy, su autora, la psiquiatra Marian Rojas Estapé, estará en Murcia para presentarlo esta noche, a las 21 horas, en la iglesia de Santa Eulalia, una invitación que la hija del psiquiatra Enrique Rojas ha tardado tres años en aceptar y ante la que se muestra verdaderamente ilusionada. 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas' (Espasa, 2018) va ya por la novena edición, con más de 50.000 ejemplares vendidos, un síntoma de la necesidad que hay de entender nuestro cerebro, gestionar nuestras emociones y mejorar nuestras vidas. La conversación telefónica con Marian Rojas transcurre para ella dentro de un coche. Su vida, igual que este mundo, corre a una velocidad imparable. Ella nos invita a reflexionar sobre la necesidad de alcanzar una «felicidad estructural» frente a la felicidad fugaz, tan débil, que nos brindan las redes sociales.
-Mi padre dice que comprender es aliviar. Cuando te comprendes a ti mismo, te sientes aliviado. Es importante entender qué está pasando en nuestro cerebro mientras estamos tan hiperestimulados y tan conectados a la pantalla, y qué repercusiones tiene en nuestras emociones y en nuestra salud, física y psicológica, y a la larga en nuestra felicidad. Cuando estamos tan hiperestresados son las circunstancias las que mandan, y la persona que yo considero feliz hoy en día es aquella que tiene un autogobierno de sí mismo relativamente sensato.
-Estamos en un tiempo de felicidad a golpe de click, frente a la felicidad estructural, llámese bienestar generalizado o equilibrio interior, que es muy complicado lograrlo, sí. Lo vemos con los móviles, con las redes sociales, con las compras online. Hay como una gratificación instantánea, y eso se produce por el circuito de la recompensa, son como chispazos de dopamina, que da pequeños momentos de síndrome de abstinencia, de vacío. Es lo típico que pasa con las drogas; las personas que consumen una droga, sea más o menos fuerte, tienen ese circuito, se acercan al objeto de consumo, tienen ese momento de placer, y luego tienen un gran bajón. Es lo mismo que sucede con las redes sociales, aunque en este caso es más sutil, es como un veneno silencioso que se mete en nuestra mente y nos está provocando un deterioro de la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno y nuestro interior.
-Efectivamente. Todos nosotros queremos ser felices, o al menos sentirnos bien con nosotros mismos, y sentirnos bien con nuestra vida, y para eso el primer paso es conocerse. La persona que no se conoce no puede llegar a ser feliz. Porque es esclavo de sus impulsos, porque se frustra por pequeñas cosas... Ese autoconocimiento comienza preguntándose por quién soy yo y cómo nos ve la gente, por la imagen que tenemos. En segundo lugar hay que preguntarse: ¿Tú crees que eres así?, ¿es esa la forma en la que te ves a ti mismo? Y en tercer lugar, cuál es la verdad sobre ti mismo, y eso lo sabes tú, o tu terapeuta, o un familiar que te conoce bien. Y hay cuarta cosa, lo que yo llamo la e-imagen, la imagen que damos en las redes sociales. Cuando no existe una buena armonía entre las cuatro, entre lo que muestro y lo que soy de verdad, tiendo a romperme o a estar como en una versión descafeinada de mí mismo, porque no soy siempre la misma persona, y esa unidad de vida genera una sensación de bienestar muy positiva, y ayuda. Cuando uno se va comprendiendo llega a la fase de alivio y aceptación.
-Hay una lucha constante contra elementos que no tienen solución, y que uno no consigue cambiar, y se destinan todos los recursos mentales y físicos para cambiar algo que quizás no tiene cambio, pero lo que sí que tiene cambio es la forma de interpretar la realidad. Ese es uno de los pilares del libro. Hay cosas que son como son, y son un drama, pero en lugar de mirarlo como un drama hay que verlo como oportunidad, como un problema a resolver. Cambiar la interpretación de los hechos negativos de nuestra vida tiene efecto balsámico en nuestro interior.
-Hay padres que son una referencia y padres que son tóxicos, como todo en esta vida. Lo ideal es tener un padre que sea modelo. Uno pasa por fases con las personas de su entorno, de cercanía o distanciamiento, momentos de conflicto. En el libro distingo a las personas como tóxicas o vitaminas, y yo tengo un padre vitamina, ha sido un modelo para mí porque me encandiló su manera de tratar a las personas y de ayudarles a salir de los momentos malos de angustia, de depresiones. Siempre tiene una palabra amable y esperanzadora en los momentos dramáticos. Él me ha formado, llevo 30 años a su lado, escuchándolo, y viviendo muchas cosas relacionadas con la psicología y el comportamiento. Mi libro, mis conferencias y mi pensamiento es una mezcla de lo que he vivido, aprendido y observado, y lo he plasmado en una fórmula sencilla para ayudar a la gente a entenderse.
-Antonio Garrigues ha dado en la diana porque nunca hemos estado tan conectados y nunca nos hemos sentido tan solos. Antes podíamos tener a personas a miles de kilómetros y quedaba gente disponible para hablar, no de manera virtual. Pero la soledad es uno de los mayores factores de riesgo para enfermar, según los últimos estudios de la Universidad de Harvard. La soledad de los mayores, viudos o pensionistas la tenemos más vivida, pero la soledad de la gente joven es más rara, y hoy el gran boom es la soledad de la gente joven, de 15 a 40 años, que te hablan y te dicen que se sienten solos, y el organismo se enferma con la soledad.
-Totalmente, el ser humano está o en modo de alerta o en modo de relajación o de crecimiento interior, y estás en uno o en otro, porque ambos estados son antagónicos. Ocurre que en este modo de supervivencia cuando alguien nos cuenta su sufrimiento nos irrita y nos enfada, y tu cabeza pide otras vías de escape, ya sean las redes sociales, series, la marihuana o la automedicación. Buscamos salir de ese estrés con chispazos de dopamina, pero eso es como una huida hacia adelante. ¿Qué hemos hecho para que ni siquiera nuestros amigos tengan capacidad de escuchar? Solo queremos que nos pasen cosas buenas, vivir experiencias alegres... y yo creo que hay que volver a la compasión, y a compartir el dolor, y a no tener miedo de hacerlo con las personas que nos rodean.
Termómetro emocional
-El mejor termómetro emocional es la consulta. Todo ser humano busca sentirse amado o querido, pero es un problema confundir sexo con amor. Hay mucha gente que fingiendo amor busca sexo y al revés, pero cuando se dan ambas cosas uno piensa: esto vale la pena. En una sociedad donde falta el compromiso es muy difícil un amor a golpe de click, porque eso requiere esfuerzo, tiempo. Y esforzarse. Cuando te hacen creer que es posible una pareja o una gran relación sexual a golpe de click ahí empieza la frustración, porque eso genera un vacío. He oído miles de historias, me conozco todas las variedades, y la sensación general es que detrás de eso hay un vacío.
-Hace tres años contactó conmigo Agustín [auxiliar de la parroquia de Santa Eulalia], invitándome a dar una charla en la iglesia, pero no encajaba yo ahí. Me volvió a escribir al año siguiente, y me coincidía con un viaje a México. En verano, que no había sacado el libro, insistió y yo le dije esta vez que iría el 4 de febrero. ¿Y por qué no? ¡Agustín debe ser un genio! Porque es el ejemplo de que cuando alguien busca algo, lo consigue.
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