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El filósofo, pedagogo y ensayista José Antonio Marina (Toledo, 1939) es el autor de una de las últimas novedades de la editorial Boldletters de Barcelona: ' ... El Club de Buscadores de Soluciones'. Un libro de arte, prácticamente, que combina la sabiduría del filósofo que se dirige a lectores adolescentes y las ilustraciones de Raquel Gu. Referente en el mundo de la educación, en este libro de divulgación, totalmente narrativo, publicado en castellano y catalán dentro de la colección 'Chic@Genial', Marina condensa toda una vida dedicada a la filosofía y a la educación para abordar problemas de hoy.
–Por primera vez se dirige directamente a los adolescentes en un libro de divulgación. ¿Por qué ha decidido hacerlo ahora?
–Todas las encuestas nos dicen que la adolescencia está sufriendo una serie de influencias que la hacen muy vulnerable. Una consecuencia es el aumento de problemas mentales. Un gran investigador, Jonathan Haidt acaba de publicar un libro que han traducido en España como 'La generación ansiosa', cuando debían haberlo traducido como la generación que padece ansiedad. En este libro quiero explicar a los adolescentes –y también a los padres y profesores– que la educación importante se debe centrar en capacitarlos para identificar y resolver problemas.
Género. Narrativa para jóvenes lectores. Divulgación.
Editorial. Boldletters.
Autores. José Antonio Marina (textos) y Raquel Gu (ilustraciones).
–La necesidad de afrontar los problemas y resolverlos se da en todas las etapas de la vida, pero usted nos habla de la novena competencia educativa: la competencia heurística. Es en la adolescencia donde empezamos a ser más conscientes de todos los obstáculos, confrontaciones y dilemas que nos rodean, como nos dice. Pero casi que muchos padres y madres parecen desear que esto suceda ya desde la misma infancia, ¿no lo ve así?
–La función principal de la inteligencia es resolver problemas. Y se debe desarrollar desde la infancia. A los niños les encanta resolver problemas. Basta verlos jugar con rompecabezas. Hay que convencer a docentes y padres de que utilicen este método. Ayudar al niño a que resuelva los problemas. Lo que ocurre es que en la adolescencia se acumulan los problemas, porque es un momento de transiciones fundamentales. Por eso hay que intensificar el entrenamiento en problemas en esa edad. ¿Qué problemas? Todos: afectivos, sociales, sexuales, religiosos, prácticos, económicos teóricos, científicos, matemáticos, políticos.
–En este libro nos encontramos con alumnos de bachillerato que, tras un suceso trágico y con la ayuda de sus profesores, deciden enfrentarse al problema del acoso escolar y fundan un «club» muy especial: 'El Club de los Buscadores de Soluciones'. La cooperación se hace un elemento fundamental para salvarnos de tragedias cotidianas, o condenarnos. ¿Encuentra a los adolescentes de hoy más insolidarios que los de otras generaciones?
–No. La adolescencia siempre ha sido una edad muy egocéntrica. Y la comunicación con los padres, difícil. En todo caso, lo que me sorprende es que la relación con el grupo, que es su entorno principal, se hace ahora a través de las pantallas. Es frecuente ver a un grupo de amigos sentados, pero mirando cada uno su móvil, y hablando solo para comentar lo que acaban de ver en la pantalla. Una de las enseñanzas del libro es que hay problemas que no pueden resolver a solas, que es necesario buscar ayuda y cooperación. El caso con que comienza el libro –un episodio de 'bullying' trágico– es un ejemplo claro. El saber pedir ayuda y el saber darla es esencial.
–La historia de la humanidad es un proceso de problemas y soluciones, insiste usted. Y los problemas planteados por la convivencia necesitan de la cooperación de todos. ¿Qué ejemplos de cooperación a esta edad son los más efectivos?
–La amistad en la adolescencia tiene una importancia decisiva. La comunicación se da entre iguales y el grupo empieza a ser superficialmente más importante que la familia. Si el grupo es bueno, la adolescencia puede pasar sin problemas. Si el grupo es malo, el problema es serio. La única razón por la que alguna vez he recomendado a los padres que cambiasen a su hijo de centro es cuando había caído en un grupo tóxico.
–¿Qué hacemos con los eternos 'Peter Pan'? Aquellos que no quieren madurar, o no llegan a adaptarse al mundo de los adultos.
–Concederles más responsabilidades. La adolescencia no es una edad biológica sino una etapa cultural que inventamos para dedicarla a la educación, evitando que el niño entrase directamente en el mundo laboral, cosa que hace un siglo se hacía a los 11 o 12 años. Pero nos hemos confundido y cuando se trataba de liberarles de la responsabilidad laboral lo hemos liberado de todas las responsabilidades. Y eso permite que algunos crezcan en un invernadero. Lo malo es que antes o después se van a enfrentar con la frustración y se van a venir abajo.
–¿Qué queda en usted de aquel adolescente que fue? ¿Cómo se recuerda?
–Me recuerdo pedante y solitario.
–¿Qué podrían enseñar las generaciones más jóvenes a los adultos de hoy?
–Podríamos hacer un intercambio. La educación se basa en cuatro pilares: los deberes, el respeto, los derechos y la libertad. Nuestra generación fue educada en los deberes y en el respeto. Las generaciones jóvenes, en los derechos y en la libertad. Los jóvenes podrían enseñaros esto, y los séniores enseñar lo otro. A lo mejor conseguíamos la cuadratura del círculo.
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