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«Nuestro país es especialista en destrozar los rincones más maravillosos de la naturaleza», se lamenta David Trueba (Madrid, 1969), cineasta, guionista y escritor -en ... todas esas facetas experto en tocar los corazones- que este sábado, a las 12.00 horas, presentó en la librería La Montaña Mágica, en Cartagena, su nueva novela, 'El río baja sucio' (Siruela), un himno a la amistad y a la juventud y un grito en favor de un planeta en grave peligro. Los jovencísimos Tom y Martín protagonizan esta nueva historia de Trueba, a quien debemos delicias como la película 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' (2013), inspirada en la historia de Juan Carrión, el profesor ejemplar de inglés que entabló 'amistad' con John Lennon y al que convenció -él que utilizaba las canciones de The Beatles para motivar el aprendizaje de sus afortunados alumnos- de que debían incluir en sus discos las letras de sus éxitos. Con Carrión, cartagenero ilustre y añorado, entabló el autor de 'El río baja sucio' «una amistad tardía, como decíamos nosotros, pero muy agradable. Echo de menos a Juan muchas veces...».
-Su nueva novela habla de esa edad que va de los 12 a los 17 años, tan crucial en nuestras vidas. ¿Cómo ve a los jóvenes de hoy?
-Reconozco la dificultad increíble para crecer hoy que tienen. Creo que, en general, la gente, todos nosotros, juzga siempre con un cierto egoísmo a las generaciones más jóvenes; no se da cuenta de que los chicos de hoy han sido sumergidos en un modelo social que no les da ninguna garantía de felicidad, sino que, más bien, a lo que se dedica es a exponerles a una especie de salvaje competición entre ellos y también, por supuesto, a una falsa promesa de felicidad, a través del consumo, que degenera mucho lo que son las posibilidades de educarte. Los veo y me digo: 'A ver si son capaces de hacerse con las armas idóneas para defenderse en esa jungla nueva'. Nosotros, obviamente, no tenemos esas armas.
-¿Qué armas idóneas?
-La primera, y siempre que hablo con ellos insisto en ello, es que tienen que hacerse las preguntas correctas en el momento adecuado. Una fundamental: ¿Estoy haciendo lo que quiero o estoy haciendo lo que me han hecho creer que quiero? Y si no son capaces de hacerse esa pregunta y de respondérsela no llegarán a ningún sitio.
-¿De ellos qué le sorprende?
-Son mucho menos predecibles de lo que se cree desde fuera. Yo los veo bastante preparados para emprender ese camino en breve, lo que pasa es que las presiones de todo tipo sobre ellos, económicas y de todo tipo, son brutales.
-¿Qué echa en falta con respecto a los jóvenes?
-El que no nos relacionemos con ellos lo suficiente con afán de convivencia. Una de las cosas que caracterizan a nuestra época es que se ha intentado separar a las generaciones por elementos [segmentos] de consumo: los niños aquí; los preadolescentes, aquí... Tenemos que romper las barreras de comunicación con ellos, y la manera de hacerlo es salir a buscarlos, ir a su encuentro, hablarles, escribir cosas en las que cuentes tus experiencias de esas edades, reflexionar sobre cosas que consideremos que a ellos les pueden interesar y, por supuesto, tratar de romper esta especie de burbujas en las que nos han metido a todos.
-Hay quienes sostienen que tener hijos hoy es irresponsable, ¿qué piensa usted?
-Yo siempre he dicho, porque tengo dos [con la excelente actriz Ariadna Gil], que se tienen en un acto de irresponsabilidad; si alguien, para tenerlos, se lo plantea desde la lógica, ya se económica, moral, mental, etcétera, no los tiene. Los hijos se tienen en un rapto de locura y de irresponsabilidad que es hermoso, porque suele estar relacionado con la sintonía entre dos personas, con el proyecto vital de ambas, y por lo tanto lo terrible sería que no existiera ese proyecto de esas dos personas. Lo terrible sería que dejaran de existir esos proyectos irresponsables y alocados. Mis padres tuvieron ocho hijos, pero porque eran pobres, sino hubieran tenido dos. ¿Por qué ellos ocho y no dos? Pues porque eso, de alguna manera, les proponía un futuro más halagüeño. La gente siempre percibe algo en el futuro que se nos escapa a los demás. Lo que yo no puedo decirle a nadie es lo que tiene que hacer.
-¿'El río baja sucio' está inspirado en experiencias personales?
-Cuando yo era un adolescente, el sitio en el que yo veraneaba tenía un río maravilloso que contaminaron desde unas industrias cercanas, incluidas una vaquería. La sensación que tuvimos muchos entonces debió de ser muy similar a la que tiene ahora mismo mucha gente en Cartagena y en toda la Región de Murcia con respecto a su Mar Menor; una sensación que lleva a hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo hemos dejado que nos roben esto, que era nuestro?
-¿Y cómo lo hemos permitido?
-Pues porque, a cambio, nos cerraban y nos cierran la boca con el dinero, ¿alguien tiene alguna duda sobre eso? En mi época, era el dinero que daban esas fábricas y el empleo que proporcionaban a los de alrededor; eso se ponía por encima de cualquier cosa. Ahora, por desgracia, el dinero sigue siendo el dueño de todo.
-Es cierto que asistimos al despertar de una cierta conciencia ecológica, pero sigue siendo muy insuficiente. En esta Región, por ejemplo, esto es muy evidente.
-Sin olvidarnos de que es verdad que la gente tiene que ganarse la vida y que no esto no es fácil, es cierto que en nuestras cabezas, la de los adultos que presumimos de ser más listos que los jóvenes, queda una cosa pendiente: entender la diferencia entre las cosas que tienen verdadero valor y el dinero. Y la naturaleza está entre las primeras.
-¿Toni y Martín tienen mucho de usted?
-Sí, mucho. Fundamentalmente, las ganas de saber qué hay detrás de la vida, de explorar, de vivirla a tope, de entender a la gente, de no ponerle etiquetas, de acercarse incluso a aquello que no hay que acercarse, de preguntar... Son incómodos porque preguntan, porque quieren saber. Hay gente que no quiere que se le planteen ciertas preguntas, incluso aunque tengan mucho que ver con nuestras vidas.
-¿Qué encuentra en la escritura para jóvenes?
-Mis novelas han sido muy leídas en los institutos. Los profesores las usan mucho porque dicen que enganchan a los jóvenes. Si miro hacia atrás, y pienso en películas mías como 'La buena vida' o 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', le digo que no me hubiera extrañado que, en algún momento, alguien las hubiera calificado de películas para jóvenes. Lo cierto es que los jóvenes han sido mi preocupación siempre, porque me parece que es en esos años cuando se resuelven algunos de los enigmas de la vida y, sobre todo, cuando se forja el carácter que te acompañará siempre y eres el proyecto de persona que luego va a ser una desgracia o una suerte para la sociedad. Y la decisión se va a tomar en algunas encrucijadas que se presentarán en esos años.
-¿En qué no cree?
-En las etiquetas que se le ponen a las personas. Creo que las etiquetas están muy bien para el pollo envasado, pero para las personas no me gustan. Les doy a todos una oportunidad de demostrarme que lo pueden hacer mejor de lo que dicen que lo pueden hacer. Confío en todos; estoy seguro de que cuando cada uno encuentre la generosidad para mirar a los demás como se mira a sí mismo, será capaz de cambiar y de mejorar el tiro para la siguiente vez.
- ¿Tiene algún problema en declararse orgulloso de ser español?
-No, ninguno. Cero problema en declararme orgulloso de serlo, pero lo que no le voy a pedir a nadie es que lo haga si no lo siente. Y, además, creo que eso no le convierte en alguien peor que yo. No he tenido nunca ningún problema, ni siquiera, con los símbolos; en eso soy, por fortuna para mí, un niño de la Transición que se dio cuenta de que lo de antes fue muy problemático y de que íbamos hacia un sitio mucho mejor.
-¿De qué capricho diario no se priva usted?
-De leer un par de periódicos en papel, me encanta y espero poder seguir haciéndolo mucho tiempo.
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