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La poeta y narradora Dionisia García. ENRIQUE MARTÍNEZ BUESO
Dionisia García publica a los 93 años un luminoso poemario de amor a su marido

Dionisia García publica a los 93 años un luminoso poemario de amor a su marido

'Clamor en la memoria', editado en Renacimiento, se presenta este lunes en el Hemiciclo de la Facultad de Letras de la UMU

Lunes, 7 de noviembre 2022, 00:51

«Todo ha pasado fugaz y luminoso, con recorridos que la memoria olvida. Solo tú en el recuerdo», escribe Dionisia García en su nuevo, y muy especial, poemario, dedicado al gran amor de su vida, Salvador Montesinos Busutil, su marido y padre de sus cuatro hijos –Salvador, Concha, Luisa y Pablo–, fallecido en 2021. Un poemario de amor, escrito ya vividos más de 90 años, que lleva por título 'Clamor en la memoria', ha editado Renacimiento, y que será presentado este lunes en Murcia en un acto organizado por el Aula de Poesía de la UMU, que dirige Isabelle García Molina. La cita será a las 19.00 horas en el Hemiciclo de la Facultad de Letras, y acompañarán a la escritora los profesores y amigos Ana Cárceles y Francisco Javier Díez de Revenga.

Dionisia García (Fuente Álamo, Albacete, 1929), afincada en Murcia desde hace décadas, reconoce que «no es fácil escribir sobre un suceso cuando el referente, la persona amada, ya no está. Es por ello que he procurado mantener velada la herida, el dolor por su ausencia, a través de la palabra». Sabe bien la autora que «las cosas del alma se malogran si te acercas a ellas con descuido».

«A los lectores», advierte, «pido disculpas por el íntimo sentir que puedan encontrar en estas páginas, que requerían mudez. A veces, los silencios son más elocuentes». «Quisiera», añade, «que este tiempo oscurecido no empañe los caminos transitados por otros; que, en su lectura, encuentren aquello que buscaban, o evocaciones imprevistas». «Con frecuencia», prosigue, «nuestras lecturas son el manantial que nos surte y donde encontramos semejanzas con quienes ya han pasado por 'la noche oscura'».

«He querido contar nuestras vivencias, breves historias escritas en verso. Homenaje a la persona amada, apoyo y bien durante la vida», explica a propósito de 'Clamor en la memoria', de quien destaca el editor de Renacimiento, Abelardo Linares: «Un libro de poemas de amor, como este, escrito pasados ya los noventa años, puede resultar sorprendente e incluso extraño –por lo muy inusual–, pero también verdadero y emocionante». Dionisia García «reúne aquí, a modo de estampas, esos pequeños, aparentemente mínimos momentos que han ido haciendo grande un sentimiento». «Quizás», reflexiona Linares, «porque el gran amor está hecho siempre de una infinidad de cosas pequeñas. Poemas de celebración de la vida más que de elegía, poemas de velada emoción. Poemas también con una extraordinaria maestría musical, que les ayuda a convertirse en memorables».

Mares

«Resulta extraño ver

con mis ojos pequeños

la raya azul del horizonte.

Al mirar a los lados,

solo percibo el hueco de

una sombra.

Me enseñaste a crecer

en la belleza,

advertir en las aguas

ese vaivén callado de las

épocas

hasta llegar al siglo

veintiuno.

Me dijiste del mar en

tiempos anteriores,

con armonía y risas, el

temor y el asombro,

mientras tu mano a

rastras me llevaba:

'venga, bonita, ya'.

En soledad pensaba el

Mar de Ulises

y las calas de Ítaca.

Cuánta vida cumplida,

y solo queda el llanto»

Es un poemario de estremecimientos y bellas imágenes. Como esta, en torno a un abrigo, un sencillo abrigo. Imagínensela: hubo otro tiempo en el que los amantes subieron al tranvía, de pie y con las manos en la barra. Y sobre todo: el corazón gozoso, y el mirar divertido de Salvador que tanto le gustaba admirar a ella. Entonces, alguien bajaba en la segunda parada, y quedó un asiento vacío.

Pero Dionisia García prefería seguir con las manos sujetas en el níquel. Y, allí, en el tranvía; allí, ambos de pie, fue la sorpresa. Era su cumpleaños y Salvador traía un regalo para ella. Y seguidamente cayó sobre su mano libre un pequeño envoltorio. Lo recuerda muy bien: la sorpresa expectante ante ¡una boquilla para los incipientes fumadores! Y a la sorpresa siguieron las risas. Motivo había: Salvador vendió su abrigo para poder comprar tan singular regalo.

Los recuerdos son dulces, pero no tanto el respirar a solas: «Paciente me decías, en los años de anhelo, que la lectura era necesaria para el disfrute de pensar el mundo». Y así es, él le regalo a Maupassant, Pound, Stendhal, Maurois, Rilke... Cree la poeta que «el libro llama, llora si pasa tiempo y una mano no tiene que acaricie sus hojas». Ella tiene un plan silencioso, también cómplice: «Cuidaré de los tuyos como nuestros, y dejaré en sus páginas las miradas aquellas...; hasta que alienten mis ojos ya cansados».

Aire libre

Un día, al despertar, esto le contó al papel: «He soñado contigo. Era un lugar hermoso al aire libre, venías desde lejos; como esperan las novias, esperaba. Con tu chaqueta a cuadros y una corbata verde ibas vestido. Iniciada la ruta no pudiste avanzar, como si lo impidiese una fuerza invisible. Tu mirada me llega como hilo de luz en lejanía, y ya no supe más de la presencia. Un despertar inquieto me llevó a darme cuenta: la habitación oscura, y yo ya estaba sola».

Es un poemario en el que tantas veces y más se dan las gracias. Sonríe la poeta recordando el poema que mezcla orquídeas y vacío: «A través del cristal entra la luz y beneficia a las orquídeas blancas. Sentada en el lugar acostumbrado, hacia el retrato van mis ojos con el gesto tranquilo. La mirada señala su nobleza. Ya no podré expresar 'estás muy guapo'; su sitio está vacío y no sé si al mirarlo me sonríe». Y concluye: «Doy gracias a los cielos por el vivo reflejo de su imagen, aquí y ahora, por las emociones y esa paz que propicia la entrega y confianza. Nos veremos muy pronto, como antes, como siempre».

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