![Verdes sueños en la Baeza de Machado](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/12/03/196843932--1200x840.jpg)
![Verdes sueños en la Baeza de Machado](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/12/03/196843932--1200x840.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Tras una ruta cubierta de olivares, flanquedos por los montes de Cazorla, Aznaitín y Mágina llegamos a Baeza. Habíamos visitado ya Jaén, una ciudad pegada a su castillo, y la sombra de Vandelvira nos perseguía a lo largo de su catedral y más allá de ... sus muros. Allí estaban los montes profundos de Sierra Morena, en cuyas entrañas se esconden antiguos pueblos mineros, como El Centenillo. Lo verde nos envuelve en su capa mágica, nos transporta a otros tiempos, a «ese ayer que es todavía», y nos hace soñar caminos de la tarde, y vamos de la mano de un poeta andaluz, caminante solitario, «siempre buscando a Dios entre la niebla». Antonio Machado se viene con nosotros. «La tarde cayendo está», y a su paso «todo el campo un momento / se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento / en los álamos del río». Y paseamos por Úbeda, un milagro italiano en el corazón de Jaén, y el sevillano nos lleva hasta Baeza, su ciudad hermana en siglos y en belleza. Recorremos sus calles, que albergaron al poeta desde 1912 a 1919, con la ausencia ya de Leonor, y la soledad como su sola compañía. Pero el vate no está solo, va y viene de sus soledades con sus recuerdos, con la nostalgia de los campos de Soria, donde ha nacido no a la vida, al amor: «En la desesperanza y en la melancolía / de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva». Ya en su tierra andaluza, y extranjero en sus campos, se acuerda de su infancia, de sus huertos y limoneros, «del olor de albahaca y hierbabuena, de sus azules y dispersas serranías / con arreboles de una tarde inmensa». Los cangilones de su noria siguen girando en torno a Soria, y en Baeza escribe a su amigo José María Palacio preguntando si la Primavera ha llegado ya a las orillas del Duero: «¿Tienen los viejos olmos / algunas hojas nuevas?»... «¿Hay zarzas florecidas/ entre las grises peñas?»... «¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?»... «¿Tienen ya ruiseñores las riberas?»... Nuestra meta es el antiguo Instituto Santísima Trinidad donde el poeta obtuvo su Cátedra de Francés en noviembre de 1912. Y en su aula nos aguarda el alma del poeta, un hombre, «en el buen sentido de la palabra, bueno».
Hemos estado esperando esa cita mágica para leer los recuerdos que albergan sus paredes, y, sobre todo, para leer su poesía, «palabra en el tiempo», como él afirmara. Y leemos con pasión esos poemas intensos, profundos, eternos, que dedicó a las «colinas plateadas /... por donde traza el Duero / su curva de ballesta en torno a Soria... hoy siento por vosotros, en el fondo / del corazón, tristeza /, tristeza que es amor. / ¡Campos de Soria / donde parece que las rocas sueñan / conmigo vais!»; «¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria / tardes tranquilas, montes de violeta, / alamedas del río, verde sueño / del suelo gris y de la parda tierra / ... Me habéis llegado al alma, ¿o acaso estabais en el fondo de ella?».
Sí, los poemas de Antonio Machado estaban en el fondo de nosotros, los alumnos de la Rector Sabater, aguardándonos en silencio para que le acompañáramos en sus paseos por Baeza, tan bella, bajo la luna. Machado nos confiesa que su corazón «está despierto, despierto / ... y escucha/ a orillas del gran silencio». Y nos emociona: «mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera». Antes de partir recordamos que soñaba que su amada le llevaba «por una blanca vereda, / en medio del campo verde, / hacia el azul de las sierras /, hacia los montes azules, /una mañana serena». Y lloramos su destino injusto, («¿quién ha punzado el corazón del tiempo?»), y nos imaginamos cuánto debió sufrir camino de su destierro en Colliure, donde rememoró de nuevo «estos días azules y este sol de la infancia...». Y nos despedimos de esa bella ciudad musitando en silencio: «¡Campo de Baeza / soñaré contigo / cuando no te vea!».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.