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Nerea Adly García
Murcia
Lunes, 10 de marzo 2025, 00:01
El escritor Antonio Gómez Carrillo (Cieza, 1959) es un hombre inquieto, con diversas aficiones, tales como el canto coral, la micología, el tenis, el senderismo, ... la enología, el dibujo, la confección y la cocina. A todas ellas se dedica sin dejar de lado su pasión, la literatura. Acaba de publicar su primer poemario, 'Delirio épico', dentro de la colección 'Ites de poesía' de Olé Libros, gracias al tiempo libre que tiene después de jubilarse. Ha dedicado casi toda su vida a la docencia, desde 1982, como profesor de Biología en el IES Mar Menor de San Javier.
«Empiezo las mañanas con mi partido de tenis casi diario, no puedo dejar esa actividad, aunque tenga lesiones. Los fines de semana los dedico al senderismo, que es también una de mis pasiones», señala el escritor, que a pesar de solamente tener dos libros publicados, 'El chacal negro' (2021, Caligrama) y este poemario, el autor cuenta con más de una docena de libros dentro de un cajón, esperando que vean la luz. «Mi primera publicación, 'El chacal negro', es una novela negra que no tiene nada que ver con el poemario que acabo de estrenar. Este poemario es un drama épico, un diálogo mundano, entre lo humano y la divinidad», refleja sobre 'Delirio épico', un libro dividido en siete partes que plantea preguntas complejas, irrefutables y universales. «Surge de la necesidad de dialogar sobre algo que siempre me ha atraído, lo mágico, lo religioso... He nacido en una familia cristiana católica, de hecho, era miembro activo de esa comunidad, cantaba en el coro, siempre me ha atraído esa relación de la humanidad a lo largo de la historia, la filosofía, los pueblos primitivos. Creo que el ser humano cuando ve que las cosas le sobrepasan, y necesita una explicación, busca esa figura divina que le dé las respuestas que anhela. En este poemario se puede ver esa transición, tanto de la especie humana como la del propio individuo, porque aunque la sociedad haya avanzado, el individuo cuando nace parte de cero, y tiende a crearse un bagaje cultural con su entorno, donde fundamenta sus propias convicciones», dice de este diálogo entre dioses y humanos, que a veces es una pugna y otras, una súplica.
«A partir del hombre ignorante, inmaduro o miedoso, nace el hombre que domina las artes. De ahí nace esta ensoñación o delirio épico, pues a partir de este hombre, los dioses se ponen celosos, y es donde aparece la figura del dios desventurado, que desea conocer a ese ser imperfecto, que ha conseguido la felicidad que los dioses del Olimpo desean. Ese ser es una mujer, una anciana que solo conoce su realidad, que ha tenido que luchar, trabajar, que lo dio todo, como la mayoría de las madres... En este caso me inspiré en la mía, una mujer poderosa con muy poquitas herramientas, tanto la cultura como la riqueza le dieron la espalda», reflexiona el autor, que pronto presentará su poemario en Lorca, Murcia y Cieza, aunque todavía sin fechas cerradas.
A pesar de haber sido un niño involucrado en temas cristianos, ahora el escritor es un profundo ateo. «Si tuviese que encontrar una explicación, tal vez está relacionada con la muerte de mi padre, a mis 16 años, precisamente en una edad donde se producen cambios profundos. Tras una infancia alocada y descontrolada, pasé a ser un adolescente comprometido, volcado en la lectura, en la música... No tuve la ocasión de conocer mucho a mi padre, ni él a mí», se lamenta.
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