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El actor Juan Diego. J. P. Reina
Juan Diego: «Hay que vivir la vida»

Juan Diego: «Hay que vivir la vida»

El actor sevillano protagoniza esta noche en Cartagena el drama 'Una gata sobre un tejado de zinc caliente', de Tennessee Williams

NATALIA BENITO

MURCIA

Jueves, 23 de noviembre 2017, 10:32

Consciente de sus 74 años, tiene la cabeza en la tierra y las mariposas en el estómago. El actor sevillano Juan Diego habla alto, claro y sin formalismos -como siempre ha hecho- con 'La Verdad' sobre la familia, la enfermedad y la edad «No me molesta que me llamen abuelo. Están los que dicen: 'Oiga, a mí no me llame usted abuelo'; ¿cómo quiere que le llame, cojones? Tiene 70 años, capullo». Esta noche -a las 21.30 horas- en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena el veterano actor se sube a las tablas para dar vida al abuelo en 'Una gata sobre el tejado de zinc caliente', la misma historia que encandiló a los espectadores en la gran pantalla gracias, en parte, a la interpretación de Paul Newman y Elizabeth Taylor y que a Tennessee Williams le sirvió para alzarse con el premio Pulitzer. Cuando Amelia Ochandiano -responsable de la dirección y la versión de este montaje- le propuso al actor realizar este papel, lo tuvo claro: «Inmediatamente dije que sí porque tenía ganas de estar dentro de una historia que me deslumbró cuando vi la película. Me pareció fantástica».

La propuesta de Ochandiano sobre este drama familiar -con momentos jocosos- que trata conflictos universales como la muerte, la mentira, la homosexualidad o la ambición concede mayor protagonismo al personaje del abuelo, patriarca de la familia, y su conflicto. «Tiene un cáncer terminal, aunque parece que es la abuela quien lo tiene, porque, ¡ay que ver cuánto sufre!, y da lugar a que después de tantos años de matrimonio haya escenas muy divertidas porque es muy pesada». La bomba estalla cuando el abuelo celebra su 70 cumpleaños. «Maldita la gracia que le hace celebrar el cumpleaños al abuelo y se lo hacen con velas, regalándole una bata horrorosa, ¿qué he hecho yo para cumplir años?», confiesa el actor, que lleva consigo al personaje. El abuelo, que según el intérprete solo quiere «que se le cure el cáncer y que no le toquen los cojones» tiene que lidiar con su hijo Gooper, sus niños y su mujer, además de los problemas de Brick con el alcohol y su relación con Maggie, la gata, bella y ambiciosa.

  • Qué 'Una gata sobre un tejado de zinc caliente'

  • Dónde y cuándo Nuevo Teatro Circo de Cartagena. Hoy a las 21.30 horas. 20 y 24 euros.

Las propias vivencias del actor son las que construyen este personaje «partiendo de la base de que todo lo que hacemos en el escenario -al menos yo-, lo bueno y lo malo, está dentro de nosotros no queda más remedio que buscar dentro de uno. Yo soy un homosexual, soy un padre autoritario, un ángel, un machote, un machista y todo lo que existe de malo y de bueno en la vida está dentro de mí. Hay que sacarlo fuera y mostrárselo al público».

El texto original se ha tomado como un reflejo de la sociedad estadounidense de la época y, para el veterano actor se refleja la familia universal o, al menos, occidental. «Las familias son todas iguales en cuanto a estructuras y a neurosis. Siempre aparecen los resquemores, los autoritarismos y las quejas».

Relación con el dolor

La representación de 'Una gata sobre un tejado de zinc caliente' ha coincidido en el tiempo con la última película del actor, 'No sé decir adiós', un drama con el que ha sido galardonado con la Biznaga de Plata en el Festival de Cine de Málaga a mejor actor de reparto por dar vida a un hombre también con cáncer. Unos personajes que no hacen otra cosa que reafirmar su filosofía de vida: «Hay que aguantar hasta el final, hay que vivir la vida».

Lo que no le hace sufrir, es el escenario. Para Juan Diego no existe la presión en escena, aunque sí reconoce cierta inquietud: «Sigo manteniendo la misma sensación de cuando empezaba. Quizás ahora todavía más, un 'remusguillo' dentro donde siempre está la responsabilidad» De ahí que una de sus tareas pendientes sea «sentarme en una butaca el día que vea por primera vez un trabajo mío y no estar incomodísimo y decir: 'Bueno, voy a ver un trabajo que he hecho' con la tranquilidad de que he hecho lo que he podido y con mi mayor ilusión. Alea iacta est ('La suerte está echada')».

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