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Luis y Carla trabajan muy duro toda la semana. Los conocí cuando me mudé a vivir a la playa. Luis y Carla trabajan mucho y muy duro toda la semana. No importa en qué. Hay quien trabaja duro y quien trabaja blando. Hay quien trabaja ... mucho y quien trabaja poco. Ellos mucho y duro. No tienen hijos, pero esperan tenerlos. No tienen casa en propiedad, pero esperan tenerla. A veces me los cruzo en la calle y los saludo. Llevan grandes bolsas de comida del supermercado y me saludan amables. Son amables y cordiales. En algunas playas incluso nos cruzamos entre baños. Nevera en mano. Se quieren. Se quieren mucho. Eso es algo que se nota. No hace falta hablar horas y horas con una pareja para saber si se aman o no se soportan. Todos podríamos juzgar a una pareja y acertar plenamente con su situación mirándolos apenas unos segundos por la calle. No es verdad eso de que nadie sabe cómo son las personas, ni cómo se comportan en pareja. Se comportan como todo el mundo y si los miras un rato sabes cómo son. Puedes saber incluso cómo hacen el amor. Qué series ven. A qué conciertos van. Si duermen o no duermen la siesta. Si se abrazan por la mañana o no se besan hasta que acaban el primer café. Somos normales, repetidos y mesurables. Bueno, eso me digo cuando los veo.
Los domingos que hace bueno, eso aquí es casi todos los domingos, Luis y Carla, tras haber trabajado muy duro, van a ver pájaros a la Laguna Rosada. La mejor época del año para visitarla es finales de verano, ahí la concentración salina, la calidez del ambiente y el reflejo del cielo hacen explotar el característico color rosado del agua. Sin ser su pasión ornitológica una pulsión realmente académica, les encanta sin más pasear al atardecer para llegar a ver cuantas más especies de aves mejor. Las apuntan en una libreta y, como auténticos 'birders', anotan horarios, zonas de avistamiento y número de ejemplares.
Un día yo venía de bucear en la Punta de la Glea y al llegar a casa ellos venían con sus grandes bolsas del Carrefour, y no contento con saludarlos, me ofrecí a ayudarlos. Sin darles tiempo a contestar agarré una de esas bolsas y subí con ellos las escaleras de su casa. Me dijeron gracias, gracias y me invitaron a una cerveza. Sin alcohol. Charlamos un rato y como soy curioso y bocazas le pregunté por unas libretas amontonadas con el número de los años escritos a rotulador en el lomo. Yo también tengo varias así, a modo de agenda, pero ellos me aclararon que eran las libretas que usaban para ir a ver pájaros. Y me invitaron a ir con ellos un día.
Bueno, me invitó Luis. Carla puso una cara un poco rara, pero estábamos en una situación nueva y sin saber cómo dije que sí.
Esa misma tarde, y tras pasear durante más de una hora por las riberas de la laguna, nos apostamos tras una gran piedra, sacamos unos prismáticos pequeñitos de gran alcance y comenzamos, por turnos, a mirar al cielo.
—Mira cariño –dijo Carla–, las hijas de la gran puta de las garzas, qué asco.
—Ya están aquí esas ratas, ufff –contestó Luis apuntando en la libreta la maldita hora, la cantidad de sucias garzas y la fecha del funesto avistamiento en su libreta.
Yo no entendía nada. Tras otros pocos minutos, esta vez fue Luis el que estableció contacto visual.
—Joder cómo odio esos flamencos, míralos, son casi veinte, ojalá pudiéramos dispararles desde aquí mismo, ¿verdad cariño? –dijo a Carla mientras me acercaba los prismáticos– ¿Quieres verlos Aarón?
Yo cogí los prismáticos. Miré en el cielo la dulce coreografía alada de las bellas aves rosadas bajo cielo vaporoso y delicado y dije: —Puaj, bichos infectos, qué ganas de vomitar, ojalá nos dejaran tranquilos.
Por no desentonar.
—¡¡Y ahora unos putos patos!! –gritó Carla señalando un montón de pequeños ánades en la lejanía.
—Sí, putos patos... —me sorprendí a mí mismo diciendo en voz baja mientras los buscaba en el horizonte a través de los prismáticos.
Aquí debía haber una metáfora sobre el odio, las redes sociales, juzgar los espectáculos, o echar bilis en lugares públicos. Debería haber una metáfora, pero solo hay asquerosas cigüeñas sobrevolando la Laguna Rosada.
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