«Generaciones de jóvenes han sido educados en la mentira»
César Antonio Molina, escritor y exministro de Cultura ·
El también periodista y gestor cultural participa mañana en el Palacio Almudí en las primeras Jornadas Futuro en Español en MurciaSecciones
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César Antonio Molina, escritor y exministro de Cultura ·
El también periodista y gestor cultural participa mañana en el Palacio Almudí en las primeras Jornadas Futuro en Español en Murcia'Calmas de enero' es el último poemario de César Antonio Molina (La Coruña, 1952), escritor, poeta y periodista, también gestor cultural y exministro de Cultura entre 2007 y 2009 bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En él desanda los pasos que ha empujado hacia el frente a lo largo de su vida, buscando, ahora, un refugio interior. Es, dice, una de sus obras más verdaderas, porque, recuerda, «como decía Séneca, uno nunca se libra de sí mismo». Molina es uno de los invitados, mañana, a las primeras Jornadas Futuro en Español que se celebran en Murcia, en el Palacio Almudí, y que impulsan Vocento y el Banco de Desarrollo de América Latina. Hablará de la importancia de la lengua, su potencial y la necesidad de unión entre las comunidades que comparten idioma entrevistado por el catedrático de la Universidad de Murcia (UMU) José María Pozuelo Yvancos.
-¿Por qué es fundamental estrechar lazos entre países hispanohablantes?
-Somos más de 500 millones de personas hablando español en el mundo, y eso nos da una gran facilidad para relacionarnos y conocernos, y para tener culturas y maneras de entendernos muy cercanas, que, además, también nos facilitan un mayor desarrollo económico. Somos veintitantos países los que hablamos el mismo idioma, y en Estados Unidos hay entre 60 y 70 millones de personas que también hablan español, lo cual nos acerca mucho a este gran país. Hemos visto lo importante que ha sido para los ingleses el desarrollo de su lengua, y creo que el español, llegará a superarlos.
-¿Es necesario reivindicar esta unión idiomática?
-Sí, además creo que nuestra lengua es muy coherente en todos los lugares donde se habla y eso también lo facilita todo. La labor que han hecho las academias, la española y las de todos los países hispanoamericanos, es muy importante para mantener la unidad del idioma y, a la vez, los particularismos de cada lugar.
-¿Por qué en un contexto de unión existen voces que abogan por la separación utilizando la lengua como un argumento de diferenciación?
-Las lenguas son creaciones culturales que están al servicio del ser humano, al servicio positivo y pacífico del ser humano, y jamás deben ser utilizadas como armas para combatir, perseguir, o distinguir a unos de otros. Eso es terrible. En nuestro país tenemos el español, además del gallego, el catalán y el euskera como lenguas cooficiales, y todas ellas tienen que convivir. La Constitución las ha reconocido y no hay motivos para tratar de separar un país que ha convivido 500 años, más, si nos remontamos a Roma. Quienes buscan esa separación son gente fanática, sectaria e irracional. Hay que pensar que los nacionalismos han sido el peor veneno de la Historia y han dado como resultado millones de muertos.
-¿La ambición está en el origen de todo conflicto?
-Puede ser uno de los motivos. Pero también hay una cuestión racista, de creerse mejor que los demás; y una cuestión fanática al pensar que solo mis ideas son las adecuadas y, por tanto, hay que imponerlas. Todo esto lleva a la violencia, y lo hemos visto en la Alemania nazi, la Italia fascista y el totalitarismo soviético.
-En Cataluña, el problema no es solo el hecho político, sino la brecha social abierta, ¿estamos ante una herida difícil de sanar?
-Llevará tiempo. Desde hace muchos años he defendido que el problema es fundamentalmente de educación y cultura. Se ha educado, generación tras generación, en unas ideas de la historia, de la nación, de la patria... que tienen poco que ver con la realidad; la imposición de una lengua sobre otra, el permanente aprendizaje de una realidad que no tiene nada que ver con la verdad... Generaciones de jóvenes han sido educados en la mentira, así de claro. Y como eso no se corrigió en su momento, los resultados están a la vista. En España, la democracia tenía que haber hecho el esfuerzo, y creo que aún estamos a tiempo de hacerlo, de explicar una historia del país en la que todos tengamos nuestro espacio. La situación social es complicada y quienes tenemos familia en Cataluña lo sabemos.
Con el otro lado del Atlántico
-¿Cómo ve la cultura en el momento que vivimos?
-La creación cultural siempre ha sido muy grande y muy importante en España. Y tenemos la ventaja de contar con el otro lado del Atlántico. Cuando aquí hay grandes escritores, los compartimos con la otra parte, y también sucede al contrario. Por lo que en un marco tan grande y creativo, la cultura siempre está viva. Lo que necesita son más ayudas, una ley de mecenazgo y un acuerdo público-privado. La educación es el pilar de la democracia, pero la cultura es un pilar de la democracia y la libertad de expresión otro. Cuando se controla la cultura, la educación y la libertad de expresión, como vemos también en Cataluña en algunos medios, la democracia se tambalea. Apoyar la cultura es fundamental para una democracia más sana, perdurable y una mayor felicidad, porque ya lo decía Platón, la política también debe de buscar la felicidad de los ciudadanos.
-En la Región, la Consejería de Cultura comparte espacio con Turismo y Medio Ambiente. ¿Es un error considerar la cultura como ocio?
-Bueno, es una parte buena de la cultura el poder viajar y ver nuevos lugares. Y puede tener esa parte y también la otra, que pasa por el saber y el conocimiento, que es fundamental. El turismo cultural bien hecho ayuda a la gente y ayuda a respetar los lugares y la naturaleza.
-¿Cuál ha sido su mayor aportación a la cultura?
-He dedicado toda mi vida a la educación, a la labor creativa y a la cultura. Mi contribución ha sido, sobre todo, enseñar. El saber hace más feliz a la gente y la hace más pacífica, ayuda a la convivencia, al respeto; la cultura es una creación del ser humano para convivir y dar una explicación a la vida y es lo que nos ha hecho evolucionar: la creación de la cultura es la creación del lenguaje, de la escritura, de los símbolos.
-¿En qué encuentra aliento?
-Acaba de salir mi último libro de poemas; y no he variado en mis ilusiones. Sobre todo deseo que haya convivencia, paz, que no haya conflictos, y que sepamos conservar las experiencias del pasado, a través de los grandes autores y artistas, para poder seguir explicando el mundo.
-Dice de 'Calmas de enero', su último poemario (Tusquets, 2017), que en él regresa a casa tras una vida entera. ¿Qué experimenta cuando hace ese viaje de vuelta?
-La vida es un viaje, un viaje del que hay que regresar, y ese regreso se hace con todo el saber y conocimiento que se ha ido adquiriendo. Si alguien piensa que ya hemos superado sentimientos, preocupaciones y estamos libres de todo, no está en lo cierto. Como decía Séneca, a donde quiera que uno vaya nunca se libra de ir consigo mismo, así que ese retorno se hace con las mismas preocupaciones, porque las grandes respuestas no se han obtenido. Lo que sí se obtiene es una paz muy grande. Mi libro es una poesía reflexiva, de pensamiento, y llena de imágenes. Es uno de los que más me gustan, y uno de los más verdaderos, si es que a la poesía se le puede pedir verdad.
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