Fin de fiesta a ritmo de rumba

LA VERDAD os lo ha acercado con artículos que han sido más circunspectos, más contenidos y menos bullangueros que otros años, exactamente igual que esta edición. El aire festivo del redondo cumpleaños del 2021 ha quedado atrás, pero el FICC siempre abre perspectivas y retos nuevos.

En la gala, la Carabela de Plata al mejor corto se la llevó a Reino Unido el extraordinario 'Too rough'. Premios teloneros a la última proyección de este año, 'Rumba la vie', que mantiene la tradición de finalizar con un poco de azúcar (Celia Cruz, ¡presente!). Se trata de una comedia sin trascendencia, que hace pasar un buen rato, acerca de un cincuentón que quiere recuperar a su hija apuntándose a sus clases de baile.

Antes, en la penúltima jornada, dos películas nos situaban en los extremos de las clases sociales (qué marxista me ha quedado eso). Por un lado, la colombiana 'Los reyes del mundo' (Laura Mora Orteaga) nos lleva al destruido entorno de una juventud perdida entre la delincuencia y la inconsciencia; por el otro, la sueca 'El triángulo de la tristeza' (Ruben Östlund), Premio Jurado Joven del FICC y Palma en Cannes, nos sitúa en un yate lleno de pijos, ricos y descerebrados que acaban en una especie de 'Señor de las moscas'. La primera, precisamente por su primitivismo, es más auténtica que la segunda, llena de tanta impostura formal como la que gastan sus protagonistas.

Es estimulante para cualquier cinéfilo dejar aparcadas por una semana las películas aseaditas, que no nos descomponen la conciencia ni nos desarreglan los prejuicios. Abandonar Marvel, el algoritmo de las plataformas, el último estreno familiar de Santiago Segura o los clásicos que hemos visto cien veces, nos sienta bien. El FICC nos sigue sacando de nuestra zona de confort cinematográfica, y eso es tan excitante como agradecible.