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El impacto de 'La noche de los muertos vivientes' en la historia del cine está fuera de toda duda. George A. Romero consiguió demostrarle al mundo que con cuatro perras podía rodarse un taquillazo internacional si había detrás un buen director con una idea lo bastante buena. Sin embargo, no es tan unánime el reconocimiento hacia su secuela, 'Zombi', a pesar de que su rendimiento comercial fue incluso mayor. Su estreno fue un terremoto y, como en todos los grandes fenómenos sísmicos, no tardaron en llegar las réplicas. Tras su estela surgió una auténtica oleada de películas de muertos vivientes dispuestas a demostrar, a su vez, que ni siquiera hacía falta tener una idea original cuando se podía imitar una fórmula de éxito con oficio, descaro y unos efectos de gore lo bastante asquerosos como para ocultar las carencias técnicas.
En el caso de 'Nueva York bajo el terror de los zombies' la sinvergonzonería de los productores llegó al punto de venderla bajo el título de 'Zombi 2' en algunos países, dando a entender equívocamente que se trataba de una secuela de la película de Romero. Tampoco es que el título español fuera demasiado acertado porque las escenas que transcurren en Nueva York se pueden contar con los dedos de una mano, pero eso es otra cuestión. Aunque una primera aproximación pueda sugerir que se trata de otro semiplagio italiano más, a la película de Lucio Fulci le bastan 60 segundos de metraje para dejar claro que va muy en serio.
Se abre el telón. Aparece en pantalla un primer plano del cañón de un revólver. Un cadáver amortajado trata de incorporarse lentamente de una camilla. Suenan unos tambores tribales. El arma dispara y un zoom le regala al espectador un plano detalle del agujero ensangrentado que ha dejado la bala en el bulto. La cámara vuelve al revólver, se abre el encuadre y se presenta al autor del disparo, apenas una silueta rodada a contraluz que no permite distinguir su rostro. «El bote puede partir ahora. Comuníqueselo a la tripulación», dice. A continuación aparecen los títulos de crédito sobre un fondo negro mientras suena una música de sintetizadores de una belleza hipnótica. Un minuto y el espectador ya está atrapado.
El impacto de 'Nueva York bajo el terror de los zombies' no ha mermado 46 años después de su estreno. Más bien al contrario, el paso del tiempo le ha otorgado un estatus de culto del que solo las películas más reverenciadas del género pueden presumir. El mérito de la retorcida imaginación del director Lucio Fulci es innegable, pero buena parte de su efectividad se debe a la contribución de Fabio Frizzi en la banda sonora. A la vista está que el dúo acabaría colaborando en una decena de películas, entre las que destacan 'El más allá', 'Siete notas en negro' y 'Miedo en la ciudad de los muertos vivientes', con excelente resultado.
A punto de cumplirse 30 años del fallecimiento del director, su colaborador le rindió homenaje en la Filmoteca Regional de Murcia, clausurando este sábado la XIV edición del festival Sombra con una interpretación en directo de la música que compuso para 'Nueva York bajo el terror de los zombies'. Antes de salir a escena, Fabio Frizzi charló con LA VERDAD sobre su carrera y el legado del cine de Lucio Fulci.
-Durante el concierto de esta noche se proyectará una versión de 'Nueva York bajo el terror de los zombies' denominada como 'montaje del compositor', ¿en qué se diferencia de la edición original?
-En Estados Unidos es habitual que un director haga montajes alternativos de sus películas, como 'Blade Runner', una película que adoro en todas sus versiones. El propósito del 'montaje del compositor', algo que empecé a hacer con 'El más allá', es reinterpretar la música, añadiendo un toque diferente, y con la posibilidad de tocarla en directo. Tuve la gran satisfacción de que cuando se hizo una primera proyección de esa versión estaba presente Antonella, la hija de Lucio Fulci, que me abrazó y me dijo que, aunque había visto la película mil veces, había sido como verla de nuevo por primera vez.
-Al hacer esa revisión de las partituras, ¿ha aprovechado para introducir nuevos arreglos?
-A finales de 2019 volví a Roma tras una gira muy larga por Estados Unidos y unos meses después me tuve que encerrar en casa por la pandemia de covid. 'Nueva York bajo el terror de los zombies' es una película donde no hay mucha música, así que decidí aprovechar ese tiempo para tratar de contar mejor esa historia a nivel musical. A diferencia de 'El más allá', de la que recibí una copia sin música y pude trabajar desde cero en el nuevo montaje sin ningún problema, en esta ocasión sí había música, así que tuve que añadir nuevas composiciones a la banda sonora que ya existía. Empecé a componer un primer tema sobre la escena de la magia negra, donde lo que suena es simplemente una percusión. Donde más brilla este proyecto es en las secciones de la película que no tenían música. Por ejemplo, reescribí por completo la famosa escena del ojo.
-'Nueva York bajo el terror de los zombies' revitalizó las películas de muertos vivientes con una serie de escenas muy imaginativas y chocantes, ¿tiene alguna parte preferida?
-Me quedo con la escena del final, con los zombies caminando por el puente de Brooklyn. Lucio Fulci, que tenía una personalidad bastante fuerte, rodó esa escena sin pedir permiso. En ella plasmó la fantasía de un niño que llega a Nueva York por primera vez. A finales de los 70 las distancias eran muchísimo mayores y resultaba mucho más impactante.
-Ha mencionado que Fulci tenía bastante carácter, ¿cómo era trabajar con él?
-Él amaba mucho a sus colaboradores y trabajaba siempre con la misma gente, como es mi caso. En cierto modo formábamos una gran familia. Pero el trabajo es el trabajo y él tenía muy claras sus ideas, y para él eso era lo más importante. Era muy rígido y muy estricto, pero yo creo que en realidad tenía una necesidad de afecto, de sentirse querido... También hay que valorar que gracias a esa manera tan peculiar de trabajar estamos aquí hoy.
-Ustedes colaboraron en bastantes películas, ¿hay alguna de la que se sienta especialmente orgulloso?
-Las películas son como los hijos, no puedes quedarte con uno. 'Nueva York bajo el terror de los zombies' fue mi primera película de terror y es muy importante. También lo es 'El más allá', porque como banda sonora es muy completa, con muchas orquestaciones. 'Manhattan Baby' es una de mis preferidas, sobre todo el tema de inspiración egipcia. Fue una película difícil porque Fulci estaba enfadado con la productora porque tenía muy poco dinero. De haber tenido diez veces más presupuesto habría sido una obra maestra. De ella me quedo con las escenas aéreas de las pirámides, que son magníficas, la de la niña con las joyas y los planos de los ojos. Fulci le daba mucha importancia a los ojos, al igual que Sergio Leone. Los ojos están presentes en toda su obra. En Italia son considerados el espejo del alma.
-Un aspecto interesante de la música en el cine de terror italiano de los 70 y 80 es su tendencia a acompañar escenas truculentas y perturbadoras con melodías muy bellas. Es algo que se aprecia en sus trabajos, pero también en los de otros compositores como Claudio Simonetti o Riz Ortolani.
-Lo normal sería hacer ruidos y una música que refleje el caos, pero soy italiano, soy un romántico y tengo el clasicismo muy presente. También creo que en ocasiones la música serena genera más ansiedad cuando está pasando algo irreparable. En cierto modo es como una manera de aferrarte a la vida.
-Otro denominador común en las bandas sonoras italianas de la época es la tendencia a incorporar elementos de rock progresivo, jazz y música electrónica, a diferencia de las grandes orquestaciones de Hollywood. ¿Se debe a la necesidad de ajustarse a presupuestos más limitados?
-Se debe a una serie de circunstancias concatenadas. Por ejemplo, trabajé para una película de Lamberto Bava que prácticamente no tenía ningún presupuesto y tuve que hacer la banda sonora en casa con unos sintetizadores. Sin embargo, esa misma música tocada con mi banda suena maravillosa y nos encanta. No se pueden comparar las composiciones que hacíamos allí con las que se grababan en Estados Unidos con muchísimo más dinero. Pero nosotros pertenecíamos a una generación diferente, mucho más inocente, que escuchaba a los Beatles y a los Rolling Stones, que hacían música más instintiva. Desarrollábamos muchas ideas y de ahí surgían las composiciones. Cuando llegó a Italia la música 'prog' de Emerson, Lake & Palmer o Peter Gabriel nos fascinó. Personalmente, mis referencias más grandes son Bach, en cuanto a música clásica, además del pop y el rock.
-Usted ha compuesto música para películas de diversos géneros, como westerns o comedias, pero se le conocer principalmente por el terror, ¿por qué cree que sus trabajos para ese género han resonado tanto entre el público?
-Cuando yo trabajaba con Lucio Fulci estaban todos estos grandes directores como Fellini, Bellocchio o Pasolini, grandísimos autores, enormes. Pero cuando sales de Italia te das cuenta de que, aunque son muy amados, a su lado la fuerza que tiene el nombre de Lucio Fulci es devastadora. En cierto modo, el cine de género se ha vengado del cine de autor. Es un fenómeno que levanta pasiones. Estoy acabando esta gira y en breve voy a empezar otra nueva por Estados Unidos, y la gente cuando me ve me abraza y me da las gracias.
-Entre los aficionados al cine de terror, Lucio Fulci está reverenciado prácticamente como una figura divina. ¿Por qué cree que su cine ha conseguido convertirse en material de culto?
-Cuando conocí a Francesca, mi mujer, hace 30 años, se solía quedar dormida cuando veíamos películas. Pero una vez, viendo una de Fulci, ella me preguntó qué estábamos viendo porque le parecía algo diferente. Creo que se debe a que él era una persona muy, muy culta. Sabía mucho de música y sin embargo siempre me dejó trabajar tranquilo. Estudió Medicina, tenía amigos que eran músicos de jazz y pop, hizo una película con Adriano Celentano -conocido como el Elvis Presley italiano-… A nivel cultural nadie podía ganarle. En este mundo materialista a menudo se piensa que la cultura es inútil, pero es fundamental para la comunicación. Lo verdaderamente legendario de Fulci era estar con él. Era un tipo irónico y muy profundo, fascinante y también algo complicado. Pero en el fondo era una persona normal. Le gustaba fumar en pipa y cuando se la guardaba se quemaba la camisa. Era divertido.
-En los últimos años se observa entre los compositores de bandas sonoras una tendencia a darle mayor peso a las texturas sonoras, en detrimento de los temas principales memorables y reconocibles. ¿Echa de menos salir del cine silbando la melodía de 'Superman' o 'Indiana Jones'?
-Conocí muy bien a una persona que no era especialmente simpática pero sí fue muy grande. Su nombre era Ennio Morricone. Él decía que la música es un memorándum. Cuando sales del cine tarareando una melodía que regresa a tu cabeza cuando te levantas por la mañana o cuando estás desayunando, es como volver a ver esa escena. Puede sonar muy romántico, pero no es ninguna tontería. Él siempre intentaba sacar en sus composiciones un tema que pueda ser memorable. Incluso Bernard Herrmann, que era un compositor muy hermético, tenía también ese toque. Las texturas electrónicas son interesantes, son una nueva forma de trabajar y yo también las uso, pero tiene que estar presente en la composición alguna idea que sea tuya. Son un poco como esos 'reels' de diez segundos. Son efectivas, pero también son una gran limitación y algo castradoras. Del mismo modo que sabemos que la alimentación consciente es más sana que la comida rápida, la música bien desarrollada es mejor que la música hecha rápidamente.
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