![Emilio Gutiérrez Caba: «Reflexionar se considera algo tan poco práctico que, prácticamente, ya no se hace»](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/201803/16/media/cortadas/caba-kgKD-U5012853236519mG-624x385@La%20Verdad.jpg)
![Emilio Gutiérrez Caba: «Reflexionar se considera algo tan poco práctico que, prácticamente, ya no se hace»](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/201803/16/media/cortadas/caba-kgKD-U5012853236519mG-624x385@La%20Verdad.jpg)
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ANTONIO ARCO
MURCIA
Viernes, 16 de marzo 2018, 23:11
A Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) le gusta más «la vida que el arte. Antes que el cine, que el teatro y que la televisión, antes que nada están las personas, cómo viven y lo que sienten. Conocerlas es lo que más me interesa». El veterano gran actor representará este sábado, en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena, la obra 'Después del ensayo', de Ingmar Bergman, en la que comparte escenario con Chusa Barbero y Rocío Peláez. Un montaje que habla del teatro y de la vida, de enseñanzas, amores y dolores, triunfos y guerras perdidas, de expiación y de las brumas que acompañan al paso del tiempo.
Obra 'Después del ensayo', de Ingmar Bergman.
Dónde Nuevo Teatro Circo de Cartagena.
Cuándo Sábado 17 de marzo, a las 21.30 horas. Entradas: 24 y 20 €
-Parece que pronto se verán las caras Donald Trump y Kim Jong-un. De fondo, la amenaza nuclear. Parece todo de película pero es real.
-Es una película de humor negro. Están pasando muchas cosas que son una barbaridad, pero desgraciadamente es lo que hay y qué le vamos a hacer.
-¿Qué piensa a estas alturas?
-Que cualquier cosa es posible, de eso no cabe la menor duda. Por ejemplo, ¿quién se esperaba que tendríamos que enfrentarnos al peligro de unos individuos radicales que se hacen explotar en mitad de un mercado, individuos a quienes no les importa en absoluto morir matando? Cuando yo era niño, los peligrosos eran los rusos, que eran todos muy malos; de los comunistas decían que nos iban a matar a todos. Creo que, desde hace muchos años ya, estamos en manos de una panda de insensatos que son los que tienen el poder.
-¿Y entonces?
-Pues no lo sé. Enfrentarse al poder es muy complicado, porque digámoslo más claro para que se entienda mejor: el mundo está en manos de los malvados, y para enfrentarte a ellos tienes que jugarte la vida. Y hoy, la verdad, no parece que haya mucha gente dispuesta a jugarse la vida por nada, y menos por los malvados, ¿no cree?
-Ya le digo. ¿Y cómo se defiende usted de los malvados?
-Malamente. He procurado siempre apartarme de ellos con una relativa elegancia y no frecuentarlos. Por suerte, aunque también uno se lo busca, mi círculo de amistades y de conocidos es bastante pacífico y razonable.
-Ya sabe eso de que la liebre salta donde menos se lo espera uno.
-Lo he comprobado: en cualquier momento te encuentras con que alguien que parecía ser una excelentísima persona, ha resultado ser un auténtico canalla.
-¿Qué está hoy de capa caída?
-Reflexionar, algo que, por otra parte, es muy necesario y conveniente. Pero hoy, esto de reflexionar se considera algo tan poco práctico que, prácticamente, ya no se hace. Desde luego, influye en ello la velocidad con la que vivimos. Tampoco creo yo que cada uno de los ciudadanos tengamos la posibilidad de cambiar el mundo; si acaso, algo podremos cambiar nuestro propio mundo más cercano.
-¿Usted qué procura?
-Relativizar las cosas. Lo único que he podido sacar en limpio de esto [de vivir] es que la vida hay que vivirla cada día de una manera lo más grata posible, si se puede; el problema, se lo reconozco, es que no todos los días se puede vivir gratamente. Incluso por mucho que se empeñe uno en ello.
-¿Qué le resulta tranquilizador?
-Que viendo la lluvia que afortunadamente ha caído, al menos tendremos agua para los próximos meses; eso me tranquiliza.
-¿A veces qué se dice?
-Pues, según el día que tenga, a veces, pensando en todos esos amigos y amigas y gente querida que ya se han marchado, dejando huecos bastante irremplazables, me digo: «Vaya panorama que tenemos, y encima sin vosotros».
-Dígame algo que sea inaceptable.
-Abusar de tu posición dominante.
-¿Cómo estamos últimamente?
-Me da la impresión de que estamos demasiado exigentes con los demás y muy poco con nosotros mismos. Abusamos demasiado de la intolerancia y del insulto.
-¿A qué tenemos perfecto derecho?
-A creer cada uno lo que quiera. Yo procuro respetar a los demás y no saltarme las reglas.
-He leído que esta podría ser su última gira teatral.
-No lo sé. Uno tiene que ir planteándose ya las giras como una despedida, porque ya he cumplido un tiempo sobre la tierra y en cualquier momento tendré que decir adiós. Estoy ya en el momento de descuento, mi tiempo de juego ya ha terminado en parte. A mi edad me remito.
-¿Qué le ilusiona?
-Voy a dirigir una obra de teatro, 'La cueva de Salamanca', de Ruiz de Alarcón, que se estrenará en el marco del VIII centenario de la Universidad de Salamanca; la haremos también en Madrid, Almagro, Cáceres... Trabajo con un grupo de actores jóvenes, todos muy brillantes, y estoy muy contento con ellos.
-¿Importante qué es?
-No estar marginado. La sociedad margina a mucha gente por el solo hecho de que ya tengan una edad, y eso es injusto. Hay personas que tiene que estar marginadas desde los quince años, porque no sirven para nada, y otras que tendrían que estar hasta el último suspiro trabajando, o haciendo cosas, porque sus aportaciones son muy útiles a la sociedad.
-¿De qué no hay que olvidarse?
-De aprender de los errores. Me resulta curioso, por ejemplo, ver a los futbolistas, cuando les han metido cinco goles en un partido y han hecho el ridículo más espantoso, decir eso de «bueno, en lo que hay que pensar es en el partido del domingo que viene y punto». Pues mire usted, no. Hay que reflexionar sobre lo que ha pasado, analizarlo, responsabilizarse de ello y aprovecharlo para ir teniendo perspectiva sobre las cosas.
-¿Un placer que se permita?
-Hay un momento que para mí, ahora, es magnífico, muy placentero: el momento en el que, concluido un día de trabajo, termino de ver una película, bostezo relajadamente y me voy a la cama, que me está esperando. Hace muchos años, cuando yo tenía veinte, no podía vivir momentos así porque entonces estaba siempre ansioso por salir por ahí con las feromonas disparadas. Y eso, afortunadamente, se ha templado. [Risas.]
-¿Qué tiene más o menos claro?
-Sé que las cosas negras no son blancas, ni al contrario. Por ejemplo, ¿cómo no aceptar que es la propia sociedad española la que ha generado a su clase política? No le podemos echar al Diablo la culpa de nuestros problemas.
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