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«En toda mujer hay fuerzas poderosas pendientes por descubrir». Esta frase, bajo la imagen picassiana de 'Dos mujeres corriendo en la playa', reza en ... la portada de 'Mujeres que corren con los lobos', obra de la escritora y doctora analista estadunidense Clarissa Pinkola Estés. El universo femenino, profundo y desconocido, condenado a desaparecer ante la exigente prioridad impuesta por la sociedad que la obliga a renunciar a su potencial, es el argumento en el que a través de cuentos y relatos cada mujer puede encontrar la forma de volver a ser ella misma. Aunque no basado en esta obra, en la cual el lenguaje literario define el movimiento, correr, saltar, huir, para abordar el alma femenina, el espectáculo 'Sustratos de un baile' tiene la intención de visualizarla a través de la danza contemporánea performativa en un reto hasta ahora impensable en nuestros escenarios más cercanos. Isabel Lavella, bailarina, coreógrafa y docente, reúne junto a ella a nueve mujeres, la mayoría con una trayectoria de más de cuatro décadas en el mundo de la danza, bailarinas, maestras, músicas, para que expresen sus propios miedos, secretos, emociones. Un plantel de diez mujeres creativas, talentosas y profundas, se nos presentan una a una, miradas bajo un foco: es el inicio. Encarna Rubio, Sonia Cayuela, Tania Herrero, María Dolores Marín, Cristina Groetsch, Maite Piqueras, Laura Jiménez, Enriqueta Miñano, Margarita Amante e Isabel Lavella, que nos anuncia cómo la coreografía va a ir desnudando el alma al igual que una cebolla, capa a capa. La mujer barro o la mujer piedra, desnudas, serenas, alteradas, rostros expresivos a tope. El vestuario y complementos forman parte de cada fragmento. En el proceso performativo las puertas esconden, arrastran su peso sobre ruedas, abren y cierran ventanas. El toque es la llamada a la profunda psique femenina. Las llaves abren esas puertas cerradas. Pero hay que saber encontrarlas. El enlace entre cada historia se desliza de forma aparentemente improvisada. No sabes quién va a aparecer y cómo va a expresar su vida creativa, perdida por la dedicación a los demás como obligación impuesta y haciendo que se olvide el deseo propio. La dirección coreográfica otorga acertadamente libertad a cada una para que sean ellas mismas que recuerden quiénes son y qué se proponen. Toque contemporáneo, danza española, música, todo sirve. Cada movimiento está perfectamente adaptado a las posibilidades personales. No es nada fácil atreverse a salir a escena después de años de estar entre bambalinas o como docentes. El resultado es un ejemplar ejercicio mental y físico de diez mujeres valientes.

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laverdad Diez mujeres valientes