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'ORIGEN' ANA MARTÍNEZ
Diario de escritura (LXVI)

Diario de escritura (LXVI)

TIEMPO POR VENIR ·

Domingo, 18 de octubre 2020, 08:47

Lunes 5 de octubre

Por la mañana, sesión fotográfica en Molina. Al volver, escribes una carta de recomendación en inglés. Se te va medio día en la traducción.

Por la tarde, primera sesión del taller del Club Renacimiento. Se hace largo con la mascarilla. Llegas reventado. Comenzáis a ver 'Oz', una de las primeras grandes series que produjo HBO. Demasiado lisérgica para tu gusto, aunque le vais a dar una oportunidad.

Hoy hace un año que os mudasteis a la nueva la casa. Es una de las mejores decisiones que habéis tomado en vuestra vida. No podéis estar más a gusto. En el piso, en el barrio y en la ciudad.

Ha sido un año tremendamente extraño. La casa es más que una casa. Es también una vida nueva por vivir. Con el confinamiento, le habéis hecho bien el rodaje. Y parece que funciona.

Martes 6 de octubre

Clase por la mañana. Son dos horas, pero tienes que acabar bastante antes. No solo es la incomodidad de la mascarilla, sino especialmente la tensión de atender a la vez a los que están en el aula y a los que están en casa, mirando siempre de reojo la cámara y el chat, como si estuvieses dando dos clases a la vez, como si dentro de ti algo se dividiese y tuvieras que poner dos programas a funcionar. Acaba siendo agotador.

Después de la clase, tutoría rápida sobre posibles TFG.

Por la tarde, clase online del Club Renacimiento. Al terminar, grabas un vídeo para la asociación AMIGA. Este año no habrá gala. Lo haces con gusto, pero se te nota el cansancio en el rostro. Demasiadas pantallas al día.

Acabas sin fuerzas y no puedes ni mirar la televisión. Terminas la lectura de 'La piel fría'. No sabes qué le vieron los lectores en su momento. Es un ejemplo de cómo administrar mal la tensión narrativa.

Miércoles 7 de octubre

En el Campus de Espinardo lees un fragmento de 'Intento de escapada' en un acto para la concienciación de las desigualdades. Los inmigrantes de la gasolinera del Barrio del Carmen, que siguen siendo invisibles a la vista de todos. Y continúan allí, varados en el pasado. Escribiste tu novela en 2012. Y parece que nada ha cambiado. Esa escena –y esa realidad terrible– permanece fijada en el tiempo.

Terminas la lectura y, sin poder siquiera saludar, sales corriendo para la clase del Campus de la Merced. Llegas tres minutos tarde. Tienes que abrir la sesión, activar el Zoom, la cámara, el proyector, el micrófono, el Power Point... Se te van más de diez minutos que son diez minutos de tensión. Comienzas la clase cansado y notas las gotas de sudor recorriendo tu barba bajo la mascarilla.

Después, tras dos tutorías, tomas una cerveza con Isabel. Lo necesitas. Coméis con Lorena y Marta. No dejáis nada en los platos.

Por la tarde, presentación virtual del Máster de Patrimonio. No te gusta el modo en que los profesores tenéis que ofrecer y glosar vuestras líneas de investigación para que los estudiantes os 'elijan'. Parece un pase de modelos. Profesores, alumnos y viceversa.

En el despacho hace calor. De nuevo, las gotas de sudor. Ahora las notas caer por la espalda.

Sales acalorado y llegas justo a tiempo para la entrega del Premio al Libro Murciano de 2019 a 'Los lagos de Norteamérica', el poemario de José Daniel Espejo. Estuviste en el jurado y desde el principio lo tuviste bastante claro. Es un libro excepcional, uno de esos que se clavan en el alma y permanecen allí para siempre.

Regresas a casa cansado y veis la adaptación de 'La piel fría'. Confiabas en que la película supiera arreglar los fallos de la novela. Pero la película es aún peor y no tiene ni pies ni cabeza.

Jueves 8 de octubre

Te levantas torpe esta mañana. A veces te ocurre. Días en los que tropiezas con todo. Tiras el café, se te caen las tostadas, abres el grifo más de la cuenta y una cuchara lo llena todo de agua... Es uno de esos días.

Se falla del Nobel de Literatura. Louise Glück. No has leído nada de la poeta norteamericana. Siempre apuestas por DeLillo y siempre pierdes. Hay tantos y tantos escritores excepcionales...

Por la tarde, taller de escritura en el Club Renacimiento.

Llegas cansado a casa, sin apenas fuerzas para hablar. Antes de acostarte, escribes el diario.

Viernes 9 de octubre

Por la mañana recibes los ejemplares de 'El don de la siesta'. Eso convierte la jornada inmediatamente en un día festivo. En menos de un mes has tenido dos veces esa sensación feliz de recibir los libros recién salidos del horno. Hoy llega una caja pequeñita, porque los libros son también pequeñitos. Sacas un ejemplar y te sientas un momento en el sillón a hojearlo. Ha quedado especialmente bonito. Todos los detalles están cuidados. Te hace una ilusión especial. Es un divertimento, una siesta de escritura, pero al mismo tiempo sirve como memoria de tu alejamiento del pasado. Es un libro que cierra algo. Una etapa de tu vida, una transición, y también abre el camino a tu próxima novela. A pesar de su aparente simplicidad, ocupa un lugar central en todo lo que has escrito.

Con el librito en la mochila como si fuera una especie de juguete, vas a la reunión con Yayo y Leo. Pronto pondréis en marcha el concurso de relatos Generación Estrella. Se unen Alberto y Paloma. Les regalas un ejemplar. Otro también a Belén.

El vermú de Luis de Rosario hace estragos. Hoy las calles son bellas. Estás feliz y tus ojos ven el mundo de modo diferente. A pesar del gran desmoronamiento.

Por supuesto, te quedas hasta el final. Aunque no hayas dormido la siesta. Aunque los abrazos se queden a medio camino. Aunque al día siguiente no sepas cómo te vas a levantar.

Sábado 10 de octubre

La resaca del vermú es enorme. En Ithaca, un amigo escritor te explicó una teoría para superar la resaca que, desde entonces, intentas aplicar. Reequilibrar los fluidos del cuerpo. Hacer de vientre, vomitar si es posible, y también, si es posible, eyacular. No tiene ninguna base científica, y tal vez tampoco sentido alguno, pero no te quedas tranquilo hasta que lo haces. Al menos dos de las tres. Hoy no vomitas.

Por la tarde, tras la siesta, meriendas en el balcón y lees 'La guerra de los pobres', el librito de Éric Vuillard. Una reconstrucción literaria de las revueltas de los campesinos alentados por las ideas de Thomas Münzer. Es una pequeña joya. Tan breve, que te demoras en las palabras. Es lo que necesitabas esta tarde. Una lectura reposada.

Veis acabar 'The Boys'. Al final, te ha gustado. Aún es temprano, y ponéis 'O que arde'. Os interesa menos. Las imágenes son poéticas e hipnóticas, pero habría funcionado muchísimo mejor como un documental. Tienes la sensación de que como película se queda a medio camino de lo que pretende contar.

Domingo 11 de octubre

El sueño es reparador y te levantas con ganas de hacer cosas. Lees varios cuentos para un premio del que eres jurado. Continúas la escritura del texto sobre los dibujos de Javier Pérez y comienzas a preparar la conferencia inaugural del congreso sobre Literatura y Arte que se celebra el próximo miércoles en Madrid. La tenías esbozada, pero ahora te das cuenta de que se te ha echado el tiempo encima y te habría gustado profundizar en algunas cuestiones.

Conforme avanza el día, se va apagando la energía. A finales de la tarde solo te apetece quedarte quieto en el sofá y perder el tiempo en internet. La cabeza no te da ni para leer. El cuerpo pide descanso.

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