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Lunes 29 de abril
Te levantas a las siete de la mañana para ver el capítulo de 'Juego de Tronos'. Has vuelto a soñar que los muertos te persiguen y acaban dándote caza. Parece que hubieses prefigurado la gran batalla contra los caminantes blancos y el Rey de la Noche. Una hora y cuarto de acción ininterrumpida. Acción y penumbra. Porque todo está tan oscuro que apenas puedes ver nada. Durante varios momentos, la ansiedad te puede. Se mezclan las imágenes y los temores de las pesadillas de la noche anterior con lo que ves en la pantalla. Acabas sobresaltado y eufórico.
Pasas la mañana contestando e-mails y el resto del día lo dedicas al montaje de la exposición de Mieke Bal en el Centro Párraga. Pantallas y fotografías. La planificasteis este verano en Ámsterdam. Y al final ha acabado llegando. Mieke está contenta.
Por la noche, cena en La Parranda con Mieke, Mathieu, Sergio y Patricia. Mieke cambia del francés al inglés y al español como si nada. Es de otro planeta. Incansable. Una de las personas más inteligentes y generosas que has conocido jamás. Una amiga verdadera.
Martes 30 de abril
Termináis de montar por la mañana. Entras en la tertulia de la radio por teléfono. Hablas sobre los resultados electorales mientras de reojo miras cómo colocan los vinilos y las últimas fotografías. Por la tarde, conferencia de Mieke. En español. La exposición como medio en sí mismo. El comisariado como producción de conocimiento. Y la noción constante de umbral, de espacio de contacto. En el fondo, de eso va toda su obra, del viaje entre lugares, conceptos y disciplinas, de la contaminación productiva, del 'entre'.
Después de la conferencia, se proyecta su película, 'Reasonable Doubt', sobre la relación entre Descartes y la reina Cristina de Suecia. Una ficción teórica llena de ideas e imágenes potentes. Apuntas algunas en un cuaderno: «Me pregunto si el amor puede existir en tiempo futuro», «El amor es tratar de alcanzar a alguien que retrocede cada vez más», «Es necesario imaginar, soñar con lo que puede llegar a ser, y crear, crear, crear. Y venerar la generosidad. La generosidad, eso es lo importante».
Terminas casi sin fuerzas después de un día intenso y llegas con el tiempo justo al cumpleaños de Marta. También allí hablan del capítulo de 'Juego de Tronos' y de la resaca electoral. Y también allí hay generosidad, amor y amistad.
Miércoles 1 de mayo
Te levantas a las siete para escribir la primera entrega de 'Tiempo por venir'. Tienes que volver a coger el tono. La segunda persona. La frase corta. El ritmo martilleante. Al final de la mañana, el tono por fin regresa. Y justo en ese momento tienes que salir a encontrarte de nuevo con Mieke. Se ha reunido con Isabel para planificar el rodaje de su nuevo proyecto de vídeo y busca localizaciones en Murcia. La convencéis para que se eche una siesta mientras comes con Raquel, Leo, Cristina y José Manuel. Después, la lleváis a la huerta y al paisaje lunar de la Cresta del Gallo. Mathieu sube a la cresta, pierde el equilibrio y está a punto de caer al vacío. El susto no se te va en varias horas.
Llegas a casa reventado del día. Intentas escribir, pero no te salen las palabras. Intentas ver la tele, pero no te enteras de nada. Intentas leer, pero se te cierran los ojos. Dormir también es una opción.
Jueves 2 de mayo
Temprano, rueda de prensa y visita a la exposición. Después, clase en Filosofía. Hablas de Andy Warhol y su posición cínica, sobre lo difícil que es posicionarse ante su trabajo y el modo en que critica y, a la vez, glorifica la cultura de masas. También muestras escenas de su cine. 'Empire' y 'Blow Job'. El aburrimiento y el fuera de campo. Este es el Warhol que más te interesa, el que pone en jaque los modelos de representación del cine comercial.
Sin tiempo apenas de respirar, llegas al Luis de Rosario. Quieres que Mieke y Mathieu prueben el vermut granizado. El camarero se sienta con vosotros. Le dices que sale en el diario. Llega María Ángeles. Después los llevas a comer pasteles de carne. Están fascinados. Contentos por la exposición.
Te quedas con Sergio tomando un gin-tonic en una terraza. Es demasiado tarde para volver. Llegáis contentos a la inauguración. Al final, todo ha salido bien. Y es momento de celebrar. Dejas a Mieke en el hotel y, después de la semana sin parar, tienes dos opciones: caerte o continuar. Decides que la noche acaba de empezar.
Viernes 3 de mayo
Por la mañana, llevas a los alumnos a visitar la exposición del Párraga y, aunque la explicas casi sin voz y con dolor de cabeza, te sientes cómodo y a gusto. Al menos hasta que ves que alguien ha puesto un monopatín sobre los monitores. Es la primera vez que visitan una exposición de arte contemporáneo y están fuera de lugar. Luego ves las miradas fascinadas de otros estudiantes y eso te reconforta. «Profesor, he tenido un Stendhal con los vídeos», te dice una chica. Te quedas con ellos a tomar una cerveza y ejerces por un momento de profesor enrollado.
Después de comer, siesta monumental. Hablas poco de siestas aquí, pero es, sin duda, el mejor momento del día. Sientes que renaces. Pocos placeres como el de frenar el tiempo a mitad del día y volver al mundo con fuerzas. A veces incluso tienes que desayunar para salir del letargo.
Por la tarde, al Warm Up. Disfrutas sobre todo con The Jesus and Mary Chain. Te calas y pasas frío. Estás cansado, pero aun así continúas. Acompañas a Raquel al coche y vuelves. Un festival de música al lado de tu casa. Tienes que aprovecharlo hasta el fin.
Sábado 4 de mayo
Día intenso. Conciertos por la mañana en la plaza del Romea. Aperitivo con Marta, Paula y Lola. Siesta grande. Y, luego, de nuevo al Warm Up. En el concierto de Vetusta Morla sientes que flotas. Acompañas a Marta a casa y vuelves. Te encuentras con Belén y Ana y continúas hasta el final. Ya que estás, quieres cerrar y que te echen con la cuerda. Solo has bebido sidra. Estás cansado, pero lúcido. Miras a tu alrededor; todo es susceptible de entrar en tu diario. Es lo que piensas cuando regresas andando a casa, casi a cámara lenta, saboreando los momentos y el último vaso de sidra. Todo es vida. Y también literatura. Los bailes y las risas, los besos y los abrazos, la música y la felicidad.
Domingo 5 de mayo
Extrañamente, te levantas sin resaca. La sidra te ha salvado la vida. Por la tarde, visitas a la Julia. Es lo más parecido a una madre que te queda.
Antes de dormir, anotas en un cuaderno: «Otra semana en blanco». Te refieres a la novela, que sigue fuera de campo. Aún no ha llegado el momento de sentarte. Pero el hecho de escribir que no escribes es también un modo de escribir. Tal vez ese sea el sentido último de este diario. Escribir mientras llega la escritura.
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