Vuelven los Transformers para salvar el mundo

En un junio de clima británico velamos armas antes de lanzarnos a por las vacaciones (elecciones mediante). Por eso nos da igual 'La guerra de los Rose' (1989) de Podemos, la 'Tensión sexual no resuelta' (2010) de Vox y PP, y hasta 'El final de la escapada' (1960) del PSOE. Nosotros vamos al cine.

Si alguien no estaba ya mosqueado con ChatGPT, que es la nueva distracción de los conspiranoicos, llega una nueva entrega de la saga en que los robots luchan por destruir el mundo. Por suerte hay algunos robots buenos que están del lado humano (a veces dudo que sea el mío). Efectivamente se trata de Transformers, esos versátiles juguetes que se convierten de coche a robot de combate, y que fueron elevados a los altares cinematográficos con bastante éxito.

'Transformers: el despertar de las bestias' viaja hasta hace treinta años, así que la lucha que vemos es analógica. Los personajes planos, los FX espectaculares y una historia más simple que un folio partido en dos da como resultado una aventura que regurgita 'Fast & Furious', 'Jurassic Park' e 'Independence day' y la escupe al espectador.

Paul Schrader es un director muy personal, con una manera de narrar pausada como un cisne nadando en un lago, pero afilada como un cuchillo para degollarlo. La presentación de 'El maestro jardinero' en el FICC fue recibida con satisfacción, no sólo por la historia del hombre de oscuro pasado buscando la paz y la redención cuidando el jardín de una poderosa señora, sino porque teníamos la posibilidad de ver otra vez en pantalla a la enorme, elegante e inconmensurable Sigourney Weaver.

Joel Edgerton es el jardinero que debe enfrentar su presente usando su pasado al hacerse cargo de la sobrina de su jefa. Creo recordar que lo más flojito eran los flash back de la vida de este hombre, que interrumpían la narración sin aportar mucho. Por lo demás, una película más que correcta, aunque no sea para todos los paladares.

En el tema gay la tolerancia ya es un hecho, ahora falta la normalización. Por eso, por mala o buena que sea, se agradecen películas dentro del esquema clásico hetero con protagonistas masculinos. Eso es 'Quédate a mi lado', un dramón de amor con dosis de comedia, donde dos chicos opuestos se enamoran perdidamente, se enfrentan a lo que siempre les toca enfrentarse aún, y además a un cáncer. ¿Es algo más que un 'Love story' (1970) gay? Eso lo tendrán que responder los espectadores que aconsejo lleven pañuelos para secarse las lágrimas, porque el filme cumple todos y cada uno de los estereotipos del género. Basada en una novela superventas, el gancho es la presencia del Big Bang Jim Parsons. Y sale la maravillosa Sally Field.

Hay personas que saben envejecer con dignidad en Hollywood, como Jane Fonda, y luego esta Robert De Niro. Se empeña innecesariamente en hacer bodrios sin gracia ni inteligencia como 'Todo sobre mi padre', título tan desafortunado como el resto de la película. Un chico italoamericano va a emparentar con una familia pija, blanca y protestante, y no tiene más remedio que dar a conocer a su racial italiano padre, papel que interpreta De Niro. A los creadores de esta película habría que venderlos como voluntarios al grupo Wagner.

Damos un evidente salto de calidad con un bélico francés, 'Padre y soldado'. Es un vistazo a la participación de las tropas coloniales africanas en la cruenta Primera Guerra Mundial, una historia muchas veces no sólo oculta, sino silenciada. Lo hace a través de las historia de un padre que acompaña a su hijo cuando es reclutado forzosamente, como si fuera el padre de 'La vida es bella' (1997). Omar Sy es el dueño y señor de todo el metraje. Una película cruda pero muy interesante.

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