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Es muy pedante empezar a hablar de una película como 'Últimas voluntades' citando el Éxodo. Pero es que toda la película asume una sentencia de ... ese libro de la Biblia, aquella que dice que los pecados de los padres caerán sobre sus hijos hasta la tercera generación (también podría citar a Tarkovski, pero entonces me dejaría de leer hasta yo).
Increíblemente, y creo que inconscientemente, todo en la película tiene aíre religioso, místico, y no lo digo por el cura amigo del protagonista. Lo digo por los ecos de castigo y crimen, por la presencia de la necesaria penitencia tras el arrepentimiento, por el émulo de Job que es el centro de la historia, y su paciencia ante las desgracias que se acumulan con más persistencia que las botellas tras un botellón.
Título 'Ultimas voluntades' (Región de Murcia, 2023).
Director. Joaquín Carmona Hidalgo.
Intérpretes. Fernando Tejero, Óscar Casas, Carlos Santos, Nerea Camacho, Salvador Serrano, Adriana Ozores.
Guion original. Salvador Serrano.
Canción original. Viva Suecia.
Dirección de producción. Alejandro Rius.
Calificación. Notable (7).
Un hombre con fecha de caducidad sale de la cárcel con el único propósito de reencontrarse con su hijo, un veinteañero poligonero (que no vocaliza, mal extendido entre los humanos que huelen a nuevo). Pero para conseguirlo las cosas se van complicando cada vez más, como el enrevesado argumento de una película de Almodóvar, hasta un punto en que el espectador ya no sabe dónde empieza un problema y termina otro.
Busca la redención entre sofás con cabezales de ganchillo y enciclopedia Monitor en las estanterías, entre viviendas baratas sin ascensor ni videoportero, entre bandas callejeras salidas de una cárcel de Bukele, entre bares de fritanga y carajillo barato, y entre malos sin matices dictando las reglas del juego. Así es imposible la manumisión del determinismo social.
En realidad presenciamos el desfile de vidas abocadas al vertedero, ya depositadas en el camión de la basura desde su nacimiento. Con razón el titulo inicial era 'Escoria'.
Estamos ante una película de actores, son ellos los que sostienen un guion que no termina de fluir con naturalidad. Fernando Tejero hace un papel entre el Coronado de la serie 'Entrevías' y un Luis Zahera de Primark. Se agradece verle en un papel dramático cambiando de registro, lo hace bien, aunque quizás deba saber que limitarse a fruncir el ceño no vale un Goya.
Óscar Casas, mientras no abre la boca, hace muy bien de lumpen de gimnasio dopado con 'Fast & Furious' y cuya única neurona la tiene instalada debajo del ecuador. La que encarna a su novia, Nerea Camacho, sorprende con una excelente interpretación, cosa que también encontramos en Carlos Santos con un papel que defiende bien a pesar de no permitir mucho lucimiento. Y la mejor, pese a su rol casi de cameo, es mi debilidad, Adriana Ozores, que se come a todos en las escenas en que aparece, con esa autenticidad que pone en valor los galones de una saga. Los intérpretes consiguen algo tan complicado como hacer queribles a los personajes (la mejor escena llega a mitad del metraje, un duelo aclaratorio entre Santos y Tejero).
Producción con denominación de origen murciano, al haber sido rodada aquí (desde 'Pajarico' no salían tantos escenarios locales) y con la mayoría del equipo técnico de esta Región. También el dinero es del terruño, se ha mantenido la apuesta a pesar de los mil problemas que ha tenido este primer hijo cinematográfico del director Joaquín Carmona, hombre criado en los cortos y que ha empeñado ocho años en esta empresa.
Se agradece el tiempo dedicado porque el resultado es un buen 'thriller' con sabor a tartera, con las dosis justas de violencia y drama, aunque escaso de intriga. Un largometraje que ha traído al mundo un equipo excepcional, con una loable dedicación que demuestra que hay músculo cinematográfico en este rincón de España, aunque este trabajo sea una gota en el océano o un trampantojo de nuestra industria audiovisual.
Pero volvamos al mensaje que nos dejan tras esas imágenes bien filmadas y mejor planificadas, pues la fibra moral que esconde es de más enjundia de lo que aparenta. Esa rememoración de la esencia de 'El Padrino III', con un Michael lamentando que lo vuelvan a atrapar en la delincuencia justo cuando cree haber salido, es lo que le pasa a nuestro protagonista. Un hombre obsesionado por salvar la vida de su hijo aunque eso suponga la muerte de muchos. El muchacho, cuando crezca, debería preguntarse, como el soldado Ryan ante la tumba de su capitán en la película de Spielberg, si ha tenido una existencia que haya honrado tanto sacrificio.
Quizás a la escena de la catarsis inevitable le falta épica, sabe a poco. Ese duelo al sol de medianoche, con un poco más de tiempo y de montaje podría haber sido tan memorable como otras cuya intención copia, como la masacre en el salón de 'Sin perdón' (1992) y el desafío crepuscular de 'Gran Torino' (2009).
No quiero dejar de destacar la canción que firma Viva Suecia' en la banda sonora, que resume como pocas el alma de la película. Es como un salmo, y volvemos a lo religioso. Una canción que pudieron aplaudir los asistentes que abarrotaron el preestreno en la Filmoteca Regional, que espero que llamados por el cine (y no por el jamón y la cerveza gratis) disfrutaran de una película que tendrá un 7 en mi Letterboxd. Sin duda le faltan cosas, pero es digna de tener un gran estreno el próximo 30 de junio. Ojalá tenga suerte, la merece.
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