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Vuelvo a recurrir al arrinconado escritor Evelyn Waugh para titular una de estas crónicas –algo marcianas– sobre un festival que progresa adecuadamente. La cuarta jornada ... nos proporcionó un viaje a esas personas que son un negativo velado, un borrón en la vida de los otros, una crónica de sucesos, pero que también pueden ser un acierto inmerecido para alguien.
El drama sobre un reputado abogado acusado de abusos, de los que nadie habla y todos ocultan, es la historia de 'Un silencio'. Pero se cuenta con bastante torpeza y falta de objetivo. El resultado rebasa por poco el listón del telefilm de sobremesa.
Pero ese día el FICC también nos descubrió esa película que uno sabe que va a triunfar, 'Memory', por su claridad de formas y su mensaje complejo envuelto en sencillez. A eso ayuda de manera determinante que sus dos protagonistas sean los consagrados Jessica Chastain y Peter Sarsgaard, en busca de algún –merecido– premio más de interpretación de los que ya han conseguido, con una crónica de un amor no normativo.
El desarrollo es lineal, fácil de seguir, y a sus personajes los vamos conociendo gracias a las cosas que recuerdan, su presente es fruto de su pasado pero no quieren que su futuro sea esclavo de lo pretérito. De ahí que sea creíble esa relación entre la cuidadora y un hombre con una precoz demencia que le hace vivir sin memoria RAM.
La relación entre ellos ya nace habiendo empezado la cuenta atrás –en realidad como la de todos, aunque no queramos verlo–. Son dos seres humanos subiéndose al último tren aun sabiendo que acabará en vía muerta, que en vez de tener un sexo de arañazos en la espalda lo tienen de los que te dejas los calcetines puestos. Michel Franco firma esa perla que uno siempre espera encontrar dentro de la concha de un festival –de hecho su mayor hándicap es que sea demasiado convencional–. La filma con delicadeza, con un esmerado estudio de interiores y una frialdad que casi parece cruel, pero consiguiendo que ames a sus personajes.
Una película de muchas capas que nos recuerda que la memoria es tan frágil como el plástico de burbujas que protege un televisor. Es nuestra única prueba de existencia, el registro de la propiedad de nuestro pasado. Pero también, bien lo sabe las familias de los protagonistas –y los Borbones– puede ser un cepo del que no se puede escapar. Con esa paradoja juega 'Memory'.
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