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Artista plástica
Chelete Monereo: «Tras el ictus, miro hacia adelante y nada de decirme 'pobre de mí'»Secciones
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Chelete Monereo: «Tras el ictus, miro hacia adelante y nada de decirme 'pobre de mí'»Sobre una mesa baja de robusta madera están depositados un DVD especial para coleccionistas de 'La mujer en la luna' (1929), de Fritz Lang; y ... un precioso y austero libro de fotografías de Man Ray, 'Ritratti' (Abscondita), que incluye la de la actriz Iris Tree, cuyo rostro bellísimo aparece con los labios muy pintados, aunque no del color rojo que lucen los de la artista plástica y escritora Chelete Monereo -«creo que me los pinté así por primera vez a los 16 años y que desde entonces no he dejado de pintármelos de este color»-, madrileña afincada en Murcia desde hace décadas, donde vive con su marido, el arquitecto y pintor Vicente Martínez Gadea (Madrid, 1948). La artista, que no dice su edad -«tengo más años que un bosque»-, pide disculpas, sentada junto a un pequeño fuego en una de las estancias de su casi mágica casa-estudio en La Alberca, antes de comenzar la entrevista: «Tengo la idea perfectamente en la cabeza, pero contarla con palabras todavía me cuesta».
Las sesiones con una logopeda están dando su fruto, pero conviene no tener prisa. También la memoria se va normalizando, pero no se han extinguido del todo las lagunas. «Es como si con el ictus se hubieran cerrado muchas cajas que la contienen, y ahora hay que ir abriéndolas. El funcionamiento de la cabeza es muy curioso», dice Monereo, que habla muy despacio, prestando atención a cada palabra que sale de su boca.
El próximo jueves 30 de marzo, comisariada por su marido, se inaugurará en el Museo de Bellas Artes de Murcia (Mubam) una retrospectiva de su obra que lleva por título 'Retrospectiva introspectiva', en la que podrá disfrutarse de mucha de su obra vendida en su día, y que sus propietarios han cedido para la muestra en el museo que dirige Juan García Sandoval, así como de la colección completa de piezas que integran uno de sus proyectos creativos más queridos, 'Manos', de 2016, que pudo verse en el Museo Ramón Gaya.
-¿Cómo está?
-Recuperándome poco a poco, y en muy buenas manos, empezando por las de Vicente, que está siendo clave en mi recuperación. A finales de junio de 2022 me dio un ictus. Serían las cinco de la mañana. Yo andaba abriendo las ventanas de la casa y, subiendo las escaleras que llevan a lo más alto, noté de repente que no me salían las palabras, ni podía mover el cuerpo...; llamé como pude a Vicente, que estaba durmiendo como un ceporro [ella lo dice riendo, y él rompe a reír cuando la escucha]. Una ambulancia me llevó a [el Hospital Virgen de] La Arrixaca, y una vez que supe que estaba allí, rodeada de profesionales, me calmé totalmente. Llegué con medio cuerpo paralizado. Ahora estoy mucho mejor, soy consciente de que he salido bien parada de algo muy gordo.
-¿Se enfadó?
-No, no. Yo miro siempre hacia adelante; también, tras el ictus, hacia adelante y nada de decirme 'pobre de mí', ni de sentir lástima de mí misma. Hay gente que, pasando por lo mismo que yo, se muere o se quedan hechos polvos de por vida. Yo puedo caminar, puedo moverme con mucho cuidado, la memoria y el habla las voy recuperando bien...; la movilidad en las manos, eso todavía no...; no puedo pintar, ni escribir...
-¿Tampoco tuvo miedo?
-Miedo no tuve en ningún momento, siempre pienso que todo va a ir a mejor. No tengo miedo; quizás sea muy imprudente, pero no lo tengo. Lo tuve en otras épocas, pero ya no. No he temido a la oscuridad, ni tampoco a estar sola, e incluso no me da miedo tener que morirme, ¡aunque espero no sufrir unos dolores muy espantosos!
-¿Qué sentimiento predomina hoy en usted?
-La gratitud. Le estoy muy agradecida a todo, a la vida, a la gente, a los médicos, a todo el personal sanitario, y a estas cuatro mujeres tan buenas profesionales, cuatro ángeles para mí, que están haciendo posible con sus cuidados mi recuperación. Siento gratitud, gratitud por haberme permitido la vida conocer a Vicente y que llevemos tantos años juntos; gratitud porque hemos tenido una vida privilegiada y porque nos sentimos queridos. Y eso a lo mejor es porque somos buena gente, o porque hay personas, no sé muy bien quiénes ni desde dónde, que nos protegen. Yo me lo planteo todo en la vida como un aprendizaje, y esta experiencia con el ictus está siendo un aprendizaje muy profundo.
-¿De qué se ha dado cuenta?
-Pues, preparando esta exposición, que se ha ido retrasando en varias ocasiones, de que, en contra de lo que he pensado muchas veces, no soy tan vaga. He pintado mucho, a mi aire, sin seguir ninguna moda, haciendo siempre lo que he querido, sin tener nunca galerista...
La conversación con Chelete Monereo va transcurriendo con mucha calma. Vamos repasando algunas de sus ideas, vivencias, y exposiciones que han ido marcando su vida. Hace ya tiempo que se dijo: «He llegado a un punto en el que no tengo miedo, ni vergüenza, ni nada».
Poeta del pincel, pintora secreta, personaje complejo y hermoso, distante o cálido según el instante, original artífice de mundos fantásticos y lejanos, tan lejanos que se encuentran en nuestro propio interior. Temperamental y sensible, derrochadora de buen gusto, curiosa, vivió un momento pletórico, tras haber expuesto previamente en la Sala de Columnas del murciano Palacio Almudí, gracias en buena parte al entusiasmo de su entonces director, Martín Páez, cuando inauguró en Madrid, en la galería Na(b) Room, la muestra titulada 'Chelete Monereo (2001-2003)', que entusiasmó a Antonio Bonet Correa. Una exposición en la que las obras formaban un todo, un universo, un laberinto, un mapa sentimental, un cerebro rebosante de ideas, un poemario de versos pintados.
«No sé por qué lo que pinto me va saliendo por parejas. El cuadro 'Lo que pesa y lo que no pesa' es pareja de otro que se llama 'Lo que descansa y lo que sueñas'. En ellos hablo de la parte del cuerpo que tiene que ver con los huesos, el peso y la materia, y también de la que no pesa, que está relacionada con la energía, con el pensamiento, con lo que nos pasa por la cabeza», explicaba por entonces la artista, para quien «por una parte somos un animal superviviente, y por otra tenemos una parte más angelical». Cuerpo y alma, demonio y ángel, realidad y sueños, promesas y fracasos.
-Durante un largo tiempo no expuso sus obras.
-Hace años tenía miedo a exponer, no sé muy bien por qué... Pero después me convencí a mí misma de que es verdad que soy artista, porque es como únicamente estoy feliz. Pintar, crear con las manos me apasiona, y hacerlo me ha mantenido espabilada, porque yo lo que no quiero es quedarme dormida, indiferente. Es maravilloso dedicar a una exposición años de un trabajo muy apasionado y al final, de repente, hacer un brindis conmigo misma [ríe].
No es la primera vez que Chelete Monereo expondrá en el Mubam, donde ya en abril de 2008 mostró las obras de 'Entretelas', un «amoroso homenaje a las mujeres que nos precedieron con sus luchas y cuidados». «Conforme vamos para viejas acabamos desarrollando una especie de caradura muy propia de la edad», dice. 'Entretelas', uno de sus proyectos más especiales, se adentra en el universo femenino de varias generaciones de mujeres, para bucear en sus secretos, riquezas y esclavitudes y rendir homenaje a todas las que ya no están. Un total de 21 cuadros, de mediano y gran formato, que se vendieron en su totalidad, «elaborados con telas fetiche, imantadas de vida y memoria que hacen las veces de veladuras, trazos y colores». 'Entretelas' es un viaje en el tiempo al gineceo -esa parte de la casa reservada a las mujeres en la Grecia antigua- en el que las mujeres soñaban, se liberaban, se resignaban y se contaban sus secretos. También es «un brindis con, y por, las mujeres del futuro», y un modo de reconocer con gratitud «la vida tan encantadora que nos han dado, con sus muchos cuidados, tantas madres y abuelas».
«Yo soy un bicho raro. A mí no me han enseñado a coser un botón, ni a guisar nada. Y tampoco he tenido hijos», cuenta la artista, creadora también de 'Poema Numérico', construido con los más diversos materiales, desde la palabra al hierro pasando por pinturas, fotografías, sedas, hilo de plata, telas, flores naturales desecadas, espejos, pan de oro, mica, impresión digital e industrial... Un auténtico 'collage' físico y mental que busca en el misterio y huye de las respuestas impuestas. «La profundidad del misterio / excede largamente / las explicaciones», se recita en ocasiones a sí misma.
'Poema Numérico' habla «de filosofía y del nacimiento de lo que somos, de la materia de la que estamos hechos», comenta. Somos inteligencia, somos barbarie, somos belleza y somos un horror. Y todo eso y mucho más nos hace sentirnos vivos. Y tener miedo(s).
-El futuro.
-Tampoco le tengo miedo porque siempre me parece que el futuro va a ser más interesante que lo pasado. Soy optimista; creo que tenemos tanto por delante, tanto por hacer, por descubrir, por corregir, por crear...; estamos al principio del pensamiento, la Humanidad está todavía empezando. Hace tiempo ya que he procurado salirme de esta espiral de derrotismo, de pesimismo. Voy un poco por mi cuenta. Hay que tener los ojos abiertos, y darse cuenta de que formamos parte de una globalidad interesantísima que nunca deja de sorprenderte. Estoy todo el día con los ojos como platos, alucinando. Estar viva en este mundo, en este universo, es ya un privilegio. Suceden siempre millones de cosas, yo no he estado nunca desenchufada de lo que este mundo te ofrece, ni me he cansado de mirar y de buscar. Hay muchísimas cosas muy interesantes. Es alucinante estar en este planeta viva. Yo no me aburro ni un solo segundo.
-El ser humano.
-El animal hombre funciona de forma alucinante: puede reconocer la belleza, la sabiduría y no sé cuantísimas cosas más.
-Los artistas.
-No somos unos locos desordenados y sin horarios, somos unos agujeros por donde pasa la musa. Sin musa no hacemos nada, eso está claro.
-¿Sigue usted creyendo en la reencarnación?
-Ahora mismo no lo tengo tan claro. Puede que exista, pero también puede que no.
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