Cayetana Guillén-Cuervo: «Cuido de España pagando impuestos y haciendo lo correcto como ciudadana»

El Teatro de Invierno, que poco a poco va mejorando sus necesidades técnicas, ha sido diseñado con regular acierto por los arquitectos Pau Batalla y Miguel Martínez, responsables también de la nueva imagen del Parque Almansa de San Javier, un jardín de 32.000 metros cuadrados en el que ya existía el Auditorio Parque Almansa –sede de los festivales de Teatro y de Jazz, que dirige el concejal de Cultura, David Martínez–, y en el que se ubica el nuevo edificio escénico, que cuenta con un patio central semicubierto en el que destaca una majestuosa palmera.

–Protagoniza la primera función de un gran espectáculo de producción nacional, en este caso uno de los éxitos del Festival de Mérida 2023, que se representará en el nuevo Teatro de Invierno de San Javier.

–Llevo toda la infancia creciendo en los camerinos y viendo a mis padres hacer las funciones, y los escenarios de los teatros para mí son sagrados. Así es que, ¡imagínese!, estrenar el escenario de un teatro nuevo me hace sentirme muy orgullosa y, desde luego, espero estar a la altura.

–¿Por qué se embarcó usted en 'Pandataria'?

–Porque es una absoluta maravilla de montaje en el que se mezclan varias disciplinas artísticas –danza contemporánea, texto, rap...–, y para el que me he puesto en manos de Chevy Muraday [Premio Nacional de Danza en 2006], que es el director, productor y coreógrafo de una de las más importantes compañías de danza contemporánea de Europa. Además, esta función es un grito a favor de la diversidad, la libertad, los derechos humanos; un grito a favor del amor, de la dignidad, de la importancia de la palabra, de respetarnos los unos a los otros, de escuchar la diferencia y las razones del otro y de aprender de todo ello.

–¿Lo fundamental?

–La generosidad.

–¿El público cómo reacciona?

–Es una función que sacude, porque habla de aquel lugar en el que todos hemos estado alguna vez y nos hemos sentido humillados o despreciados o cuestionados; y también habla de cómo podemos salir de ese lugar con ayuda de los demás y, por supuesto, también de las artes escénicas.

–¿Cómo es usted?

–A día de hoy soy una mujer normal, con mucho trabajo, muchas responsabilidades, y con una línea a seguir muy clara que pretende dignificar todo lo que significan las artes escénicas, y sus profesionales, en todos y cada uno de los rincones de las diferentes disciplinas que las componen. Esa es mi labor como presidenta de la Academia de las Artes Escénicas de España, que se extrapola un poco a mi vida porque, realmente, el discurso que tengo como presidenta es el mismo que tengo como ser humano que va por la vida como activista cultural y como defensora de los derechos y libertades, en general, de los seres humanos. Quién soy? Yo soy una buena persona, nerviosa, inquieta, hiperactiva... Creo que me gusta la vida y todo lo que me propone, y me encantan los seres humanos y, por eso, me gusta estudiarlos, observarlos y defenderlos.

–¿Qué defiende como algo prioritario?

–Creo que la dignidad es algo absolutamente prioritario, y la dignidad pasa por cierto bienestar, sin ninguna duda, y desde luego tiene que contar con el respeto de los demás.

–¿Qué enseñanzas de sus padres le siguen acompañando?

–Las enseñanzas de mi padre y de mi madre tienen mucho que ver con el discurso que defiendo y por el que combato. Supongo que no hubiera tenido la fuerza, ni las herramientas, de presidir la Academia si no hubiera vivido y crecido con el ADN de un discurso que hablaba de dignidad y de respeto, de palabra transformadora, de reflexión, de espíritu crítico y de punto de vista ,y de respeto al hecho artístico encima del escenario. Supongo que todo eso forma parte de mi ADN; es realmente mi identidad, es mi única bandera y mi única ideología y creo que es lo que realmente completa al ser humano.

–Nuestro país.

–Creo que tenemos el mejor país del mundo y que hay que cuidarlo. Yo, desde mi puesto institucional, intento cuidar nuestro patrimonio cultural y a la gente que da identidad al país y que genera marca España. La gente de la cultura aporta mucho al país donde vive, siempre que se hagan las cosas bien, y yo pertenezco a una familia que las ha hecho bien. Y, desde luego, cuido de España pagando mis impuestos y haciendo lo correcto como ciudadana.

–¿A qué último acuerdo ha llegado con usted misma?

–El acuerdo conmigo misma al que no renuncio es, como le decía, hacer lo correcto, y le puedo asegurar que cada día salgo de mi casa intentando dar la mejor versión de mí misma. Se me escapan algunas aristas y en eso trabajo, en limarlas.

–¿Qué le agradece usted a Camus?

–Le agradezco la palabra transformadora, la reflexión, el punto de vista...; le agradezco los gritos de Marta buscando a Dios, un Dios que entienda la impotencia, que intente justificar o explicar la muerte de los seres queridos, la fatalidad, el destino...; pero, sobre todo, lo que más le agradezco a Camus es haber dedicado su vida a la reflexión y a alimentar el espíritu crítico de los demás».