Le echa cada mañana una cucharadita de aceite de oliva al café. Cordobés nacido hace 73 años, conversar con Antonio Escribano Zafra es un placer. ... Catedrático extraordinario de Nutrición Deportiva de la UCAM, experto en Endocrinología y Nutrición, en Medicina de la Educación Física y el Deporte, y en Medicina Familiar y Comunitaria, sus libros encaminados a enseñar a alimentarse bien son un éxito y otra de sus ocupaciones, la de acondicionador físico de actores, le ha proporcionado recientemente una experiencia que celebra: haberse encargado, junto a su hijo, de la adaptación morfológica a sus personajes de los actores protagonistas de la excelente 'La sociedad de la nieve', de Juan Antonio Bayona, que cuenta lo ocurrido tras el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes en 1972. Un avión que transportaba a jugadores del equipo de rugby del Old Christians Club de Montevideo y cuyos supervivientes se vieron obligados a depender unos de otros para seguir adelante, incluido el alimentarse con los cuerpos de los fallecidos. Por contrato, no puede desvelar detalle alguno del rodaje y de su trabajo con los intérpretes.
–¿Qué ha desayunado usted esta mañana?
–Pues mire, he desayunado un café con leche, al que yo le pongo dos cucharaditas de aceite de oliva, algo que llevo haciendo toda la vida. En lugar de echárselo a la tostada, lo echo en el café. Me he tomado también un puñadito de arándanos y moras y una manzana. Los frutos rojos los recomiendo mucho.
–¿Tentaciones de jubilarse?
–Ninguna.
–¿Por qué?
–El tiempo es como el dinero: o se gasta o se invierte o se pierde. Yo no quiero perderlo, quiero gastarlo en hacer cosas útiles e invertirlo bien. Llevo trabajando por necesidad desde muy joven, lo hacía mientras estudiaba Medicina, ayudado también por becas, y sacaba muy buenas notas. La vida dura hasta que Dios quiera. Yo ahora, tras 50 años cotizados a la Seguridad Social, trabajo como autónomo.
–¿Y esa vitalidad suya?
–Va acompañada de mi deseo incesante de saber, de aprender. Una inquietud que he tenido siempre y que hay que plantearla desde la humildad: 'No sé nada y a ver si poco a poco voy aprendiendo'.
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Un viaje pendiente
Ahora mismo no tengo ninguno
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Un lugar al que volver
La plaza de San Pedro en Roma
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Un libro de cabecera
La Biblia
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Un pintor
Velázquez
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Un músico
Mozart
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Un personaje histórico
Dos: Albert Einstein y Mozart
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Un postre
Helado
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Una manía
Que no muevan mis cosas de sitio
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Un sueño cumplido
Tener una estrella Michelin
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Una prenda de vestir
Zapatos
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Lo que más detesta
La hipocresía y el clasismo
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Un consejo
¡Cuídese!
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Último regalo recibido
Una bufanda
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Un político
Joaquín Garrigues Walker
–¿La vida qué es?
–La vida es un regalo de Dios. En mi primer libro, escribí eso y que, por tanto, nosotros estamos obligados a cuidarla. Me propusieron que mejor quitarla y yo dije que ni hablar, que sin esa reflexión no había libro. Vamos a ver, te han regalado una existencia, joder, pues haz lo posible por cuidarla y sé agradecido. Yo he hecho las dos cosas, me he cuidado y he sido agradecido, y sigo en activo con 73 años.
–El niño que fue.
–Algo tímido, muy serio, un poquito borde y muy estudioso. Quería entender las cosas que pasaban, me preocupaba mi entorno y tuve la suerte de tener un padre, médico, por el que sentía una gran admiración y que nunca ha dejado de ser una referencia para mí. La pena es que murió muy joven y no pude disfrutarlo mucho.
–Es usted el mayor de siete hermanos.
–Sí, y a todos la vida nos colocó de forma inesperada en una situación complicada cuando fallece mi padre y nuestra situación económica cambia por completo. Tengo que decir que la Iglesia se portó muy bien con nosotros y nos prestó mucha ayuda.
–¿Muy claro que tiene?
–Que cuando necesito algo se lo pido a Dios, y que cuando alguna cosa no está bien lo pongo en sus manos. Le digo: 'Padre, mira a ver cómo arreglas esto'. Yo, que he trabajado muchísimo con futbolistas, siempre digo que Dios a todo el mundo siempre le centra 10 o 12 balones buenos para gol, pero que, claro, hay que estar en el área, vestido de futbolista y esperando la pelota. Y de esos 10 o 12 balones hay 3 o 4 que son de gol a puertas vacías, pero tienes que estar atento a las oportunidades que Dios te da. También pasa que, a veces, estás en el área y piensas que se ha olvidado de ti, pero Dios nunca se olvida de nosotros.
–¿No se rebeló cuando murió su padre?
–Un poquito de coraje sí que me dio, pero como mi padre era rector de cursillos de cristiandad, una persona buenísima, pensé que Dios había querido llevárselo para Él. Eso no quita para que envidies a quienes no les ha pasado eso, pero prevalecen los buenos recuerdos y los buenos consejos. El ejemplo de los padres es fundamental. Cuando la gente se empeña, muchas veces, en educar a los hijos hablándoles y hablándoles y venga discursos y discursos, habría que recordar que el mejor maestro se llama 'Fray Ejemplo'. Haz tú las cosas bien y tus hijos te verán y te imitarán. Veo en la consulta a muchos padres que no quieren que el niño beba alcohol, y ellos se hartan de alcohol; que no quieren que el niño vaya en moto, y ellos tienen una o dos o tres. O sea, actúa tú, haz las cosas bien, se coherente y déjate de discursos.
–¿Dejamos de tomar lácteos?
–Es lo aconsejable para quienes no digieren bien la lactosa, pero todos los demás pueden tomarlos, es un producto animal más. Quesos, leche, yogures, magnífico. Lo que no tiene sentido es pensar que con las llamadas leche de avena o de soja, que son zumos vegetales, sustituimos las propiedades de la leche.
–El trigo.
–Lo consumimos desde el Paleolítico. Cierto que tiene componentes, como el gluten, que nos cuesta un poquito de trabajo digerir, aunque hay que decir que intolerantes de verdad al gluten hay muy pocos, un 1% o 2% nada más. Ahora bien, el aporte de hidratos de carbono nos viene muy bien como energía. Trigo, cebada, maíz... prácticamente son lo mismo todos: al final, almidón, y el almidón es glucosa. Tomémoslos con moderación, y siempre mejor integrales. Ya sabe lo que yo creo: comer poco alarga la vida.
–¿Usted se tiene algún alimento prohibido?
–No, me gusta comer de todo. Si un alimento tiene más calorías, pues como menos. Lo que no es que me haya quitado, sino que no lo he tomado en mi vida, es el alcohol. No bebo ni una gota de alcohol, ni cerveza, ni nada.
–Eso no le hará muy popular.
–Me da igual, yo soy muy beligerante en el sentido de 'cero alcohol'. Mire, en mi época joven fui guitarrista de un conjunto de rock y tampoco bebía. Así es que, después de los conciertos, como era el único que estaba sobrio, yo era el que conducía el coche y el que también, de alguna manera, ligaba más porque seguía tenido la cabeza en mi sitio [risas]. A mí no se me escapaba nada. Yo me lo he pasado estupendamente y me he divertido más que nadie, y no he necesitado el alcohol para nada.
–¿En Nochevieja con qué brindó?
–Con agua, yo brindo con agua, trae una suerte estupenda [ríe]. El alcohol no hace más que molestar a las neuronas, que desgraciadamente con la edad vamos perdiendo. Bueno, también es cierto que tomarte de vez en cuando una cervecita o una copita de vino no es un drama, pero sólo de vez cuando. A mí me encantan las tartas, que no son nada sanas, y como no tomo azúcar, sólo las pruebo en alguna ocasión señalada. Comer un trozo de tarta de tarde en tarde es, en mi caso, la maldad tolerable que de vez en cuando tenemos que asumir en la vida.
Masticar
–¿A qué conducen las cien mil dietas milagro disponibles?
–A no aprender nunca a comer bien; es decir, saber qué se come, cuánto hay que comer y en qué momentos. A lo que hay que sumar masticar muy bien y hacer un poquito de ejercicio.
–¿Qué sienta bien comer?
–Fruta y verdura todos los días, carne cuatro o cinco veces en semana, legumbres dos o tres veces...; cuando se tiene sobrepeso es porque se está comiendo más de los que se necesita, y conforme vamos cumpliendo años necesitamos comer menos porque el cuerpo gasta menos.
–¿Qué le dice a los vegetarianos y a los veganos?
–Que están siguiendo un libro de alimentación al que le faltan páginas; el problema no es lo que comen, sino lo que dejan de comer. Es como si se ponen a ver encantados una serie que dura 20 capítulos y se quedan en el 17. Los seres humanos no somos veganos, no somos vegetarianos, no somos herbívoros, somos omnívoros, y bendita la hora porque si no hubiésemos sido omnívoros no estaríamos aquí; si hubiésemos sido un animal que come cuatro cosas no esteraríamos en el planeta. La proteína animal es muy necesaria. No se debe prescindir de la carne, el pescado y los huevos. No es que llevemos 20 minutos consumiendo proteína animal, es que llevamos millones de años. No podemos ir contra la biología.
–La obsesión por la imagen.
–¡Lamentable! ¿Cuánto se gasta la gente en cuidarse las uñas, las pestañas, el pelo, la piel, todo lo que se ve? Y otra pregunta, ¿cuánto en cuidar el cerebro? En lo que se gastan una barbaridad es en cuidarse los músculos, porque quieren estar como Cristiano Ronaldo, ¡y venga a mirarse en los espejos! Y, mientas, el cerebro no se cuida, y el cerebro es nuestro puesto de conducción. El músculo es un empleado del cerebro, que éste utiliza perfectamente para la movilidad, para todo. El cerebro es el que manda en todo nuestro organismo. Es como el coche que nos guía, y ahí están las imágenes de toda nuestra vida. Sin embargo, lo que hace la gente cuando quiere pasárselo bien es pegarle una patada al cerebro: fuman, beben, se drogan, no duermen... Y el pobre cerebro siempre aguantándolo todo. El bagaje de toda nuestra vida no está en los cuádriceps, está en nuestro cerebro; no está en las pestañas, no está en tener un trasero no sé cómo. Además, el ser humano no es músculo y venga músculo; vayámonos a una tribu de África y veremos cómo somos: enjutos, fibrosos, delgados, magníficos; no somos unos musculitos por ahí luciéndonos.
–¿Por dónde empezar a cuidar el cerebro?
–No usándolo para pasarse la vida viendo series o programas de estos basurillas de televisión. No perdamos tiempo en criticar o maldecir, procuremos tener un pensamiento elevado. La espiritualidad ayuda mucho, sin duda infinitamente más que el materialismo, pero eso hay que enseñarlo desde abajo, desde la infancia.
–Los suplementos alimenticios, tanto de farmacia como de herbolarios, están de moda.
–Son ganas de gastarse el dinero tontamente. Todo lo que necesitamos lo proporciona una buena alimentación. Lo que pasa es que la gente en muchas ocasiones interpreta la bioquímica lo mismo que interpreta el dinero: si cinco euros son buenos, diez mejor y 20 todavía mejor. Y la bioquímica no es así, necesitamos una cantidad concreta de hierro, ni más ni menos, e igual pasa con el magnesio. Es una pena que en lugar de preocuparnos por comer bien, nos dediquemos a ver qué alga dice no sé quién en no sé dónde que tiene no sé cuántos beneficios. Y pagan lo que sea por ella. Los déficits alimenticios que realmente tengamos los tenemos que tratar con el médico.
–¿Le gustó el resultado final de 'La sociedad de la nieve'?
–Es una obra de arte, eso es lo que creo. Una obra de arte que cuenta un hecho histórico increíble de un modo espectacular. Y es una película con valores: la amistad, el compañerismo, el sacrificio, la fe...; hay que tener en cuenta que estos jóvenes no abandonaron nunca, pese a las tremendas dificultades, el sentido de Dios, el sentimiento religioso, incluso algunos rezaban el Rosario. Eran miembros de una comunidad cristiana, hay que tenerlo en cuenta.
Posibilidad
–¿Usted habría hecho en esa situación lo mismo que ellos para sobrevivir?
–Mire, Carlitos Páez, uno de los sobrevivientes con los que he hecho amistad, comenta que cuando da una charla y pregunta que si algunos de los presentes no habría hecho lo mismo que hizo él, nadie levanta la mano. El ser humano, en situaciones tan duras como las que ellos vivieron, recurre absolutamente a todo; ellos tuvieron esta posibilidad de sobrevivir gracias a que era invierno y el frío y la nieve mantenían conservador los cadáveres de sus compañeros. Incluso hablaron de que comentaron el tema de la comunión del cuerpo de Cristo. Entendieron que estaban haciendo algo parecido, que se estaban entregando unos a otros, dando su carne para que sus compañeros sobrevivieran. Lo que llevaron a cabo los supervivientes de los Andes es una especie de comunión con los cuerpos de los fallecidos.
–¿Cómo es Juan Antonio Bayona en el tú a tú?
–Una persona encantadora y, desde mi punto de vista, un genio cinematográfico.
–¿En las recetas de su libro 'Batidos para la vida' (Booket), qué ingredientes no faltan?
–Ni miel, ni aceite de oliva.
–Dice usted que está orgulloso de pertenecer a la Cofradía del Salmorejo de Córdoba.
–Así es, y estamos detrás de conseguir que sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Estuve en Bélgica hace unos meses, en el Consejo de Europa, para dar una ponencia sobre el salmorejo como alimento funcional. Hicimos una degustación y los diputados europeos acabaron con todo el salmorejo muy satifechos; ¡y con el jamón ibérico!
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