Abanico de sentimientos
CRÍTICA DE DANZA ·
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Si para las artes en general la inspiración que genera una obra puede ser de todo tipo, en el caso del baile, concretamente del flamenco, ... no es nada fácil dar forma a un espectáculo como 'SENTIR', presentado por la Compañía Murciana de Danza en la XXIX Cumbre Flamenca, en el que partiendo de algo inevitable y terrible como la pandemia que llevamos ya dos años sufriendo se consigue despertar ilusiones y confianza en la vida. Y la forma de lograrlo es tan sencillo, aparentemente, como difícil de acertar en elección de palos, orden, estructura, a partir de sentimientos como el encierro para el carácter trágico de la seguiriya, círculo, unión del grupo, primando el sentimiento sobre la forma, abriéndose en líneas de bailaores y bailaoras disciplinados. A partir de entonces podemos comprobar que los pensamientos tan hondos de la meditación se reflejan en la sobriedad del Taranto, para pasar a romper las emociones con una Farruca varonil marcada con bastones que incrementan el ritmo. Esto es lo que para la magnífica Oliva Bella supone el punto de partida en su abanico de sentimientos. Movimientos, pasos, ritmos a partir de la música de Faustino Fernández y su excelente grupo, que van buscando la luz perdida con la bonita guajira envuelta en mantones que abrazan cuerpos ágiles en parejas o solos, para avanzar en el camino hacia la vida de las bulerías finales a través del sendero marcado por el compás de una rondeña con la reflexión de los tangos. El guión cuenta una historia aunque no haya argumento. Es la historia de todos en la soledad sin poder abrazar al otro. El estilo de la Compañía Murciana sigue siendo tan tradicional como fresco y moderno a la vez, sin necesidad de incorporar toques contemporáneos descolgados del ordenado conjunto. El vestuario de José Zurita (Pepón) resulta elegante y adecuado, para moverse sin pegas con el cante de José Antonio Chacón, el violín de Juan José Cerón, la percusión de Miguel Ángel Orengo, las guitarras de Faustino Fernández y Antonio Irigoyen. Todos estos elementos de un buen flamenco hacen de 'SENTIR' un cante a la esperanza y a la vida.
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